Capítulo 14

Hola chicas!!!!! ¿Qué tal? Espero que todo bien! Yo estuve esperando ansiosa el miércoles y, al fin llegó el ombligo de semana jajajja así que al fin acabé las exposiciones y solo me quedan los finales para terminar :D Ojalá estén en las mismas y pronto tengan vacaciones o, ya estén disfrutándolas!!! Gracias por leer, me divierten mucho con sus comentarios, GENIAS!!!! Mañana nos leemos, besos!!!

Twitter: @Caparatodos

____________________________________________________

—Es una actitud muy inteligente —le dijo Peter a Paloma.

—De todas formas, tú nos gustas más que Martín —añadió Paloma, mostrando sus hoyuelos.

Capítulo 14:

—Traeré los cócteles —dijo Lali, poniéndose bruscamente de pie. Una vez en la cocina, colocó los cuatro recipientes en un azafate y se quedó inmóvil un momento, tratando de recobrar la compostura. Le gustaba llevar una vida ordenada, pero desde su boda truncada, todo se escapaba de sus manos. Apenas hacía unas semanas, había planeado ser una mujer casada con todos los cambios que ello implicaba: una nueva casa, un nuevo estilo de vida, la convivencia y la toma de decisiones conjunta con su marido. En cambio, allí estaba ella, embarazada y soltera, con un futuro incierto por delante y una madre que la empujaba sin mucha sutileza a los brazos de Peter y Peter que emitía señales confusas.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó Peter.

Lali se sobresaltó y estuvo a punto de tirar todo del azafate.

—No, ya está. Iba a volver a la mesa.

—Estás enojada, ¿qué te pasa?

—Nada que tenga que ver contigo, Peter. Mira, ya has hecho bastante devolviendo los otros regalos, puedo ocuparme de los que quedan. Mi madre no debería haberte llamado para que vinieras aquí esta noche. Te habría ahorrado el viaje, pero se olvidó oportunamente de decirme que ibas a venir.

Ignorando sus protestas, le quitó la bandeja de las manos.

—No me cuesta nada llevar los paquetes, y sabes que yo mismo me encargué de devolver los anteriores. Además, tenía pensado ir a verte esta noche. Pude averiguar lo que pasó con la grúa en la mañana.

—¿Ah, sí?

—La habían equipado con un gancho que no cumplía las normativas. Con tanto peso, un movimiento brusco bastó para que la presión adicional lo forzara.

—¿Y cómo es que estamos trabajando con una grúa ilegal? No queremos problemas.

—No lo sé, pero pienso averiguarlo —dio un paso atrás para cederle el paso—. Fue un acto deliberado de sabotaje, así que he aumentado las medidas de seguridad. Ahora hay vigilantes de noche.

—Bien pensado —respondío Lali, y se encaminó hacia la puerta—. Mientras tanto, hablaré con el cliente. Claro que no será de gran ayuda. Ella y su sobrino tratan el proyecto como si fuera una casa para veranear y no una inversión de miles de dólares. Pero quién sabe, tal vez nos dé una pista.

—Al menos vale hacer el intento. Aun así, hasta que llegue al fondo de este asunto, quiero que no te acerques a la obra.

Lali frenó en seco, y Peter estuvo a punto de derramar los cócteles.

—¡No seas ridículo! ¿Cómo voy a dirigir el proyecto si no tengo acceso a la obra?

—Alguien más tendrá que ocupar tu lugar, Lali.

Ella lo miró fijamente.

—¿No hablarás en serio? He trabajado mucho para conseguir esta obra, Peter. ¿Qué va a pensar Renato si le digo que no puedo hacer el trabajo?

Renato Larraín, el arquitecto jefe, había cedido a regañadientes a la presión para contratar a dos mujeres arquitectas: Lali había tardado dos años en ser directora de proyecto y sospechaba que le habían asignado aquel en concreto porque la cliente, Amalia Silva, tenía fama de exigente, pero la oportunidad de probar su valía había sido demasiado buena para pasarla por alto.

—No tienes por qué decírselo a Renato —dijo Peter, frunciendo el ceño—. Yo lo haré por ti.

—Genial —Lali puso los ojos en blanco—. Y eso hará que parezca toda una profesional.

—Estás embarazada —dijo en tono suave pero fiero—. Creo que esa debe ser tu principal preocupación, no el deseo irrefrenable de ser vista como una igual con el hombre con el que trabajas.

—Y ya de paso, ¿por qué no tiro por la ventana todo el respeto que con tanto esfuerzo me gané? Abre los ojos, Peter. Si me retiro ahora de este proyecto, nunca volverán a tomarme en serio, esté embarazada o no. Renato Larraín es de la vieja escuela. No es ningún secreto que no le gusta en lo más mínimo tener a dos mujeres arquitectas. Ya puedo imaginarlo diciendo a todo el mundo que tenía razón. Cuando las cosas se ponen difíciles, las mujeres no pueden soportarlo.

—No hablamos de igualdad en el trabajo, Lali, sino de tu seguridad y de la del bebé. No estoy dispuesto a poner a nuestro hijo en peligro porque no quieras parecer demasiado femenina ante los ojos de Renato Larraín.

—¡Cállate! —le lanzó una mirada furibunda y le señaló el comedor con la cabeza—. A no ser que quieras dar la gran noticia esta noche.

Sin dejar de fruncir el ceño, Peter bajó el tono de voz.

—Por cierto, ¿cuándo piensas decírselo a tu madre?

—A su debido tiempo —siseó.

—¿Y eso es…?

Debería de verse ridículo manteniendo equilibrados cuatro recipientes sobre la bandeja, pero con su dura mirada y su mandíbula contraída, parecía resuelto y decidido. Y plenamente viril.

Cediendo, Lali se llevó la mano a la sien y contestó con voz agotada.

—No lo sé, Peter.

—Tu madre, tarde o temprano, tiene que saberlo, Lali.

—Y se lo diré. Pronto.

Peter vaciló, luego respiró hondo.

—Podríamos decírselo esta noche los dos.

—Yo diría que antes te enfrentarías a un pelotón de fusilamiento —dijo Lali, mirándolo con ojo crítico.

—No estoy orgulloso de lo ocurrido —repuso, desviando la mirada—. Primero mi hermano rompe su compromiso contigo y luego, en lugar de ayudarte a suavizar el escándalo, te seduzco.

—¡Por favor, Peter! —exclamó con irritación—. Hace falta el consentimiento de dos. Tengo tanta culpa como tú por lo que ocurrió aquella noche.

Peter se encogió de hombros.

—Piensa lo que quieras, pero aun así, me siento responsable.

María José apareció en la puerta, estudiándolos a los dos con una mirada perspicaz.

—¿De qué te sientes responsable, Peter?

Continuará…