Hola, hola!!!! ¿Cómo les va? ¿Qué tal estuvo su día?
El mío con estragos de finales… tanto así que me quedé dormida en la tarde y al
levantarme no sabía en qué día estaba y juraba que era de madrugada jijiji :P Bueno,
espero que hayan tenido un buen día y lo terminaran aún mejor de lo que lo
empezaron!!! Gracias por leer ;) Besos y hasta mañana!
Twitter:
@Caparatodos
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—Lo
intenté —replicó Lali.
—Bueno,
eso es lo de menos —la cortó María moviendo la cabeza—. Lo único que necesitas
es un acompañante para ir al casamiento. Si ese bruto tarda dos meses en
dejarte, tienes tiempo. Así que acércate a...
Capítulo 3:
—No
—dijo Lali dándoles la espalda para mirar los carteles en blanco y negro del
bar: Paul Newman jugando al billar en El buscavidas; Marlón Brando tirando unos
dados en Ellos y ellas, entre otros. ¿Dónde estaban las jugadoras? Parecía que
el simple hecho de ser mujer no fuera un riesgo de por sí. El veintiocho por
ciento de las víctimas femeninas de un homicidio muere a manos de sus maridos o
amantes.
Lo
que, si se piensa bien, era por lo que allí no había ninguna mujer jugadora.
Vivir entre los hombres ya entraña suficiente riesgo. Luchó contra el deseo de
darse la vuelta y mirar al idiota que había en la tarima. En realidad, lo más
inteligente era dejar de salir con ellos y buscarse un gato.
—Ya
sabes que no irá a hablar con él —le dijo Candela a María—. En términos
estadísticos, el resultado probable no es propicio.
—¡A
la mierda esas historias! —María le dio un codazo a Lali y le echó la Coca-cola
en el vaso—. Imagina a tu madre si lo llevas a la boda. Hasta te dejará comer
lo que quieras. ¿Cómo se llama? —preguntó mirando a Candela.
—Juan
Pedro Lanzani. Cuando la dejó, Noelia estaba comprando revistas de bodas y
practicando su nueva firma como Noelia Lanzani.
—Seguramente
la dejó por eso —concluyó María horrorizada.
—Juan
Pedro Lanzani.
Muy
a su pesar, Lali se había dado la vuelta para mirarlo.
—Acércate
y dile a Benjamín que esperas que se le cure pronto el sarpullido. Después te
presentas al canalla, sonríes y no hablas de estadísticas —la animó María
incitándola con un dedo.
—Eso
sería muy superficial. Tengo treinta y tres años. Soy una persona madura. Me da
igual ir al matrimonio de mi hermana sin acompañante. Valgo mucho más que todo
eso —Lali se imaginó la cara de su madre cuando se enterara de que Benjamín era
parte del pasado y pensó: «No, no lo valgo».
—Lo
que pasa es que no tienes valor para ir al otro lado del local —la desafió
María.
—Puede
salir bien —la animó Candela frunciendo el entrecejo—. Y después de la boda lo
puedes dejar y pagarle con la misma moneda.
—¡Sí,
haz eso! ¡Hazlo por Noelia y todas las demás! —le pidió María poniendo cara de
felicidad.
En
ese momento estaba de perfil hablando con Benjamín. «Ese tipo debería estar en
las monedas», pensó Lali. Por supuesto, siendo tan guapo, jamás saldría con
ninguna mujer como ella, bajita y rellenita. Al menos que fuera para burlarse.
Y a ella ya la habían despreciado suficiente por una noche.
—No
—dijo yendo nuevamente a la barra. La idea del gato le parecía cada vez mejor.
—Mira,
Estadísticas —la regañó María exasperada—. Ya sé que eres conservadora, pero
últimamente parece que estás en formol. Salir con Benjamín debe de haber sido
como hacerlo con un bloque de cemento. Y luego está tu departamento, incluso
los muebles se han avejentado.
—Son
de mi abuela —respondió Lali fríamente.
—Exactamente.
Llevas poniendo el culo en ellos desde que naciste. Tienes que cambiar. Y si no
lo haces por ti misma, tendré que ayudarte.
—¡No!
—exclamó Lali, a la que se le había helado la sangre.
—No
la amenaces —le pidió Candela—. Cambiará, ya crecerá. ¿No, La?
Lali
miró de nuevo hacia la tarima y, de repente, acercarse allí le pareció una
buena idea. Podría ponerse debajo de la horrible baranda e intentar escuchar, y
si Juan Pedro Lanzani le parecía simpático —¡Ja! ¿Qué posibilidades había?—,
podría subir y decirle algo agradable a Benjamín para que se lo presentara. De
esa forma, María no iría a su casa con un camión de mudanzas para llevarse
todos sus muebles mientras estaba trabajando.
