Capítulo 77

Hola, hola!!! ¿Qué tal las trata el domingo de Pascua? Espero que todo bien y en compañía de las personas que quieren! Mimados y disfrutando, no hay mejor forma de reflexionar, terminar la semana y recargarse para lo que una nueva travesía, llamada semana, nos traerá! Gracias por leer, por estar y por ser tan como son! Les agradezco de corazón el tiempo que me regalan y el que sean lectoras del blog!!!! Un beso y nos leemos mañana!

P.D.: Clari está empezando una nove Thiaguella en http://historiasthiaguella.blogspot.com/ por si se animan a leer!!!! :D

Twitter: @Caparatodos

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—No pasa nada, linda —dijo éste dándole unas palmaditas en el hombro—. Lo último de lo que tienes que preocuparte es de qué piense la gente de Fiambalá de ti. A todos nos caes demasiado bien. Y bueno, en todo caso, estamos felices de que Peter por fin esté con alguien.

Capítulo 77:

«Me protegen hasta la muerte», pensó Lali un par de días después. Abrió la puerta del baño del colegio y le puso una mano al guardia en el pecho para que no la siguiera.

—Aquí no, Juan —dijo fastidiada.

—Pero... pero señorita Rinaldi —protestó éste, abriendo mucho sus acuosos ojos azul clarito—. Santiago me dijo que no la perdiera de vista en ningún momento.

—Estoy segura de que Santiago no se refería a que me tuvieras que seguir también al baño de mujeres. De verdad, no va a pasarme nada.

Sin darle la oportunidad de que contestara, se deslizó en el baño de profesores y cerró la puerta tras ella. Apoyó las dos manos en el tocador y se miró en el espejo.

Ella, que había pensado que su vida se había descontrolado desde que presenció el asesinato... ¡Eso no era nada comparado con que Juan Pedro Lanzani la protegiera! Observó la pequeña habitación. Era la primera vez en tres días que lograba estar a solas. Peter había pasado el resto de la noche del domingo y las primeras horas de la mañana del lunes hablando por teléfono con Héctor Lavalle y consultando qué hacer con Santiago. Entre los tres habían desarrollado un plan de lo más elaborado, que ella no había podido seguir, lleno de «líneas claras de comunicación», «zonas de fuego» y «señales de inteligencia». Lali se había quedado dormida en el sillón, escuchando la profunda voz de Peter.

Ahora vivía en una casa blindada, en la que todo lo que se pudiera abrir tenía alarmas. La puerta principal y la trasera ahora eran de acero reforzado. Peter había enviado a dos de sus hombres a comprarlas y, el lunes por la noche, le instalaron detectores de movimiento y trampas. Su teléfono grababa mensajes y reconocía las llamadas; y en cada habitación había un extintor de incendios.

Desde que se levantaba por las mañanas hasta que volvía a su casa por las noches, Lali iba pasando de mano en mano, siempre vigilada por alguien.

Se sentía como el banderín en una carrera de postas.

No tenía la más remota idea de qué historia le habrían contado Peter y Santiago a los demás hombres del pueblo, pero dio resultado. Cuando iba a ver a Beatriz para planear la remodelación de la tienda, Gustavo permanecía atento a cualquier movimiento que pudiera haber fuera. Lali podía llenar hojas y hojas de garabatos mientras Beatriz iba comentándole lo que quería, que Gustavo no sacaba los ojos de la puerta ni una sola vez.

Hubo una vez en que un vendedor ambulante que se había perdido y entró a preguntar por una dirección, Gustavo sacó un walkie-talkie de debajo del mostrador y dijo algo en voz baja. Santiago y Pablo se materializaron de inmediato; el primero llevaba la mano sobre la pistola y, el segundo, un rifle. El vendedor ambulante los miró, compró una bolsa de manzanas, preguntó cómo se llegaba a El Puesto y salió de allí inmediatamente. Lali lo vio frotarse la ceja una vez fuera y correr a su auto. Santiago, Gustavo y Pablo se pusieron junto a la puerta y lo observaron hasta que el vehículo desapareció.

No era la mejor manera de fomentar el turismo.

