domingo, 1 de junio de 2014

Capítulo 30


Hola, hola!!!! ¿Cómo estuvieron estos días? Ojalá que bien y llevando la rutina lo mejor posible!!! Gracias por estar ahí siempre, son lo mejor!!! Un beso enorme y mañana nos leemos! Que empiecen la semana con el pie derecho y una sonrisa para combatir el lunes ;)

Twitter: @Caparatodos
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—¡Nada te hace reaccionar, Peter!, nada te molesta, nada te frustra. Da igual lo que te haga, lo que diga, es como si lo único que te importara fuera llegar a la línea de meta: asegurarte de que voy a seguir siendo tu esposa. Todo lo demás te da igual. Siempre te muestras tan calmado, tan encantador, tan razonable, tan racional... Siempre encuentras la solución perfecta a cualquier problema, y me es imposible creer que seas así de verdad porque nadie es tan perfecto, Peter. Por eso no puedo confiar en ti. ¡Por eso tengo que irme!

Capítulo 30:

Peter se quedó mirando a su esposa, digiriendo aquella revelación. Hasta entonces había pensado que no podría haber nada peor que la sensación de fracaso e inutilidad que lo había marcado durante los trece primeros años de su vida, cuando ni las mejores notas, ni que hiciera un gol en un partido del colegio había bastado para calmar el dolor en los ojos de su madre. No había podido competir con la dependencia que su madre tenía a los antidepresivos, con los que un día había puesto fin a su vida.

De repente se preguntó si no habría reemplazado a una mujer con un dolor que él no había podido aliviar, por otra que tenía unas dudas que no podía resolver.

Debería dejarla marchar, pensó, pero entonces recordó la desolación que había visto en los ojos de Lali la noche anterior, y ese instante en el que, aunque había pensado que intentaría alejarlo, se había abrazado a él y había llorado en su pecho y aceptado su consuelo. ¿Cómo después de eso podía levantarse a la y decirle que quería irse? Aquella situación lo estaba sacando de sus casillas.

—¿Quieres ver una reacción, Lali? ¿Quieres algo real? —avanzó lentamente hacia ella, dando vía libre a su ira—. Estoy furioso, y no es porque mi mujer me cocinara la comida más repugnante que he probado, ni por ninguna de las otras insignificancias con las que has estado poniéndome a prueba. ¿Y quieres saber por qué? Porque para mí esas cosas no significan nada. Lo que ha colmado mi paciencia, lo que me ha enojado de verdad, ha sido enterarme ahora de que la mujer fuerte e independiente con la que me casé sin pensarlo dos veces ha  resultado ser una cobarde que huye de los retos, una mentirosa que hace promesas que luego no cumple, y que está demasiado amargada como para creer que lo que tiene delante de sus narices pueda ser real.
Lali lo miró boquiabierta y parpadeó incrédula.

—Te equivocas —susurró.
Peter sacudió la cabeza.

—Yo no lo creo. Eres como un boxeador que abandona antes del primer round. No tires los guantes; pégame fuerte en la cara y demuéstrame que me equivoco. Quiero que te quedes porque vale la pena luchar por esto que tenemos. Y, si eso no es lo bastante real para ti, también quiero que te quedes por esto —la agarró por los hombros y la apretó contra su cuerpo para besarla.

Aunque apasionado, fue un beso demasiado breve como para satisfacerlo, y cuando despegó sus labios de los de ella, con la sangre hirviéndole aún en las venas, la miró a los ojos, retándola a contestarle.
Ella se quedó mirándolo aturdida, con las manos descansando en el pecho de él.

—A pesar de estar furioso conmigo... todavía me deseas —murmuró, estrujando con los dedos la camisa de Peter.
Él no podía negar el fuego que lo consumía.

—Es algo que va más allá de la razón.
La acercó más a él, apretándose contra ella, y tomó de nuevo sus labios, besándola con deleite.

Las manos de Lali subieron hasta su pelo para enredarse en él mientras él la empujaba contra la pared y le subía las piernas, colocándolas alrededor de sus caderas.

Fue un beso como el de aquella primera noche, pensó Peter, ardiente, abrumador..., la clase de beso por el que estaría dispuesto a caminar sobre clavos calientes. Aquella era la mujer con la que se había casado.

Y entonces, cuando interrumpió el beso para que los dos pudieran tomar aire, Lali le dijo lo que había estado deseando oír:
—No soy una cobarde, ni una mentirosa.

—Demuéstramelo —la retó él con voz ronca.

Volvió a besarla de nuevo, y esa vez la lengua de Lali se enroscó con la suya con tal afán que aquello fue como echar gasolina al fuego. Las manos de ella descendieron ansiosas por su espalda y tiraron de la camisa, levantándosela. Peter estiró los brazos y despegó sus labios de los de ella para sacársela por la cabeza.
Cuando iba a volver a apoderarse de sus labios, Lali interpuso una mano entre los dos para detenerlo.

—Tampoco soy de las que tiran la toalla —le dijo, dejando caer la mano.
Peter le puso una mano en la nuca y examinó sus bellos ojos.

—Entonces quédate, Lali. Quédate y danos la oportunidad que nos merecemos.
Ella le rodeó el cuello con los brazos.

—Perdóname —murmuró bajando la mirada—. Tenías razón en lo que has dicho antes: he estado centrándome solo en lo que podría salir mal en vez de apreciar lo bueno. Creía que, si te mostraba lo peor de mí... —sacudió la cabeza antes de levantar la cara y mirarlo implorante—. Me porté como una tonta.
Peter le puso las manos en la cintura sin poder creer del todo lo que estaba oyendo: Lali estaba dispuesta a luchar por ellos.

