Capítulo 19

Hola, hola!!! ¿Qué tal? ¿Cómo estuvo su día chicuelas? Espero que todo bien y empezando la semana a lo grande!!! Gracias por leer y todos los comentarios que dejan! Nos leemos mañana :D Besos

Twitter: @Caparatodos

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Lali casi sintió deseos de sonreír. Había puesto su vida boca abajo, pero se acababa de disculpar y era evidente que para él el asunto estaba arreglado. De repente, Lali entendió que estaba perfectamente dispuesta a olvidar. Martín sólo era una parte pálida e insignificante de su pasado, apenas podía recordar los planes de pasar la vida con él. Lo que no podía imaginar era el futuro sin Peter.

Oh, oh, ¿se habría enamorado de Peter?

Capítulo 19:

—¿Eso es todo? —preguntó Peter con un fiero ceño.

—Bueno... —Martín se encogió de hombros como si quisiera decir, «¿qué más?».

Peter le pasó el brazo por la cintura con posesividad.

—Por qué no: Lo siento, Lali. Me porté como un tarado. He avergonzado a nuestras familias. Te suplico que me perdones, Lali. Y de paso, ¿por qué no intentas darle un toque de sinceridad, Martín?

—Por supuesto, claro. Considéralo dicho, Lali. Todo eso —en aquella ocasión, alcanzó a los dos con su famosa sonrisa, como si le aliviara haber dejado atrás un molesto deber—. Y espero que sigamos siendo amigos.

—¡Amigos! —dijo Peter antes de que Lali tuviera oportunidad de abrir la boca—. Obvio que no. ¿Esperas que Lali se encoja de hombros y olvide lo que le has hecho pasar? No hay mujer viva dispuesta a perdonarte, hermano. De hecho, sé de algunas que te cortarían en pedazos por mucho menos.

—Y estarías en tu derecho, Lali —Martín era la imagen del remordimiento genuino.

—No he tenido tiempo para imaginar formas de castigarte, Martín —dijo Lali.

—¡Yo sí! —gruñó Peter, rodeando a Lali con más fuerza.

Conmovida por la forma en que Peter la defendía, Lali le cubrió la mano, todavía sobre su cintura.

—Olvídalo, Peter —le dijo en voz baja—. Todo ha terminado. Y sigue siendo tu hermano.

—Tal vez haya terminado, pero no lo he olvidado. Y no me recuerdes que es mi hermano.

Imperturbable, Martín seguía observando a Lali pensativamente.

—La verdad es que Lali parece haberse recuperado sin problemas, Peter... para haberse escapado por poco de un idiota —sus ojos se posaron en Peter—. ¿Tienes algo que ver con eso?

Con un gruñido de fastidio, Peter se acercó a la cafetera.

—Todavía no has dicho por qué has venido aquí.

—Negocios —dijo Martín, apoyando la cadera en el borde de la mesa de trabajo—. Vengo en representación de mi cliente, Amalia Silva.

—¿Qué le pasa? —preguntó Lali, frunciendo el ceño. Peter dejó su taza de café.

—¿Sí, qué quiere?

—En realidad, no se trata de Amalia sino de Manuel, su sobrino —miró a Lali—. Ya sabes que mi estudio representa a Amalia. Manuel es su heredero. Anteriormente, cuando Amalia invertía en un proyecto arquitectónico, Manuel sólo era un renombrado tramitador, pero esta vez le ha permitido entrar en sociedad.

—Lo sé —dijo Lali.

—De hecho es una sociedad limitada, y eso no nos sorprende a ninguno de los que conocemos a Amalia —Martín contempló la obra—. Tal vez sea su heredero, pero ella no es ninguna tonta. Es la que lo controla todo.

—¿Y bien? —preguntó Peter, cruzando una pierna sobre la otra y apoyándose en el armario.

—Está preocupada por la subida de los costos.

Lali emitió un gemido ahogado.

