Hola, hola!!!! ¿Cómo les va? Espero que todo bien por
ahí y que hayan disfrutado/aprovechado el domingo!!! Gracias por leer y espero
disfruten el capítulo de hoy! Besos y que empiecen con todo la semana!!!! Vamos
a ponerle al lunes, buena cara! Nos leemos mañana ;)
Twitter:
@Caparatodos
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—Ya
estoy cansada de hablar de ellos —dijo sonriendo—. ¿A qué te dedicas?
«Ya
era hora de que habláramos de mí», pensó Benjamín.
—Trabajo en desarrollo de software
—confesó y observó que a Melisa se le ponían los ojos vidriosos.
Capítulo 14:
Una
vez fuera del restaurante de Emilio, Lali respiró con fuerza el aire fresco y
pensó «Soy feliz». No cabía duda de que comer bien era el mejor antídoto para
la cólera y la humillación. Saberlo le vendría muy bien en el futuro.
—¿Dónde
tienes el auto? —preguntó Peter cuando salió y rompió el encanto.
—No
vine en uno. Me voy a ir caminando —dijo ofreciéndole la mano—. Gracias por
esta maravillosa velada. Bueno, casi. Adiós.
—No.
¿Por dónde se va a tu casa? —preguntó Peter sin hacer caso a la mano que le
estaba ofreciendo.
—Me
voy caminando —contestó fastidiada.
—¿Sola
y de noche? Ni hablar. Me educaron bien. Te voy a acompañar hasta tu casa y no
vas a poder hacer nada para evitarlo. Así que, ¿hacia dónde vamos?
Lali
pensó en discutir con él, pero no tenía sentido. Incluso una sola noche con él
le había demostrado que conseguía todo lo que se proponía.
—Está
bien. Muchas gracias. Por aquí.
Comenzaron
a caminar acompañados por el sonido del viento al chocar los árboles y el apagado
ruido de la calle, y Peter se acomodó fácilmente a su paso. El sonido de sus
pisadas coincidía a la perfección con el ritmo que marcaban los tacos de Lali.
—¿A
qué te dedicas? —preguntó Lali.
—Dirijo
un grupo de seminarios de formación empresarial con dos socios.
—¿Eres
profesor? —preguntó sorprendida.
—Sí
y tú asesora de seguros. Respeto mucho tu profesión. Tú lo haces por dinero y
yo por diversión.
—¿El
qué?
—Calcular
si algo es una buena apuesta o no. Tú eres una jugadora. Apuestas con millones
para compañías aseguradoras y yo con billetes de diez.
—Sí,
pero yo no pierdo mi dinero.
—Yo
tampoco.
—¿Ganas
todas tus apuestas? —preguntó con voz apagada por la incredulidad.
—Casi
todas.
—¡Ah,
bueno! ¿Por eso te dedicas a los negocios por tu cuenta? ¿Para poder controlar
los riesgos?
—No,
simplemente no quería trabajar para nadie. No me quedaba otra solución.
—Tenemos
que doblar aquí —le explicó aflojando el paso cuando llegaron a una esquina—.
Mira, puedo...
—Sigue
caminando —le pidió Peter y Lali obedeció.
—¿Cómo
se llama tu empresa?
—Lanzani,
Sierra y D’Alessandro.
—¿Sierra
y D’Alessandro son los otros dos que estaban contigo en el bar? ¿El alto y
morocho, y el cache... esto, el que tenía pinta de deportista?
—Sí.
¿Cachetón? —preguntó sonriendo.
—Una
de mis amigas lo dijo, pero como cumplido.
—Seguro.
La rubia, ¿no?
—¿Te
fijaste en ella? —preguntó Lali, que sentía remordimientos.
—No,
el cachetón se fijó en ella.
—No
le digas nada. No quería herir sus sentimientos.
—Agustín
no se deprime tan fácilmente, pero no se lo diré.
—Gracias.
Cuanto
más se alejaban de la calle principal, más oscuro era el camino, a pesar de los
postes de luz. Lali agradeció que le acompañara.
—¿Y
por qué te contrata la gente? Quiero decir, a ti específicamente.
—Hacemos
programas a medida. En toda enseñanza siempre hay un tanto por ciento de
alumnos que no consigue entender el material. Nosotros garantizamos un cien por
cien y trabajamos hasta que lo conseguimos.
—Eso
me suena a marketing.
—También
es la verdad.
—¿Y
cómo lo consigues? ¿Con tus encantos?
—¿Qué
tienen de malo?
—Que
normalmente no van de la mano con la honestidad.
—La
gente se cierra cuando tiene miedo. Lo primero que hacemos es analizar a los
alumnos para saber cuáles están asustados y cómo se comportan. Algunos se
quedan al margen y entonces los ponemos con Victorio. Es un tipo muy amable,
sabe cómo tranquilizar a cualquiera para que aprenda.
—Me
parece un poco marciano —dijo Lali intentando imaginarse a Victorio como uno de
esos gurús de autoayuda con mucha labia.
