Capítulo 2

Hola, hola chicas!!!!! ¿Cómo les va? Espero que todo bien por sus lares y si empezaron clases, dándole con todo para empezar con el pie derecho ;) Gracias por sus comentarios y me pone feliz que les guste la nueva nove!!!! Besos y nos leemos mañana!

Capi dedicado a Lore!!!!! FELIZ CUMPLE Loquilla!!! Que la pases lindo y disfrutes de tu día ;) Te mando un beso enorme!!!

Twitter: @Caparatodos

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–Es la verdad –aseguró Candela con voz inaudible–. No puedo tener hijos.

Capítulo 2:

–Entonces, ¿por qué…? –Lali no terminó la frase. Abrazó con más fuerza a su hermana.

–¿Por qué haces esto? ¿Por qué te vas a África sin la bebé? Eso es lo que de verdad quieres saber, ¿no?

Lali inclinó la cabeza.

–No creo que pueda explicarlo –Candela se liberó de su abrazo–. Es algo que tanto Agustín como yo debemos hacer –miró a Lali con firmeza–. Tengo que encontrarme a mí misma. Averiguar quién soy.

Candela se alejó un poco más de su hermana. Lali experimentó una desagradable sensación de rechazo seguida de vacío. Se regañó a sí misma al instante por su egoísmo. No debería sentirse dolida. Candela estaba sufriendo.

Pero a pesar de la empatía que sentía hacia su hermana, la pregunta principal seguía sin respuesta. ¿Qué pasaba con la bebé?

–Cande, ahora vas a tener una hija, y tienes un esposo que te ama. ¿No es suficiente?

A Candela se le suavizó la mirada.

–Sí, tuve mucha suerte al encontrar a Agustín –admitió.

Lali no estaba tan segura al principio. De hecho pensaba que su hermana saldría con el corazón hecho añicos de aquella relación.

La llegada de Juan Pedro Lanzani había sido todo un acontecimiento. No contento con haber heredado millones de una cadena hotelera que construyó su padre, el hombre había expandido el imperio fundando el más grande puerto marítimo de Alemania. En los últimos años había dado el paso a diversos cruceros.

Con la planeada expansión de la terminal de cruceros en Buenos Aires, no le sorprendió enterarse de que Peter tenía pensado convertir la ciudad en un puerto de destino. Lo que sí le resultó sorprendente fue saber por los periódicos que el empresario se había enamorado de Punta del Este y que tenía pensado irse a vivir allí.

       

Había enviado a su hermano para que buscara oficinas para la compañía y las comprara para instalar la nueva base de Cruceros Lanzani. Con todo el dinero que Agustín manejaba, a Lali le había parecido un joven engreído e irresponsable. Eso no tenía nada de bueno. Pero no cabía duda de que amaba a su hermana. Y por suerte había perdido aquella vena inconsciente que tanto había preocupado a Lali al principio. Pero irse a África sin la bebé…

Lali se llevó la mano al vientre. Consciente de que a Candela le molestaba que la agobiara trató de calmar su enojo.

–No puedes dejar a un bebé durante meses, o incluso un año, y esperar que esté ahí cuando vuelvas.

–Eso ya lo sé, Lali –Candela frunció el ceño–. No trates de hacerme sentir culpable. No estoy lista para tener un bebé. Ninguno de los dos lo estamos.

Ignorando la injusta acusación de su hermana, Lali trató de interpretar lo que quería decir la respuesta de Candela. El dolor de espalda, que todo el día la había molestado, se intensificó.

–¿Y qué pasa con la niña? –Insistió. Lali estaba furiosa–. No puedes abandonarla…

–No la voy a abandonar. Tú eres la madre legal. Sé que tomarás la mejor decisión para ella.

La expresión suplicante de los ojos de Candela hizo que a Lali se le erizara el vello de la nuca. Ah, no. Candela tenía pensado dejarle a la bebé y luego volver a buscarla. El pánico se apoderó de ella.

–¡No puedo hacerme carga de la niña!

A Candela se le llenaron los ojos de lágrimas.

–Sé que no podía esperar que lo hicieras. Pero siempre dijiste que querías que nos planteáramos la adopción de una forma abierta. Así que pensé que tal vez quisieras considerar…

–¡No! –exclamó aterrorizada–. Tenemos un acuerdo firmado…

Candela sacudió la cabeza.

–Pero Lali, tú nos explicaste que no podemos adoptarla legalmente hasta que hayas firmado el consentimiento de entrega a los doce días de su nacimiento. Como madre legal tienes derecho a cambiar de opinión… pero nosotros también.

Le había explicado demasiados detalles legales a su hermana.

–No puedes cambiar de opinión porque yo no puedo hacerme cargo de ella.

Candela suspiró.

–Ya lo hicimos. No estamos listos para ser padres. No quiero ni pensar en la decisión que tendrás que tomar, pero tendrás que hacer lo que creas mejor, Lali. Es tu cuerpo y es tu…

–¡Ni se te ocurra decir que es mi hija!

Candela compuso una expresión compungida.

–Creo que en el fondo sabía que no te quedarías con ella y lo tengo asumido. Sin embargo, confiaba en que… –Candela no terminó la frase.

¿Acaso Candela no sabía cuánto le dolía lo que le estaba pidiendo? El dolor le atravesó el pecho. Lali deseó poder echarse a llorar, pero no podía. Sin duda Candela pensó desde el principio que ella estaría dispuesta a buscar una solución.

El corazón le latía con fuerza y le dolía la cabeza. El dolor de espalda aumentaba con el pasar de los minutos. Lali sabía que aquello no era bueno para la bebé. Tenía que tranquilizarse. Aspiró con fuerza el aire y contó hasta cinco.

–Tengo un trabajo muy exigente. No puedo hacerme cargo de una mascota, así que mucho menos de un bebé.

Candela la estaba mirando, fijamente, otra vez. Le temblaba el labio inferior. Lali se negó a sentirse culpable. No iba a cuidar de la niña, no podía hacerlo. Eso nunca había formado parte del plan. Ese bebé había sido concebido para Candela y Agustín, no era su hija.

–Entonces estamos de acuerdo. No me dejas otra opción que entregarla en adopción.

–Si no ves otra salida…

Antes de que ella pudiera decir que no era lo que quería hacer, que esa bebé era responsabilidad suya y de Agustín, para su horror sintió una oleada caliente y húmeda. Había roto bolsa.

La hija de Candela no quería esperar una semana para nacer.

Continuará…