—Bueno, ya era hora. Le advertí a Manuel que los cambios incrementarían los costos. ¿Y por qué fue a hablar contigo y no conmigo? ¿Qué puedes hacer tú para mantener los costos bajos?

—Le preocupaba otra cosa. Ha tenido noticia de varios incidentes sospechosos. Equipo defectuoso, operarios ineptos... son sus palabras, no las mías. Y un desastre potencial ayer con una grúa. Estaba bastante alterada. Empezó a imaginar demandas, y por eso estoy aquí. Quería saber lo que Peter tenía que decir —sonrió a Lali con confianza—. La persuadí para que no llamara a Renato Larraín y expresara su preocupación hasta que no volviera a hablar con ella.

Lali emitió un bufido en desacuerdo. El encanto de Martín funcionaba incluso con Amalia Silva.

—Podrías habérmelo preguntado a mí, Martín. En cuanto al accidente de ayer, debes saber que, como la posible víctima, tengo todos los detalles. Además, ¿no es lógico hablar con el arquitecto además de con el constructor?

—Y habría ido a verte, Lali —dijo Martín en tono tranquilizador—. En cuanto terminara de hablar con Peter.

—Bueno, puedes matar dos pájaros de un tiro ahora mismo —le dijo. Tomó su cartera, la colocó sobre la mesa y la abrió—. Tengo un sumario de las órdenes de trabajo, los retrasos y todos los incidentes a los que aludes aquí mismo. Y date cuenta de que ha sido Amalia en persona la que ha impulsado todos los cambios. Creo que los números concordarán con la evaluación de Peter. Sacamos las cifras juntos, ¿no, Peter?

—Es verdad —Peter ojeó rápidamente las dos páginas de la memoria que Lali le ofrecía—. Y no nos hemos cruzado de brazos ante los problemas en la obra. Hemos contratado más vigilancia y Lali y yo estamos trabajando juntos para resolver el problema—Anoche mismo estuvimos hablando de ello.

—¿Anoche, eh? —Martín desvió la mirada del informe a Lali y luego a Peter.

—Sí, en casa de su mamá —dijo Peter, y miró a su hermano a los ojos—. Donde amablemente me invitaron a cenar después de que me ofreciera a enviar todo un cargamento de regalos de boda a sus respectivos dueños.

—Bueno, Peter. Te pido perdón por la forma en la que llevé el asunto —tuvo la gentiliza de parecer avergonzado—. En su momento, estaba tan confundido que no pensaba adecuadamente —su rostro se iluminó—. Pero parece que todo está saliendo mejor de lo que todo el mundo imaginaba.

—¿A qué te refieres con eso? —preguntó Peter con desconfianza.

—Peter. Peter... —Martín puso los ojos en blanco—. No me irás a hacer creer que interrumpí una charla de negocios cuando entré aquí hace un minuto, ¿no?

—¡No voy a decirte nada!

—Claro que no, hermano. No deberías —los ojos de Martín brillaron con picardía mientras los miraba alternativamente.

—¿Has terminado? —le preguntó Peter—. Lali y yo tenemos trabajo que hacer.

Martín levantó un dedo.

—De hecho, desearía que Lali y tú tuvieran algo de verdad. Daniela dijo desde el principio que tendrías que haber sido tú y no yo quien se casara con Lali. Son almas gemelas, según ella. Pero yo no hacía más que decirle que estaba loca, que no querrías volver a enamorarte, Peter. La verdad es que hemos hecho una apuesta y creo que la va a ganar.

Habiendo silenciado con eficacia a Lali y a Peter, Martín recogió los papeles que Lali había sacado de su maletín.

—Haré una visita a Amalia Silva con este informe y veré lo que puedo hacer para calmarla —le guiñó el ojo a Lali—. Mientras, tal vez pase por casa y le pida perdón a Daniela por dudar de su criterio. Eh —una vez en la puerta, los señaló a los dos con el informe de Lali enrollado en la mano para soltar su frase final—. No hay nada más delicioso que hacerlo en la oficina. O, ¿me equivoco?

Continuará…