Capítulo 57

Hola, hola!!! Cómo arrancaron la semana?! Espero que bien y estas últimas semanas del 2012 las llenen de cosas buenas y les dejen lindos recuerdos! Gracias a todas por estar siempre ;) Besos y nos leemos mañana!!!!

Chicas, alguien sabe algo de CHARI?! Hace días que no anda por acá! Si alguna sabe algo me avisa, si? Gracias! y les cuento que hoy, Giada empezó su nove en http://laliteritaly.blogspot.com/2012/12/capitulo-1.html 

Twitter: @Caparatodos

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—Es usted muy amable, pero no, no tengo hambre —miró hacia la UCI—. Ya que Lali está adentro con Carlos, creo que iré a la capilla. No quería alejarme mucho, por si pasaba algo.

—Ahora puede irse —la animó Peter—. Le diré a Lali dónde puede encontrarla.

Capítulo 57:

Peter la vio marcharse y tomó un sorbo de café. Estaba amargo, pero caliente. Pensó en el encuentro con la señora Espósito. Era obvio que estaba preocupada por su esposo, pero apenas había pensado en Lali y en cómo se debía de estar sintiendo. Empezaba a entender el trauma familiar de Lali, y tenía que admitir que, en comparación, la suya era una familia modelo. A pesar de sus desacuerdos y discusiones sobre el estatus social, nunca había dudado del cariño que sus padres le tenían a él y a sus hermanas.

Levantó la cara y vio a Lali caminando lentamente hacia él, con las mejillas empapadas por las lágrimas.

—¿Estás bien? —le preguntó él, levantándose al momento.

Ella asintió. Tenía la mirada apagada.

—Lo tienen conectado a un respirador y tiene las piernas enyesadas. Es horrible —miró a su alrededor—. Pensé que mi madre iba a estar aquí.

—Estaba. Hablé un poco con ella. Se fue a la capilla.

—A ver si lo adivino. Estaba con su rosario en mano.

—Así es.

Lali suspiró.

—Antes de que Joaquín muriera apenas íbamos a la iglesia, salvo en semana santa y en Navidad. No es que no fuéramos religiosos, sino que mi papá trabajaba toda la semana intentando mantener el campo a flote. Mi mamá lo ayudaba, y lo mismo hicimos Joaquín y yo al crecer —tomó un sorbo de café y cerró los ojos mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios—. Era muy duro, pero recuerdo aquellos días con mucho cariño. Tras la muerte de Joaco, todo se vino abajo. Mi padre trabajaba de sol a sol, volvía a casa para comer y se iba a la cama sin decirnos una palabra a mi madre ni a mí. Mi mamá comenzó a ir diariamente a la iglesia y a hacer tortas para las ventas benéficas. No sé si lo hacía por el alma de Joaquíen o si solamente intentaba escapar de aquel ambiente tan sofocante.

—Si aquello la consolaba… —empezó Peter.

—No fue así —dijo Lali—. Fue la manera que tuvo de evadir de la realidad. Mi padre trabajaba. Ella iba a la iglesia. Y parece que lo sigue haciendo —parpadeó para contener las lágrimas—. Me acabo de dar cuenta de que mi padre, como está ahora, no podrá trabajar durante mucho tiempo. ¿Cómo va a soportarlo?

—Poco a poco —le aconsejó Peter—. Primero vamos a enfocarnos en su recuperación.

Mientras hablaba, miró hacia la puerta de la sala de espera y vio a la madre de Lali esperando. No le gustaba la manera en que había alejado a Lali de su vida, pero no podía evitar sentir lástima por ella, viéndola tan perdida y sola.

—Señora Espósito —la llamó.

—¡Mamá! —exclamó Lali.

—Hola, Lali —la saludó su madre en tono dubitativo.

Peter vio el profundo anhelo en los ojos de Lali y la inseguridad en los de su madre. Y quizá algo más… Se inclinó para susurrarle a Lali al oído.

—Te necesita tanto como tú a ella. Voy a dar un paseo para darles un poco de tiempo —le tocó la mejilla—. ¿Está bien?

Por un momento pareció que Lali iba a discutirle, pero entonces asintió.

—No te demores, por favor.

—Sólo serán unos minutos. Te lo prometo.

Al pasar junto a la señora Espósito le dio un apretón en la mano. Dudaba que unos cuantos minutos, o incluso unos cuantos días, fueran suficientes para que madre e hija se reconciliaran.

A pesar de su enojo inicial, Lali sintió una punzada de compasión por su madre. Parecía tan desconsolada y asustada como había estado después de la muerte de Joaquín, cuando todo lo demás había perdido sentido para ella.

—Mamá, siéntate, por favor —le dijo finalmente—. A menos que quieras ir a ver a papá.

—No, es muy pronto. Acabas de salir de la habitación. Necesita descansar entre las visitas.

—Entonces siéntate —insistió ella, observando el cansancio en los ojos de su madre—. ¿Has descansado?

Su madre se encogió tímidamente de hombros y se sentó junto a Lali.

—Pasaba las noches en casa, pero desde que lo trasladaron a cuidados intensivos no me he movido de aquí.

—¿Por qué no entras a verlo y después te vas a casa a dormir un poco? Te sentirás mejor después de ducharte y cambiarte de ropa. Yo me quedaré hasta que vuelvas.

—Tu amigo, el señor Lanzani, dijo que te había traído en auto. ¿No tiene que regresar?

—Él puede irse cuando quiera. Alguien me recogerá en cualquier otro momento —sabía que Candela, Rocío o Eugenia irían sin pensarlo, pero no era necesario. Peter no iba a regresar sin ella.

—¿Estás…? ¿Él es importante para ti? —le preguntó su madre.

—Es un amigo.

Por un instante fugaz los ojos de su madre brillaron de entusiasmo.

—Eso puede significar muchas cosas hoy día —dijo—. Veo la tele… Lo sé todo sobre esos «amigos con derecho a roce».

Sorprendida, Lali no pudo evitar una risita.

—¡Mamá!

—Es verdad —corroboró su madre. Sus labios se curvaron en un atisbo de sonrisa, recordando que una vez había tenido sentido del humor.

—Peter no es esa clase de amigo —dijo Lali, poniéndose roja. Y no por falta de deseo…

—Aun así, me alegra saber que puedes contar con alguien —dijo su madre. Pareció que iba a decir más, pero se quedó callada y bajó la mirada a sus manos.

Lali tuvo la impresión de que un momento de complicidad acababa de esfumarse entre ellas.

—¿Cómo encontraste a tu padre? —le preguntó su madre al volver a mirarla.

—Estaba muy quieto —dijo Lali—. No parecía papá.

—Lo sé. Apenas puedo quedarme sentada a su lado —admitió—. En los últimos años estaba muy callado y distante, pero siempre irradiaba una fuerza y vitalidad especial —su expresión se cubrió de nostalgia—. ¿Alguna vez te conté sobre la primera vez que lo vi?

—Creo que no —respondió Lali. La muerte de Joaquín se había llevado consigo cualquier posibilidad de mantener conversaciones íntimas con su madre.

Continuará…