Lali estaba deseando que llegara esa noche, pues Peter le había conseguido un DVD y había traído suficientes películas para mantenerla ocupada durante los próximos cincuenta años. Para su sorpresa, a Peter también le encantaban las películas; a más antigua, mejor, como ella. Sus gustos eran bastante parecidos, aunque Lali prefería las comedias románticas y Peter se inclinaba más hacia las películas del oeste. Esa noche le había prometido llevar Casablanca.

Se estremeció al pensar en lo que vendría después.

Salvo cuando estaba en el colegio, Lali llevaba una pistola pequeña pero poderosa. Una Beretta Tomcat del calibre 32. Peter le había dicho que no quería que llevara una «pistola de niña». La Tomcat era pequeña, pero Lali se quedó sorprendida del retroceso que tenía, y del daño que hizo en los pocos árboles contra los que había practicado.

Peter era un profesor excelente, paciente y minucioso. Al principio, le había repetido una y otra vez la teoría hasta volverla loca con tanto tecnicismo; y después le había dejado empezar a practicar con blancos. Aún le dolía la parte de atrás de las piernas de la mala postura que había adoptado al principio. Peter la había hecho inclinarse hacia adelante, como si estuviera un poco agachada, y apoyar la mano sobre la de él para pegar el primer tiro de su vida. Lo falló, pero por muy poco.

No estaba segura de poder tener la sangre fría necesaria para disparar a un ser humano, pero le sorprendió descubrir la seguridad que le daba llevar un arma siempre con ella.

Un golpe seco la sacó de sus pensamientos.

—¿Señorita Rinaldi? —llamó Juan con ansiedad—. ¿Se encuentra bien?

—Sí, Juan —dijo con un suspiro—. Ahí salgo.

¡Ya está!

El profesional recostó hacia delante con entusiasmo mientras la computadora pitaba. Ya iba siendo hora. Aquel lugar pondría los pelos de punta a cualquiera. La cama estaba hundida, el clima era un asco y la comida era peor. Pero la larga espera llegaba a su fin.

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Descodificación 60%,.. 70%... 80%... 90%...

Dale, así nos vamos de una vez a la playa.

Descodificación completada.

¡Bingo!

La pantalla se llenó de letras.

ARCHIVO: 5411

TESTIGO DEL PROGRAMA DE PROTECCIÓN DE TESTIGOS: Mariana Espósito

FECHA Y LUGAR DE NACIMIENTO: 10/10/86, Buenos Aires Argentina.

ULTIMO DOMICILIO Aráoz 2800, Buenos Aires, Argentina.

CASO: Homicidio, Javier Echarri, 30/09/13.

ULTIMA DIRECCIÓN CONOCIDA: Hotel Hilton, Buenos Aires, Argentina.

CAUSA DE LA MUERTE: hemorragia masiva a causa de una herida de bala en el lóbulo izquierdo del cerebro.

ACUSADO: Isaías Fadul.

«Dale, dale... todo eso ya lo sé». El profesional se inclinó hacia delante con los ojos fijos en la pantalla. «Vamos, cuéntame algo que no sepa».

FECHA INGRESO PROGRAMA DE PROTECCIÓN DE TESTIGOS: 03/10/05

Área 383, Código K5345

«Área 383. Bien, ya sabemos dónde está eso. Ahora, lo demás». La información ya estaba en el archivo, sólo tenía que saber sacarla. Y no era más que cuestión de tiempo, y paciencia.

El cursor parpadeó en ese punto durante quince minutos. La computadora comenzó a sonar justo cuando el profesional terminaba de contar todas las grietas que había en el techo.

Descodificación 60%... 70%... 80%... 90%...

Descodificación completada.

¡Ahh! La emoción de la caza. No había nada como aquello.

Las letras empezaron a aparecer.

MARIANA ESPÓSITO, TRASLADADA COMO: Daniela Rinaldi.

DOMICILIO ACTUAL: Jorge Isaac del Pino 124, Fiambalá, Catamarca.

«Mmm… interesante», pensó el profesional recostándose en la silla. «Daniela Rinaldi».

Ya estaba. En menos de lo que canta un rayo el profesional estaría en un avión, rumbo a paradero desconocido, con dos millones de dólares en el bolsillo.

Continuará…