Capítulo 24

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—¿Eso quiere decir que hablabas en serio cuando decías que te quedarías aquí?

Capítulo 24:

Había algo en su voz que obligó a Peter a mirarla. Se preguntó si tendría que reconocer que se había precipitado al tomar la decisión de quedarse. No quería permanecer allí donde la desconfianza y el prejuicio eran tan palpables y agobiantes como la humedad en el verano. Nadie confiaba en él y él tampoco confiaba en Lali. Pero eso ya no importaba porque el jefe de policía se había hecho cargo de la situación.

—No me he comprado el auto, sólo lo he alquilado. Joaquín me ha ordenado que no me vaya de Arcadia.

Pisó el acelerador y el rugido del viento evitó que siguieran hablando. La aguja del odómetro subió hasta ciento veinte. Lali se imaginó que dejaban Arcadia atrás para siempre y se preguntó cómo se sentiría si fuera verdad.

Pero rápidamente volvió a la realidad dejando atrás cualquier tipo de ensoñación. Peter no podía dejar Arcadia ni ella abandonar sus responsabilidades a pesar de que él la amara. Aunque él no había expresado la más mínima intención de que retomaran su relación donde las habían dejado. Además, se encontraba en graves dificultades. Mejor dicho. Los dos estaban en graves dificultades porque Peter necesitaba su ayuda tanto si estaba dispuesto a admitirlo como si no.

La carretera era recta y estaba desierta. Lali sabía que Peter disfrutaba con la velocidad. El demonio que había en él nunca había sido exorcizado y Lali sabía que eso debería de haberla asustado.

A unos cuarenta kilómetros, Peter cambió de dirección. A los pocos minutos vieron el cartel de bienvenido a Arcadia.

—No estabas bromeando cuando me dijiste que uno de tus hobbies era coleccionar multas por exceso de velocidad. Has tenido suerte de que Joaquín no nos haya visto.

—Eso servirá para demostrarte que no debes aceptar que cualquiera te lleve a pasear.

Lali se recostó en el asiento pensando que, en realidad, Peter no había cambiado tanto. Por primera vez, se sintió en paz en su compañía. Cerró los ojos hasta que sintió que el auto había dejado la pista y daba saltos por un camino de tierra. Cuando los abrió, descubrió un paisaje que hacía más de una década que no veía. Peter salió del auto y Lali lo siguió como impulsada por una fuerza superior.

Peter no sabía por qué la había llevado allí ni podía explicarse el motivo de invitarla a dar una vuelta. Era el mismo sitio en el que habían estado la noche de la desaparición de Erika. Era lógico que volvieran después de la desaparición de Luz. Los dos crímenes estaban relacionados entre sí de una manera extraña e irracional, al igual que su vida estaba ligada a la de Lali. El vínculo estaba allí, pero no le encontraba ningún sentido.

—¿Vas a hacerle caso a Joaquín?

—No tengo otro opción —contestó él, contemplando el agua—. Sé que no tiene derecho a ordenarme nada, pero también es cierto que puede hacerme pasar malos ratos si vuelvo a Buenos Aires.

Peter había dejado los lentes de sol en el auto y se sentía extrañamente indefenso sin ellos. Lali en cambio, sintió que la tranquilidad de un rato antes dejaba paso a una irritación cargada de ofensa.

No quería que Peter se fuera antes de solucionar el vacío que había entre ellos, pero le sorprendía la forma en que su cuñado usaba las leyes para que sirvieran para sus propios beneficios.

—Lo dices por tu reputación profesional, ¿no es verdad?

Peter asintió. Recogió una piedra y la lanzó al agua.

—Llegué a creer que había dejado definitivamente todo esto atrás. Pero no. Incluso es peor que la última vez. Al menos, entonces tenía una coartada, ahora sólo cuento con mi palabra.

—A mí me basta —dijo Lali.

Peter no la miró. Parecía estar absorto en sus propios pensamientos.

—La verdad es que creo que tenías razón el otro día.

—¿Sobre qué?

Comenzaba a confiar en ella, pero se guardaba algo de suma importancia. Lali lo había sabido desde el momento en que ni siquiera la había mirado al decirle que le bastaba con su palabra.

—Es demasiado obvio para ser una coincidencia. El culpable sigue en Arcadia, ¿por qué, entonces, tendría que esperar doce años para cometer otro crimen?

—La única razón es que tú has vuelto. La pregunta es qué podemos hacer.

Peter sacudió la cabeza desesperadamente. Otra niña había desaparecido y su reputación e incluso su futuro colgaban de un hilo. Lo irónico era que estaba hablando sobre la situación con la mujer que, en el pasado, había contribuido a arruinar su vida. Sabía que ella ya estaba creando un plan. Había dicho «nosotros». Por un segundo, sopesó la posibilidad de irse y dejarla sola, pero no lo hizo. Necesitaba toda la ayuda con que pudiera contar y ella se la debía.

—Todo juega contra nosotros para averiguar lo que le ha pasado a Luz. Joaquín nos advirtió que no nos metamos en su camino y nadie en el pueblo hablaría conmigo.

—Tal vez no podamos averiguar lo sucedido con Luz —dijo ella con los ojos brillantes—, pero nada nos impide tratar de averiguar lo que sucedió con Erika.

—¿Qué estás pensando?

—Es un poco arriesgado, pero creo que es nuestra única oportunidad. Los dos crímenes tienen que estar relacionados, ¿no es así? Sí descubrimos quién secuestró a Erika habremos descubierto al secuestrador de Luz.

—No va a funcionar. La pista está muy fría, fue hace mucho tiempo. Además, no podemos estar seguros de que se trate de la misma persona. Sólo es una teoría.

—Escúchame, Peter. Es la única teoría que tenemos y nos tiene que servir para algo. Sé que las pistas se deben de haber enfriado, pero nunca intentamos seguirlas. Yo escondí la cabeza en la arena y tú te fuiste de Arcadia. ¿No crees que deberíamos intentarlo por nosotros mismos y por Erika? Nos lo debemos.

Peter adquirió una expresión tensa mientras meditaba sus palabras. La miró y vio que sus sensuales labios estaban entreabiertos de anticipación y en sus ojos había una expresión suplicante. Ya le había hecho daño una vez. Sería una locura confiar en ella sólo porque sus ojos se iluminaban al verlo. Pero tal vez no fuera tan mala idea. Tal vez era la única oportunidad que tenían. Peter sintió que Lali contenía la respiración mientras esperaba su respuesta.

Continuará…