Capítulo 8

Holillas!!! ¿Qué tal? ¿Cómo estuvo su día? Espero que todo bien y ya con un pie listo para empezar el finde!!!! Gracias por leer y disfrutar de la nove, me pone contenta saber y leer que les gusta!!!!!! :) Besos y mañana nos leemos!!!! Que empiecen el viernes con todo!

Ri: Pensé que era más corta de lo que resultó ser… así que será más como una novela corta que un corto :P
Vale: jajajaja acabo de leer tu comentario, y sí, más o menos así serían los planes! jajaajaja Qué lindo leerte y que estés de vuelta por acá! Lo mejor para mañana!!! Exítos :D TQ!

Twitter: @Caparatodos

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—¡Largo! —gritó, perdiendo el control.

Peter dejó la cerveza con un golpe sobre la barra y caminó hacia la puerta. Pero antes de salir, se volvió y la miró.

—Cuando estés más calmada, hablaremos otra vez

Capítulo 8:

—Lali, ¿el auto que acaba de salir no era el de Peter?

—Sí, mamá.

María José se acercó a la ventana y miró por las rendijas de la persiana como si hubiera alguna posibilidad de que Peter todavía estuviera allí.

—Desde luego parecía estar apurado —se giró para mirar a Lali con una leve acusación en la voz—. ¿Discutieron?

—¿Por qué preguntas eso, mamá?

Paloma se adelantó a contestar.

—Porque pisó tanto el acelerador que dejó marcas en la pista.

—Qué irresponsable —dijo Lali con rigidez.

—Me pregunto por qué lo habrá hecho —declaró María José con expresión pensativa.

—Lali, ¿me invitas un helado?

—Se pide por favor —María José corrigió distraídamente a la niña mientras contemplaba a Lali.

—Claro —contestó Lali, dando gracias por tener una excusa con la que esquivar el examen de su madre. De todas las personas que podrían haberse presentado en su casa sin avisar después de la escena con Peter, María José era la peor. No estaba preparada para confesarle a nadie su embarazo. Además, todavía estaba dolida porque Peter creyera que había hecho algo tan perverso como tramar aquel embarazo: ¿Cómo podía tener esa opinión de ella?

—Gracias, Lali —dijo la niña, aceptando el helado.

—¿Qué te pasa, Lali? —preguntó su madre.

—Nada, estoy cansada, eso es todo. Ha sido un día agotador.

—¿Tienes problemas en el trabajo con Peter?

—Hoy no he estado en la obra. Trabajé en el plano de una casa en San Isidro —agarró una trapo y lo pasó por la barra un par de veces—. Está quedando genial —añadió, confiando en poder distraer a María José—. Está cerca de la casa en la que vivías cuando estabas casada con Ismael. Deberías ir y verla, mamá.

María José analizó la pulsera de su muñeca derecha.

—Fue Ismael quien me la regaló —le dijo, levantándolo para que brillara a la luz. —Tenía un gusto exquisito.

—¿Por qué te divorciaste de Ismael, mamá Majo? —preguntó Paloma, lamiendo su paleta de helado.

—Era un amargado, querida.

—Mamá... —dijo Lali con fastidio.

—Es verdad. Sabes tan bien como yo que Ismael estaba viejo. Pero tenía un gusto increíble. Y demasiado dinero.

—Mi papá tiene mucho dinero y también tiene un gusto increíble. ¿Él también es un amargado? ¿Por eso te divorciaste de él? —preguntó Paloma. El helado, olvidado por un momento, empezó a deshacerse y mancharle los dedos.

—No, chiquita —presa por el remordimiento, María José tomó su pequeño rostro entre las manos y le dio un beso en la nariz—. Después de casarnos, tu padre y yo no nos llevamos tan bien como habíamos imaginado, eso es todo. Así que cuando conoció a tu nueva madrastra, supe enseguida que estaban hechos el uno para el otro y le di el divorcio sin rencor alguno. Pero... sí que le dije: Daniel, con una condición —le dio un pellizco en la nariz—. Que Paloma venga a vivir conmigo, si ella quiere. Y como tu padre y yo nos separamos siendo tan buenos amigos, aceptó encantado. Y con la aceptación de Julia, todo hay que decirlo.

