Capítulo 47

Hola, hola!!! Qué tal las trató el día?! Ojalá que bien y… a disfrutar del finde largo! Aunque está bueno tomar en cuenta porque se celebra no?! ;) Pero eso ya queda en cada uno! Jijiji Gracias por sus comentarios, Gracias, gracias y más gracias!!!! Un beso enorme para todas y a aprovechar estos días! Nos leemos mañana!!!!

Twitter: @Caparatodos

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Abel dio media vuelta y dejó a Lali sola, clavada en el suelo. No supo cuánto tiempo estuvo allí antes de que se le ocurriera que debía cambiarse de ropa antes de ir a la casa de su madre. Comenzó a caminar lentamente. Sólo podía pensar en Abel Pintos y en la terrible advertencia que le había hecho.

Capítulo 47:

Rodeada de su familia, Lali terminó por convencerse de que Abel deliraba. Era probable que su mente alcoholizada le hubiera hecho ver el crimen del que hablaba todo el mundo. Y no podía descartar la posibilidad de que él fuera el autor, pero era inconcebible que hubiera cometido el crimen en un delirio alcohólico para implicar a Peter.

—Lali —la llamó su hermana—. La verdad, es que últimamente parece que vives en otro mundo. Te preguntaba si habías dejado el horno encendido.

—¿El horno? —repitió Lali con la mente en blanco.

—Sí, tu horno. ¿No te acuerdas que te fuiste del velorio para comprobarlo?

—¡Ah, el horno! No, fue una falsa alarma. Ya sabes que esas cosas no te dejan tranquila hasta que te aseguras que esté todo en orden.

Lali se dio cuenta de que toda la mesa la miraba. Estaba segura de que Joaquín no le había creído ni una sola palabra.

—Me alegro de que Erika, al fin, pueda descansar en paz—dijo María José Espósito.

Había sido una de las pocas personas que había faltado a la ceremonia alegando que no podía soportar el sol de la mañana. Mirándola, dirigiendo la mesa con su regia envoltura, ninguno hubiera dicho que se trataba de una mujer débil.

—Me temo que no —apuntó Joaquín—. No podrá haber paz hasta que no haya arrestado al culpable.

—Eso suena como si ya estuvieras muy cerca. ¿No podrías darnos alguna pista? —preguntó María José.

—¡Mamá! —intervino Ana antes de que su marido pudiera contestar—. Sabes muy bien que Joaquín no puede divulgar detalles mientras continúe la investigación. En especial esta investigación, considerando que Lali está presente.

Lali cerró los ojos. Al abrirlos otra vez, descubrió a su hermano Patricio que la miraba con aire compasivo desde el otro lado de la mesa. Los dos habían sido víctimas de los comentarios de su hermana en innumerables ocasiones y sabían lo que se avecinaba.

—¿Qué insinúas, hija? —preguntó su madre como era habitual.

Cuando Ana no contestó, María José se dirigió a su hija menor.

—¿Qué quiso decir tu hermana, Lali?

Lali decidió que había llegado la hora de anunciar las malas noticias.

—Estoy segura de que ya te lo imaginas, mamá. Pero por si te queda alguna duda, se refiere a que Juan Pedro Lanzani es el principal sospechoso. Joaquín no debe hacer comentarios estando yo presente porque paso demasiado tiempo en compañía de Peter, ¿no es así, Ana?

Ana asintió y Lali tuvo que admitir por su expresión que debía sentirse como una miserable. Se le ocurrió que tal vez su hermana no fuera tan manipuladora y malintencionada como siempre había creído. Tal vez sólo fuera demasiado habladora.

—No creo haberte entendido bien —dijo su madre con una voz súbitamente fría—. ¿Me estás diciendo que sales con Peter Lanzani?

—Me entendiste perfectamente. Y para ser completamente sincera te diré que también estaba con él la noche en que Erika Calderón desapareció. Papá me ordenó que me mantuviera alejada de él, pero no le hice caso.

—Pero… yo pensaba que sólo era un rumor de mal gusto. Eres una jovencita muy tonta —la regañó su madre, fingiendo una indiferencia que no sentía—. No era conveniente para ti cuando tenías diecisiete años y sigue sin serlo ahora.

—¿Y tú cómo lo sabes, mamá? —preguntó Lali en tono desafiante—. No puedes pretender que te escuche ya que nunca has tratado de averiguar qué veía en él. Papá y todos ustedes siempre le vieron como un niño sin padre que no pertenecía a nuestro nivel social. Bueno, perfecto. Ahora es todo un hombre y un hombre apropiado. Es una pena que sean tan cerrados de mente como para no darse cuenta.

Todo el mundo en la mesa se quedó con la boca abierta. No era que no se hubieran dado cuenta de la terquedad de María José sino que nadie se había atrevido a decírselo hasta aquel momento. Lali se dio cuenta de que no tenía caso seguir allí. Se levantó con toda la gracia y la elegancia que su madre le había enseñado.

—Si te he insultado, lo siento, mamá. Sin embargo, lo he dicho de corazón—. Lali miró a María José, pero ésta alejó la mirada—. Y ahora, si me disculpan, creo que ya dije bastante como para una tarde.

La noche había caído y Lali comía una bolsa de papas fritas sola en su casa. Había pensado en llamar a Peter, pero el recuerdo de su dolor la había detenido. ¿Qué podía decirle? ¿Qué Abel Pintos lo acusaba de ser el asesino?

El problema era que habían empezado a investigar con años de retraso y la pista estaba fría. Sin embargo, el presentimiento de que eran ellos quienes debían solucionar el misterio se resistía a abandonarla. No podía quitarse de la cabeza la idea de que faltaba una pieza en el rompecabezas. ¿Pero dónde encajaba en aquel desfile de disparates y personajes? Simplemente, no tenía sentido.

Dejó la bolsa de papas que empezaba a empacharla y se dirigió a la cocina a tomar un vaso de agua cuando sonó el teléfono.

—¿Aló?

—Mantente lejos del pasado —dijo una voz amortiguada tras un pañuelo.

Lali se indignó. Alguien de su ciudad intentaba asustarla y no iba a permitirlo.

—¿Quién es? ¿Qué quieres?

—Mantente lejos del pasado o te arrepentirás.

—¿Quién habla?

Al otro lado de la línea colgaron. Lali dejó el teléfono preguntándose qué clase de locura se había apoderado de Arcadia. Si tenía que creer a Abel, aquella voz era la de Peter. Era ridículo. Peter no era el asesino. Si la amenazaba era porque se estaban acercando. No estaba dispuesta a dejar que el verdadero asesino la asustara ahora.

—No voy a mantenerme lejos de nada —dijo en voz alta mirando al teléfono.

Continuará…