—Eres
muy desconfiada. Cuando hay gente que sabe esconder sus miedos y entorpece las
clases, se los pasamos a Agustín. Bromea hasta que todo el mundo está relajado.
—¿Y
cuáles te tocan a ti?
—Los
enojados, los que están furiosos por estar asustados.
—Y
tú utilizas tus encantos para tranquilizarlos.
—Bueno,
yo no lo describiría de esa manera, pero sí, supongo que puede interpretarse
así.
«Los
enojados». Siguieron caminando en silencio y sus pasos resonaban con el mismo
ritmo.
—Entonces
esta noche te habrás sentido muy cómodo conmigo.
—No.
Tú no estás furiosa porque tengas miedo. Dudo mucho de que haya algo que te
asuste. Lo estás porque alguien se ha portado mal contigo y no hay suficiente
encanto en el mundo como para que lo olvides hasta que hayas resuelto una
cuestión más profunda.
—Y
sin embargo lo intentaste.
—No.
En cuanto me dijiste que te habían dejado, di un paso atrás.
—Sí,
supongo —dijo Lali tras pensarlo unos segundos.
—¿No
te arrepientes de haber estado gruñendo toda la noche?
—No,
porque habías puesto en práctica tus encantos antes, lo que significa que
estabas intentando conseguir algo de mí. Sabe Dios qué —«¡Sexo para ganar una
apuesta, idiota!»—, y no te merecías salirte con la tuya.
—Tienes
razón —aceptó Peter unos pasos más adelante.
Lali
sonrió en la oscuridad y pensó: «Bueno, al menos tiene una pizca de honestidad,
lástima que sea mínima». Continuaron caminando en silencio hasta las escaleras
de su casa.
—Ya
llegado. Muchas gracias.
—¿Dónde?
No veo ninguna casa.
—Allí
arriba —le explicó señalando una pequeña colina—. Las escaleras llevan hasta
ella. Así que...
—¡Dios!
Parece el Everest. ¿Cuántos escalones hay?
—Treinta
y dos, y otros veintiséis hasta mi departamento, que está en el altillo —le
explicó extendiendo la mano—. Nos diremos buenas noches aquí. Gracias por
acompañarme a casa. Que tengas mejor suerte la próxima vez.
—No
voy a dejar que subas hasta allí sola.
—No
pasa nada. El setenta y ocho por ciento de las agresiones a mujeres las comete
gente conocida.
—¿Otro
ataque a mi persona?
—No,
simplemente no conozco a nadie que suba treinta y dos escalones para atacarme,
así que no tengo nada que temer. Puedes irte a casa tranquilo.
—No
—dijo con paciencia—. Empieza a subir, yo iré detrás de ti.
«Detrás
de ella». ¿Treinta y dos escalones mirándole el culo?
—¡Ni
hablar!
...¿Treinta y dos escalones mirándole el culo?... ajjajajajajaja me mató!
ResponderEliminarQuiero más!
Lore
Son la histeria con patas.. q le diga q escucho lo de la apuesta! Debo confesar q los cap donde aparecen solo Benjamin y Melisa no los leo, eso firmo estos jajaja.. buena semana genia!
ResponderEliminarBelu
Maaass
ResponderEliminar+++++++++
ResponderEliminar@x_ferreyra7
jajajjaja treinta y dos escalones mirandole el culo jajajjaja mori con esto,me encanto el capi
ResponderEliminarOtrooooo :)
ResponderEliminaralguien por alli arriba dijo que son la histeria con patas y tiene razón!!! Me encanto el capítulo!!! treinta y dos escalones mirandole el culo me mato jajajaaj
ResponderEliminarEspero el proximo
Ja ja! Don geniales.... realmente son la histeria con patas como dijieron por allá arriba me encanta mas! !!
ResponderEliminarMe encanto...mass!!
ResponderEliminarPeter muy educado y Lali super directa me.identifico.con.ella, quiero otro capi.
ResponderEliminarFelices Fiestas Patricias mi querida Amiga ya son mas de las doce y super orgullosa de ser Peruana, te escribo recien ya q el sabado y domingo sali con.mi bb y amigas a circos a pedido de.los bbs :) y claro más tarde me divierto yo jaja
Ruthy
jajajjaja que lali se deje llevar maas! Mas nove
ResponderEliminarAjajaj te jufo me matan, peter trata de ser caballero y lali preocupada por si le mira el culo aajjaja. Esperonel proximo,beso!Giu
ResponderEliminarEs cierto que Peter hizo una apuesta, pero a veces pienso que se olvida de ella =)
ResponderEliminarespero maaas
Quiero saber que va a pasar muero de la intriga, me da mucha risa que Lali este preocupada por que le vea el culo jajajajajaja
ResponderEliminarAgustín ,Victorio ,y Peter ,x ña descripción d este ,si k parecen un gabinete psicológico.
ResponderEliminarNos mató con los 32 escalones mirándole el culo.