Capítulo 25

Twitter: @Caparatodos

____________________________________________________

Peter adquirió una expresión tensa mientras meditaba sus palabras. La miró y vio que sus sensuales labios estaban entreabiertos de anticipación y en sus ojos había una expresión suplicante. Ya le había hecho daño una vez. Sería una locura confiar en ella sólo porque sus ojos se iluminaban al verlo. Pero tal vez no fuera tan mala idea. Tal vez era la única oportunidad que tenían. Peter sintió que Lali contenía la respiración mientras esperaba su respuesta.

Capítulo 25:

—¿Cuál será nuestro primer movimiento?

Lali dejó escapar el aire que había estado conteniendo. Que Peter estuviera de acuerdo era más importante para ella de lo que había creído.

—En cuanto estés listo iremos a Buenos Aires. Creo que deberíamos hacerle una visita a Martha Calderón.

Después de unos minutos asintió y ella sonrió aliviada. Necesitaba ayudarlo casi tanto como él necesitaba su ayuda. Por vez primera desde su reencuentro sintió una pequeña esperanza. Quizás podría ganarse su confianza otra vez, quizás podría arreglar las equivocaciones del pasado. Hacía calor y Lali se levantó el pelo para ventilar su nuca con un gesto inconsciente.

—¿Por qué no te lo cortaste?

Lali sabía la respuesta. Un pelo que le llegaba hasta la cintura era muy poco práctico con tanto calor, pero nunca había pensado en cambiar de estilo. Hacía muchos años, un hombre le había acariciado el pelo pidiéndole que nunca se lo cortara. Nunca lo había hecho. Bajó la mirada y mintió.

—Creo que soy demasiado miedosa como para arriesgarme a cambiar mi estilo.

Peter la contempló un momento. Suspiró al pensar que ella ni siquiera recordaría lo mucho que a él le había gustado su pelo largo. Después de lo que había sucedido no podía esperar nada de ella y mucho menos que no se hubiera cortado el pelo en todos esos años por él. Se recostó sobre el pasto dejando que el frio de este le refrescara el cuerpo.

—No sé por qué te traje aquí. Me trae demasiados recuerdos a la cabeza.

Lali apretó los labios mientras el recuerdo de dos cuerpos jóvenes entrelazados sobre el jardín se avivaba en su memoria. Aquella noche le había dicho que lo amaba y al día siguiente su mundo secreto se había derrumbado. El mismo día, su vida, tan llena de promesas y de esperanzas, había terminado y otra que no era suya había ocupado su lugar. No sólo había abandonado a su amor sino a sí misma. Pero, ¿cómo podía decírselo?

—No todo son malos recuerdos, Peter.

—Yo no considero que el que una niña pequeña desaparezca sin dejar ni rastro sea un buen recuerdo.

Peter no quería pensar en los buenos momentos. Las promesas que Lali le había hecho no habían sido más que mentiras. Hacía mucho calor aquella tarde sin brisa. Sabía que ella debía estar sudando, pero no veía nada que lo revelara. También sabía que los años debían haber dejado su huella en ella pero su rostro era tan suave como el de una adolescente. Y eso era lo que no podía olvidar, la adolescente que le había roto el corazón. Antes de que pudiera frenarlo, la pregunta que había jurado no hacer nunca se escapó de sus labios.

—¿Por qué te callaste, Lali?

El corazón de Lali latió con fuerza porque era la pregunta que ella había estado temiendo. Aunque había sabido que él le iba a pedir explicaciones, no estaba preparada para responder. Lo miró. Peter tenía el ceño fruncido y Lali lo respetaba como para pretender que no le había entendido.

—No puedes imaginarte cuántas veces me he preguntado lo mismo. Aún no estoy segura de haber encontrado la respuesta.

Peter se sentó para contemplarla. Tuvo que hacer un esfuerzo para que no le afectara el brillo del sol sobre la cara que todavía le parecía sumamente atractiva.

—¿Por qué no?

—No lo sé. Toda esa época me parece muy confusa.

—¡Por favor, Lali! Hace tiempo que me debes una explicación y has tenido doce años para armarla.

—¡Ay, Peter! Tenía mis razones. En ese tiempo pensaba que seguir viviendo en Arcadia sería como morir prematuramente. Este lugar me parecía sofocante. Quería ir a la universidad y llegar a ser alguien. Pero me enamoré de ti y ya no supe lo que quería. —Lali hizo una pausa. Podía sentir la rabia de Peter vibrar en el aire. Se merecía una explicación y ella solo le había dado más vueltas—. Bueno, eso no es del todo cierto —confesó Lali—. Sabía que te amaba, pero no quería enfrentarme a mi padre. Le tenía mucho miedo. Me parecía un ser todopoderoso. Incluso imaginé que llegaría a encontrar una forma de que nunca me fuera de Arcadia.

Peter no pudo evitar reír. La historia era absurda. Sobre todo porque su padre estaba muerto y ella tenía la clase de vida que siempre había odiado.

—No esperarás que me crea lo que me acabas de decir, ¿no?

—Es la verdad —confirmó ella herida por sus burlas—. ¿Por qué no me crees?

—Mírate, Lali. Eres una chica de pueblo que sigue trabajando en la tienda de su padre que falleció hace años. Nunca has salido de Arcadia quizás porque nunca te lo propusiste en serio.

—No es cierto.

—Podrías haberte ido conmigo —dijo él, recordando el sueño que había mantenido antes de descubrir que el amor era mentira—. No tenías por qué quedarte esperando la autorización de tu padre.

—Piensa en lo que estás diciendo. Ni siquiera había terminado el colegio y recuerda que quería ir a la universidad a estudiar arte.

—Podías haberlo hecho. De alguna manera nos las hubiéramos arreglado.

—¿Sin plata? ¿Sin nuestras familias? ¿Sin nuestros amigos? ¿Qué hubieran pensado?

—Ahí está el problema. Siempre te preocupaste demasiado por lo que pensaban los demás. ¿Por qué no lo admites de una vez, Lali?

—¿Qué es lo que quieres que admita, Peter?

Continuará…