—No
me obligues a hacerlo —le advirtió María.
Estar
enojada en la barra con forma de ruleta no la ayudaba en nada. Y con todo lo
que sabía ya, no parecía que él pudiera hacerle mucho daño. Lali sacó pecho e
inspiró profundamente. Allá voy, guapetón.
—No
digas la palabra porcentaje en lo que queda de noche —le ordenó María mientras
Lali se acomodaba la ropa y rogaba por que se le ocurriera una buena frase para
conquistar antes de llegar allí y hacer el ridículo. De ser así, le escupiría
al tipo, tiraría a Benjamín por la baranda y se compraría un gato.
«Al
menos, tengo una alternativa», se dijo para darse ánimos antes de cruzar el
local.
Peter
Lanzani estaba pensando seriamente en tirar a Benjamín Amadeo por la baranda de
fierro. «Tendría que haber sido más rápido cuando los vi venir», pensó. La
culpa era de Agustín.
—Esa
morocha tiene unas piernas increíbles —había comentado éste—. ¿La ves? Ahí, en
la barra, la de morado. ¿Crees que le gustarán los jugadores de fútbol?
—Hace
quince años que no juegas —dijo Peter tomando un trago y dejándose llevar hacia
un estado de paz provocado por el alcohol que sólo lograba la persona sin gusto
musical que estaba a cargo esa noche. Para él, los dos únicos inconvenientes del
bar eran la horrorosa decoración y que Elvis Presley estuviera en el repertorio
musical.
—Tienes
razón, hace tiempo que no juego, pero ella no lo sabe —Agustín miró a la
mujer—. Te apuesto a que se viene conmigo. Utilizaré el speech de la teoría del caos.
—No,
no. Aunque esa historia es tan mala que tienes muy pocas probabilidades —dijo
Peter mirando de reojo hacia la barra en forma de ruleta. La morocha era
despampanante, o sea, del tipo de Agustín. Había una rubia alta también, de las
que parecían modelos, la chica perfecta para su amigo Victorio. Detrás de la
barra, Silvana se dio cuenta de que estaba mirando en esa dirección y lo saludó
con la mano, pero no sonrió, lo que hizo que Peter se preguntara qué estaría
pasando mientras hacía una seña con la cabeza.
—Ayúdame,
que está acompañada. Tú te llevas a la petiza gordita del saco gris a cuadros y
Victorio que ataque con la rubia. Te daría a ti a la rubia, pero ya sabes lo
que le gustan.
—¿Qué
tipo de rubia? —preguntó Victorio jalando a Peter del codo y mirando hacia el
otro extremo el local—. ¡Ah!
—¿La
de cuadros? —preguntó Peter volviendo a mirar hacia la barra.
Saco a cuadros!!!!... Qué se puso?! Tal vez debería dejar que María le organice también el placard... jajaja
ResponderEliminarQuiero más!
Lore
Mad! Ma encanta!
ResponderEliminarAgustín repartiendo las chicas , Vico ,y Peter k lo van a secundar.
ResponderEliminarPara matarlos con la estrategia,jajajajaj,aunque espero k les salga bien.
masssss!!!!!!!!!!! ♥♥♥
ResponderEliminarbesitoooos :3
Segui!!!
ResponderEliminar@gbv_17
jajaja peter queriendo tirar por la baranda a benjamin
ResponderEliminarbeso
Quiero más
ResponderEliminarQue malo Agus!! Espero maaaaaas
ResponderEliminarEs gorda lali? jajajaj Maaas nove
ResponderEliminarmasssssssssssss
ResponderEliminarVale cuidate no te duermas por las esquinas jaja, Me gusto mucho el capítulo espero mas
ResponderEliminar++++++++++
ResponderEliminar@x_ferreyra7
hay hay hay! jajajj, pobre lali! como me gustaria que vaya y lo mande a la mierda a benjamin!! y al gato con el que habla!
ResponderEliminarBesos! Gracias por subir! espero el proximo por favor que pase rapido el tiempo!!
mmm saco a cuadros?? ayuda aajajaj Espero el proximo ya quiero saber. Pa mi que pronto el matador lanzani no se llevara tan mal con la chica gordita con el saco a cuadros ajajaj. beso! Giu
ResponderEliminarsaco a cuadros? maria deberia ayudarla tambien con la ropa
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