—Dime qué quieres —le dijo. Le daría lo que quisiera, lo que necesitara. Le daría cualquier cosa.
Los grandes ojos de Lali lo miraron, y se oscurecieron antes de descender a su boca, donde permanecieron unos instantes que a él se le hicieron eternos.

—Te quiero a ti.
Lali  dejó  caer  la  cabeza  hacia  un  lado  mientras  los  labios  de  Peter  devoraban  su  cuello.

Estaban de pie junto a la cama, ella desnuda salvo por su ropa interior y Peter cubierto solo con aquellos boxers que tan bien le quedaban.

Lali se estremeció mientras las palmas de sus manos subían y bajaban por el torso de él. Su cuerpo era tan perfecto que no sabía qué parte quería tocar primero, qué parte quería saborear. No, quería acariciar y besar todo su cuerpo, eso era lo que quería, lo que necesitaba.

—Voy a hacerte el amor, Lali —murmuró él, recorriendo su cuerpo con las manos y dejando una sensación cálida en toda su piel—, y lo haré con mis manos...

Dios..., le encantaban sus caricias.

—... con mi boca... —los labios de Peter se cerraron sobre el sensible hueco en su clavícula y succionó con sensualidad, haciéndola gemir—, con mi cuerpo...
La empujó suavemente para recostarla en la cama, y se colocó sobre ella. Luego se inclinó y trazó un ardiente reguero de besos desde su cuello hasta el pecho.

—Eres tan hermosa, Lali... —murmuró.
Rozó con sus labios uno de sus pechos, dibujó un círculo alrededor de él con la lengua y lo lamió lentamente antes de seguir descendiendo por su cuerpo.

Pasó por las costillas, alrededor del pequeño y delicado ombligo, acarició con la punta de la lengua la línea de piel sobre la costura de su culote...

Las manos de Peter descendieron por sus caderas, los muslos, las rodillas... La tocaba de un modo casi reverencial, como si no quisiera dejarse ni un solo milímetro.

Le abrió las piernas y se agachó para imprimir pequeños besos en el triángulo de seda y encaje de su ropa interior, tentándola con su cálido aliento.

—Peter... —gimió cuando él le dio un firme lengüetazo. —Te necesito... —murmuró enredando los dedos en su cabello.
Peter enganchó los pulgares en la única prenda que la cubría y se la bajó lentamente para luego arrojarla a un lado.

—Voy a darme un festín contigo; voy a lamerte despacio, saboreándote... —le dijo con un brillo decidido en los ojos, oscuros de deseo.

Lali se sonrojó, y cuando él cumplió su amenaza, Lali hincaba las uñas en sus hombros, en el colchón, volvía a enredar los dedos en su pelo... Nunca había experimentado unas sensaciones tan deliciosas.
Peter estaba siendo extremadamente meticuloso, dibujando arabescos con la punta de la lengua y haciendo todo tipo de magia para estimular su cuerpo.

—¡Peter! —volvió a gemir ella, levantando las caderas.
El placer iba en aumento, su respiración se había vuelto jadeante y estaba casi a punto de... Se mordió el labio inferior para no gritar y sus manos se aferraron a la colcha debajo de ella.

—Disfruta, Lali. Quiero sentirte.
Peter volvió a acariciarla, y Lali ya no pudo seguir conteniéndose.
Gemidos de deseo y desesperación escaparon de sus labios.

La tensión que había estado acumulándose dentro de ella alcanzó lugares donde jamás habría creído posible que el placer pudiera llegar, lugares que ella  misma ni siquiera había sabido hasta ese momento que existían.

Sacudió la cabeza de un lado a otro, murmurando súplicas incoherentes, y cuando Peter succionó suavemente su clítoris fue como si tras sus párpados cerrados estallaran fuegos artificiales. Su mente se quedó en blanco con la fuerza de aquel orgasmo, y su cuerpo convulsionó.

Jamás había experimentado una satisfacción semejante. Y, aun así, no era suficiente. Su cuerpo seguía deseando a Peter, pedía más.

Continuará…

15 comentarios:

  1. omg!! jajajaj
    seguila
    jajja me encanta el histeriqueo

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  2. Wuou al fin lali aceptó quedarse kon peter !! Wiiii mas cap..

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  3. por fin
    era hora q se dejen de joder los 2 jajaja
    buen comienzo de semana
    beso

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  4. Lina (@Lina_AR12)1 de junio de 2014, 22:01

    valia la pena bajar las defensas lalita!

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  5. Hasta que por fin estuvieron juntos y con sus 5 sentidos :) me encantó el capi quiero más.
    Chica yo ya en casa fue domingo de paseo y espero que tengas buena semana, besos.
    @Masi_ruth

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  6. : O me encanta más

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  7. Por fin. . .y déjame decirte que ha sido cuando menos lo esperaba Jajaja tan indecisa como siempre creía que después de leer el capitulo anterior terminarian, pero no, se han unido más plena nunca Jajaja

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  8. A LA PELOTITA exploto todo ajaja
    masssssssssss
    @x_ferreyra07

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  9. El cabreo la hizo reaccionar x fin.

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  10. Por fin!!! jajajajjaj
    Van a gotar energias jajaj segui!!!
    @gbv_17

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