Capítulo 39

Hola de nuevo!!!! Espero haya sido un buen lunes y, así, empiecen la semana motivadas!!! :D Gracias por leer y engancharse tanto! Me encanta verlas disfrutar de la historia!!! Besos y hasta mañana!

Twitter: @Caparatodos

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—Así que es cierto.

Capítulo 39:

Peter giró la cabeza al oír aquella voz femenina tan familiar. A pesar de la acusación velada que contenían las palabras, por el tono, deliberadamente educado, cualquiera habría creído que le estaba preguntando por la salud de una anciana tía abuela.

¡Belén! Habría querido girar la cabeza para ver si Lali podía verlos desde donde estaba, pero se contuvo.  En  cualquier  caso,  llamaría  menos  su  atención  si  simplemente  tenía  una  conversación educada con Belén y luego iba a recoger a Lali y la sacaba de allí. Eso era lo que iba a hacer.

Lali sabía que antes de conocerla había estado comprometido con Belén y sabía que su ruptura había sido reciente, pero no conocía los detalles. O más bien no los recordaba, porque se los había contado la noche en que se habían casado  en  Las Vegas. Había tenido intención de volver a explicárselo, pero había estado esforzándose tanto para que le diera una oportunidad que no había querido arruinarlo con algo que formaba parte del pasado. Además, no le había parecido que hubiera ningún apuro por hablar del tema. Claro que eso había sido porque no había esperado que fuera a encontrarse con Belén.

Pero allí estaba, a un par de pasos de él, mirándolo con una sonrisa fingida en los labios que no dejaba entrever lo que en realidad debía de estar pensando en ese momento.

—Belén... No sabía que habías vuelto. ¿Cómo estás?

—¿Que cómo estoy, Peter? —repitió ella en un tono frío, sin perder la sonrisa—. Quizá debería decirte mejor cómo me siento: humillada.

Peter sintió una punzada de culpabilidad. Debería haberla llamado, debería de él haberle dado la noticia de que se había casado.

—Bueno, no deberías sentirte así —le dijo, y para intentar quitarle importancia a la situación, agregó—: Todo el mundo sabe que fuiste tú quien me dejaste. Fuiste tú quien rompió nuestra relación y...

 —Nuestro compromiso. Ibas a casarte conmigo.

Peter empezaba a notarse los hombros y la espalda agarrotados por la tensión.

—Es verdad, nuestro compromiso —concedió unánime.

A pesar de que no habían subido la voz, sabía que acabarían atrayendo las miradas de las personas que tenían más cerca. Al girar la cabeza, vio aliviado que Lali se había unido a otro grupo de personas que estaba un poco más alejado.

Acabaría cuanto antes con aquella conversación y se irían. Con Belén de vuelta en la ciudad tenía que contárselo todo lo antes posible. Seguramente no le haría gracia saber el poco tiempo que había pasado entre su ruptura con Belén y su boda con ella, pero la primera noche lo había entendido. Tenía que confiar en que cuando se lo explicara de nuevo también lo entendería.

La voz de Belén adquirió un tono áspero que no le había oído nunca, y eso atrajo aún más la atención de quienes los rodeaban.

—¿Cómo has podido hacerme esto?

—No fue mi intención hacerte daño —se disculpó Peter con sinceridad, mirándola a los ojos—. Nuestra relación terminó y tú te fuiste, regresaste y...

—Porque quería algo más de ti. Quería que te dieras cuenta de lo que teníamos, de lo que ibas a perder dejándome ir. Te estuve esperando... —la voz de Belén se quebró, y los ojos se le llenaron de lágrimas.

—Dijiste que querías algo que no había en nuestra relación, nunca me diste a entender que...

—Creí  que  te  darías  cuenta  sin  que  tuviera  que  decirte  nada.  Creía  que,  si  te  daba  tiempo, entenderías por qué quería algo más que un matrimonio  de  conveniencia.  Pensaba  que  irías  a buscarme.

Aquello no podía estar pasando. Belén no podía estar en medio de aquel salón lleno de gente con las lágrimas corriéndole por las mejillas. La misma Belén a la que nunca había visto perder la compostura, o alzar la voz, que siempre le había recordado a una muñeca de porcelana de rostro inescrutable.

No quería causarle dolor, nunca lo había querido.

—Belén, cuando conocí a Lali...

—¿Te enamoraste de ella? —lo cortó ella acusadora—. No, supongo que no —se respondió a sí misma sin darle tiempo a contestar—. Supongo que no es más que otra chica con las cualidades adecuadas, que cayó en tus redes solo trece días después de que me propusieras ir a Ibiza de luna de miel. Demasiado conveniente como para dejarlo pasar; seguro que te pareció una oportunidad que no podías desaprovechar —añadió—. Sabía que eras frío, Peter, pero incluso viniendo de alguien como tú esto es despreciable. ¿Lo sabe ella? No, me imagino que no, teniendo en cuenta la rapidez que tuviste para casarte con ella. Pero no tardará en ver más allá de tu sonrisa y de tu encanto personal, de tus atenciones... No pasará mucho tiempo antes de que se dé cuenta que eres capaz de dar y retirar tu afecto con la facilidad con que se presiona un botón, que te alejarás sin mirar atrás. O quizás no le importe, tal vez lo único que haya visto en ti sea un envoltorio atractivo y el tamaño de tu chequera.

La ira de Peter se mezcló con el sentimiento de culpa. Sabía que le había hecho daño a Belén, y lo sentía. Si los dardos que estaba lanzando fueran dirigidos solo a él, no le habría molestado, pero que se metiera con Lali...

—Belén... —le advirtió bajando la voz e inclinándose hacia ella—. No hagas esto; la gente está mirándonos.

Ella miró a su alrededor, se irguió y volvió a mirar a Peter con un brillo de amarga satisfacción en los ojos.

—Sí, nos están mirando.

Y entonces, de pronto, Peter lo supo. Apartó la mirada de Belén y vio que Lali estaba a un par de metros, mirándolos paralizada.

—Lali... —le dijo dando un paso hacia ella—. Vamos a por nuestros abrigos.

Siguió avanzando, pero Belén, detrás de él, no había terminado.

—Iba a darle a tu esposa el consejo que desearía que alguien me hubiese dado a mí: que no se enamore de ti. Pero a juzgar por su cara parece que ya es demasiado tarde —agregó, levantando la voz por encima de los murmullos de la gente.

Peter se paró en seco y se giró.

—Ya basta, Belén.

Cuando se volteó de nuevo para mirar a Lali, vio que había abierto la boca, como para decir algo, pero al cabo de un instante sacudió la cabeza y esbozó una sonrisa de impotencia.

Peter le puso una mano en la espalda y la atrajo hacia él para protegerla de las miradas curiosas.

—Vamos, hablaremos de esto en casa —le dijo.

Continuará…