Parada detrás de Paloma, Lali puso los ojos en blanco ante la historia idealizada y totalmente falsa de María José sobre el divorcio de su cuarto marido. Ladeando la cabeza, la pequeña arrugó la nariz, pensativa.

—Si son tan buenos amigos, mamá María José, ¿por qué le dijiste un día a Lali que papá se había vuelto loco cuando conoció a esa cabeza hueca de Julia?

María José levantó un dedo.

—Eso no se dice, cariño.

—Está bien, ¿pero cuál es la respuesta?

—Supongo que eres lo suficientemente grande para saber la verdad —suspiró María José—. Julia es bastante más joven que tu papá.

—Ya lo é —Paloma notó que su helado se estaba derritiendo y empezó a lamerlo otra vez —. Tiene veinticuatro años y papá cincuenta y seis.

—Bueno, son cosas que pasan. A veces los hombres tienen unas necesidades muy curiosas

María José se sentó en un banco de la barra y aceptó la taza de café que Lali le ofreció—. Paloma, Lali me contó de un nuevo juego que instaló en su computadora. Seguro te va a encantar, ¿no, Lali?

Al parecer, su madre estaba decidida a indagar aquella noche. Resignándose a lo inevitable, Lali le pasó a Paloma una servilleta de papel.

—Si quieres probarlo, dale al icono como te enseñé la semana pasada, Paloma.

Paloma observó a las dos mujeres.

—Quieren hablar de sus cosas, ¿no?

—Así es —dijo María José.

Lali suspiró.

—Será mejor que se lo cuentes todo, Lali —dijo la niña con astucia—. mamá no sé rendirá hasta que no lo hagas.

—Y entonces, ¿qué problema hay entre Peter y tú? —preguntó María José en cuanto Paloma salió de la habitación.

—Yo no he dicho que haya ningún problema, mamá. Peter ha sido un fiel amigo últimamente.

—Bueno, no me sorprende oír eso —María José tomó un sorbo del café que Lali le había servido—. Es un hombre encantador. Pero has estado tan dolida y enojada con Martín que temía que descargaras esos sentimientos con Peter. Transferencia, lo llamaría el doctor Salomón.

El doctor Salomón era el terapeuta de María José.

—Por favor, mamá, nada de psicología esta noche.

—No intentes distraerme, hija. Sería una injusticia tremenda que castigaras a Peter por lo que hizo Martín.

—Lo que siento por Peter no tiene nada que ver con Martín, mamá.

—¿Entonces sientes algo por él?

—No lo que tú estás pensando.

—¡Qué pena! —la expresión de María José se llenó de pesar —. Confiaba en que acabarían juntos.

Dios Santo, si ella supiera. Pero a pesar de lo poco convencional que parecía María José, Lali no creía que un embarazo sorpresa entrara en los planes de su madre para juntar a Peter con ella.

—Nos hemos visto casi a diario desde que Martín me dejó plantada. ¿No es bastante?

Entrecerrando los ojos, María José la miró inquisitivamente.

—No es eso exactamente lo que tenía pensado. Pero sé que si te lo propusieras, Peter se fijaría en ti como mujer —levantó una mano al ver cómo la expresión de Lali se entristecía notoriamente—Déjame terminar, Lali. Trabajas con Peter todos los días, los dos tienen muchas cosas en común e incluso comparten la misma filosofía política, para mi eterna perplejidad. Cualquiera diría que serían un matrimonio perfecto.

—Mamá...

—Está bien, está bien. Pero al menos podrías empezar a salir.

Lali se inclinó, apoyando las dos manos sobre la barra, y miró a María José directamente a los ojos.

—Te lo diré una sola vez, y espero que no pienses que soy irrespetuosa. Mantente alejada de mi vida amorosa —señaló sus labios —. Te lo voy a repetir, así que escúchame bien, mamá. Mantente... alejada... de... mi... vida... amorosa.

María José se encogió de hombros.

—Sólo era una idea, hija —hizo una mueca de fastidio y frustración —. Es que es tan buen partido, Mariana.

—¡Mamá! .....

Continuará…