Hola, hola camarones con cola!!!! ¿Cómo les va
chicuelas? Espero que todo bien! Gracias por sus comentarios, me pone feliz que
les guste la nove!!!!!! Un beso y mañana nos leemos de nuevo!
Twitter:
@Caparatodos
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Allí
también había hechos nuevos amigos, claro está. Euge, Beatriz. Pero creían que
la mujer a la que había conocido era Daniela Rinaldi, una profesora de primaria
perfectamente normal.
Y
no Mariana Espósito, testigo en fuga.
Capítulo 60:
Nada
era tan gratificante como navegar por internet. Era como ser invisible y
todopoderoso. No había nada a salvo de la inteligencia que merodeaba por ahí.
La gente se sorprendería de todo lo que se puede aprender si sabías lo que
estabas haciendo. Podías encontrar la talla de ropa de un hombre, su libro
preferido, qué le compra a su amante y si le han recetado algo para la hernia,
todo sin que se enterara nunca de que lo están investigando.
Obviamente,
los archivos del Departamento de Justicia eran los más difíciles de encontrar.
Sus firewalls eran muy buenos y estaban reforzados con barreras de protección.
Pero, si la persona adecuada le ponía el suficiente empeño, era tan útil como
un muro hecho de Lego. «Y yo soy la persona adecuada», pensó el profesional. La
pregunta no era si encontraría el archivo de Mariana Espósito, sino cuándo.
Ya
iba siendo hora de encontrarlo. Se podía acceder al sistema desde cualquier
lugar del mundo con una laptop; esa parte era fácil. El siguiente paso requería
inteligencia.
El
profesional se vio interrumpido por el pronóstico del tiempo, que anunciaba un
invierno frío, con tormentas y granizo.
«No
pienso estar acá», pensó el profesional. Prefería el sol y los cangrejos al
frio y la lluvia.
—Tenemos
una baja.
Héctor
Lavalle levantó la mirada de la circular que habían puesto junto a la nueva
escoba del piso superior, que no hacía más que recordarles por enésima vez que
no se aceptaban los comentarios despectivos contra las mujeres o las minorías,
bajo ningún concepto y como quedaba establecido en la orden bla-bla-bla de la
ley bla-bla-bla.
«Pero
si estamos encargados de hacer cumplir la ley, ¡no me jodas!», pensó con enojo.
«No podemos hacer del mundo un lugar mejor, aunque sí uno más seguro».
¿Pero
cómo iban a hacerlo si el presupuesto era cada vez menor y tenían que medir
cada una de sus palabras? Ballón carraspeó y Lavalle recordó que le había dicho
algo.
—¿Qué?
—Tenemos
una baja. —Ballón cogió una silla que había por ahí cerca, la giró y se sentó a
horcajadas. Ballón parecía un estropajo de gente, y tampoco olía bien; se
parecía alarmantemente a un vagabundo. El divorcio estaba arruinándolo.
Lavalle
sacudió la cabeza, malhumorado. Verdaderamente, el mundo se estaba yéndose a
pique.
—¿Quién?
—Un
tipo llamado Omar Uturria. ¿Te acuerdas de él? Lo trasladamos bajo el nombre de
Bernardo Tinoco.
Lavalle
miró al techo como si estuviera haciendo una búsqueda en su computadora mental,
pero lo cierto era que no podía acordarse de ello. El departamento de policía
tenía unos doscientos testigos en el Programa de Protección de Testigos y
Lavalle se había dado cuenta de que era incapaz de seguirles la pista a todos.
Se pasó un dedo por los labios.
—Era
el... —Lavalle hizo una pausa.
—Contador.
—Ballón estaba leyendo la ficha.
—Contador
—repitió el primero—. Cierto. Eh... mmm... Iba a testificar en el... el...
—Caso
Dunance. —Lavalle asintió al oír los nombres que Ballón leía de la ficha—.
Uturria debía testificar el 18 de octubre. —Ballón tamborileó los dedos sobre
el archivo y suspiró—. Parece que, después de todo, esos rastreros de Dunance
van a salirse librados de todo. Uturria era el único dispuesto a testificar.
Todo el trabajo que hicimos no servirá para nada.
Lavalle
tomó un lapicero y empezó a tomar notas. Aunque él no se encargaba de ese caso,
perder a un testigo era algo que sacudía el departamento entero desde los
cimientos. No sucedía con frecuencia pero, cuando ocurría, rodaban cabezas.
Lavalle quería estar preparado para salvarse el pellejo si la situación le
llegaba a salpicar.
—¿Sabemos
quién lo hizo? —Lavalle resopló y rió sin alegría—. Aparte de obvios.
—Ese
es el problema, jefe. —Ballón se movió incómodo—. Parece... parece haber sido
un accidente.
—¿Cómo?
¿Un accidente? ¿Y quién se ha creído esa estupidez? ¿Los policías locales?
—Lavalle miró a Ballón con cara de pena—. ¿Se puede saber dónde habíamos metido
Uturria?
—Estaba
en Rosario.
Lavalle
resopló con fuerza.
—Los
policías ahí no encontraría ni una pista así estuviera frente a sus narices.
—No,
ellos no cerraron el caso. Lo hicimos nosotros. —Ballón se frotó los ojos
inyectados de sangre—. Nuestra gente informó de que de verdad parecía un
accidente. El conductor se dio a la fuga.
—¿De
verdad? —Lavalle frunció el ceño.
—Eso
parece. Si se lo hubieran matado, los de Dunance se habrían asegurado de que
todo el mundo se enterara de lo sucedido; así quedaba sentada una advertencia,
para que todo el que esté pensando en testificar se lo piense dos veces.
Era
cierto. Aun así... Lavalle sacudió la cabeza con pesar.
—No
me puedo creer la mala suerte de ese pobre hombre. Uturria iba camino a librarse...
—Lavalle volvió a comprobar la ficha—... de que le condenaran, le habrían caído
de veinticinco a treinta años, fácil. Decide hacerse testigo del Estado y le
dan una identidad completamente nueva y un trabajo. —Lavalle echó un vistazo
rápido a la información—. Al parecer le iba bastante bien con su nueva
identidad. Y de pronto todo se va a al tacho por un auto...
—No
siempre es así. —Ballón se miró una uña sucia y Lavalle se dio cuenta de que le
temblaba la mano—. Unas veces eres el parabrisas, y otras el mosquito.
Maass
ResponderEliminarBuuuaaaah no me aclaró nada.
ResponderEliminarLavalle y Ballon ,me parecen demasiado incompetentes
Masss
ResponderEliminarQuiero más!
ResponderEliminarLore
????????
ResponderEliminarA si, eh no no entendi! Jkillasjk x) ElProximo!
ResponderEliminarmaaaassssss ♥
ResponderEliminar@x_ferreyra07
Más!
ResponderEliminar++++++
ResponderEliminar@laliteronfire
Aumentenle la segurdad a Laaali, otroo :))
ResponderEliminarArii
esos detectives,policias lo q sea son mas malos loco,pobre lali creo q no falta nada para q la encuentren
ResponderEliminarDiooooosssssss quiero mas! Jajaja muy buen cap, pobre Lali
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