Capítulo 69

Hola, chicas! Cómo andan?! Y nuevamente llegó el viernes :O y con el arranca el último fin de semana del 2012! Que bestia como se pasó el año, al menos para mí!!!  Espero que bien y estos días finales del 2012 estén disfrutando de la gente que quieren y cargándose de buenos momentos para recibir el año que viene! ¡Feliz día de los inocentes jajajaj!

Ahora, les quiero compartir algo y no lo digo como “vieja aburrida, arruina momentos”… es solo que hoy falleció un amigo de mi hermano, con 20 años y toda una vida por delante! Eso solo me hizo caer, porque creo que siempre somos conscientes, que nadie tiene la vida “comprada”. No por tener plata o dejar de tenerla, por ser de una religión, raza u clase social tenemos más privilegios ni vamos a vivir más! Cuando nos toca, nos toca y justamente por eso, porque no sabemos cuando será la última vez que abracemos, besemos o le digamos te quiero a las personas que amamos es que debemos hacerlas siempre que lo sintamos… porque nos vayamos nosotros o se vaya el otro, ya no hay vuelta atrás! Y no les digo esto para ponerlas tristes, pero pensar que pudo ser mi hermano o mi primo… el dolor de esa familia y todo, me hace dar cuenta que somos “actores” de la vida, nunca sabemos cuando se va a terminar nuestro papel… cuando se va a cerrar nuestro telón! Por eso, DISFRUTEN, AMEN, SEAN FELICES y llénense de las cosas importantes, del amor y no pierdan su tiempo con pavadas o por gente que no valga la pena! VIVAN por ustedes y aquellos que aman y las aman porque de ese cariño se llena el alma, el corazón y al final, es lo único que nos queda y nos podemos llevar!

Creo que me extendí, pero la verdad desde ayer recibí noticia mala tras noticia mala y está bueno compartir no solo momentos buenos sino también las enseñanzas que nos dejan los malos!

Las quiero y nos leemos mañana!!!! Besos y gracias, gracias y más gracias por estar ahí!

Twitter: @Caparatodos

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Si su relación con Lali progresaba como él esperaba, tendría que sentarse con sus padres y exponerles la situación. Quería que la apreciaran igual que él. Y si no podían hacerlo… Bueno, ya se ocuparía de eso cuando llegara el momento.

Capítulo 69:

Lali estaba acabando un montón de papeleo en su oficina cuando levantó la mirada y vio a un hombre en la puerta que le resultó vagamente familiar. Aunque no lo hubiera visto de lejos semanas antes, habría reconocido al padre de Peter, aunque no se imaginaba qué estaba haciendo allí.

—Señor Lanzani, ¿en qué puedo ayudarlo?

—¿Sabes quién soy? —preguntó él, visiblemente sorprendido.

—Usted y su hijo se parecen mucho. Y lo vi de lejos en su primera visita a Monte Grande. ¿Por qué no pasa y toma asiento? O si prefiere, podemos ir al jardín.

—No es necesario —dijo él, llenando el pequeña oficina con su presencia. Se sentó en el borde de una silla y miró a Lali con curiosidad—. No me extraña que mi hijo se haya fijado en ti. Tienes una belleza muy peculiar.

Lali no sabía cómo tomarse el comentario, por lo que prefirió no decir nada.

—No eres adecuada para él.

—Hace unas semanas yo habría dicho lo mismo —respondió ella.

—¿En serio? —preguntó él, sorprendido por su sinceridad.

—Vivimos en dos mundos diferentes, pero Peter casi me ha convencido de que podemos acortar la distancia que nos separa.

—¿Casi?

—Es un hombre muy persuasivo.

Su respuesta pareció preocupar al señor Lanzani.

—¿Qué haría falta para hacerte cambiar de opinión?

—¿Perdón? —preguntó, convencida de que no lo había escuchado bien.

—Mi esposa me dijo que viviste en París, así que no eres una chica pueblerina e ingenua que cree que el amor lo puede todo, ¿no es así? Ya sabes cómo funciona el mundo.

—Me gusta pensar que sí lo sé —respondió ella con cautela.

—Bien, entonces dime, ¿qué haría falta para que cortaras todo tipo de vínculo con mi hijo?

—¿Qué haría falta? —repitió Lali—. ¿Me está ofreciendo dinero para que deje de ver a Peter?

—Dinero, un trabajo en otro lugar, lo que sea —confirmó él—. A mi hijo lo espera un excelente futuro, una vez que se haya sacado de la cabeza la ridícula idea de trabajar para esta localidad. Pero para desarrollar todo su potencial necesita a la mujer adecuada a su lado. Alguien de su misma clase social.

Lali se había quedado tan sorprendida por la visita que hasta ese momento no había tenido tiempo de sentirse ofendida, pero Juan Lanzani se estaba pasando de la raya.

—Creo que debería irse —le sugirió, poniéndose de pie.

—No hasta que hayamos llegado a un trato.

—Entonces tendrá que quedarse ahí sentado mucho tiempo —dijo ella—. No tengo intención de seguir escuchándolo. No sólo me está insultando a mí, sino también a su hijo. Acaba de demostrarme que no sabe respetarlo como al hombre honesto, decente y trabajador que es. A Peter le encanta su trabajo y está realizando una labor muy importante.

—Está organizando festejos navideños —se burló él—. Un hombre como Peter debería estar dictando leyes, haciendo del mundo un lugar mejor, no perdiendo el tiempo con los adornos de un árbol.

—Porque tal cosa no es indigna de ustedes, o ¿me equivoco? —contestó Lali—. Sé cómo decoran su casa en Navidad, así que a alguien debe de importarle. Probablemente a su mujer, ¿no? No quiero decir que haya colgado un solo adorno en su vida, por supuesto. Para eso ya están los empleados.

—La cuestión es…

—La cuestión es que usted es un pedante, señor Lanzani. No pienso escuchar otra palabra sobre mí o sobre su hijo. Lo que pase entre Peter y yo no es asunto suyo.

—Te equivocas —declaró él, muy irritado—. No voy a permitir que arruine su vida por alguien como tú.

—Ni siquiera me conoce —dijo ella—. Y ahora, váyase.

—Le diré a mi hijo lo grosera y maleducada que has sido —anunció él con voz altanera.

Lali no pudo menos que sonreír.

—Y yo le diré lo ofensivo e insultante que ha sido. ¿Qué cree que será peor?

El señor Lanzani pareció sorprendido.

—Tienes agallas. Eso hay que reconocerlo.

—Hará bien en no olvidarlo —le aconsejó ella.

—Le dije a Claudia que esto era una mala idea —murmuró él, como si repentinamente se diera por vencido.

Para Lali no fue ninguna sorpresa descubrir que la madre de Peter estaba detrás de aquella visita, pero no se imaginaba qué la había impulsado a enviar a su marido a intentar sobornarla.

—En eso estamos de acuerdo —le dijo ella—. Es una pésima idea.

Los ojos del señor Lanzani brillaron en señal de respeto.

—En otras circunstancias… —empezó, pero su voz se apagó.

—¿Qué? —lo acució ella.

—Hay rencores muy profundos entre mi mujer y tú.

—Eso no es ninguna novedad. Lo que no entiendo es por qué. No es sólo por lo que sucedió en Ce’bella, ¿verdad?

Continuará…