Hola, hola!!!!! ¿Cómo les va muchachas? Ojalá que todo
bien y aprovechando los días de descanso! Gracias por sus comentarios y buena
onda siempre ;) Un beso y nos leemos mañana!!!!!
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@Caparatodos
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—¿Que
quería hacer qué? —Lali levantó la cabeza de golpe.
Capítulo 62:
—Cancelar
el viaje. —Stefano se inclinó hacia delante todo lo que pudo—. ¿Puedo ver lo
que estás dibujando? —repitió.
—¿Lo
que estoy qué? —Lali le miró sin comprender, sin mover el lápiz y pensando a
toda velocidad. ¿Peter había querido anular el viaje? Seguro que no era por...
por ella, ¿no? No, claro que no. Sabía que podrían retomar lo que tenían en
cuanto volviera. Esa idea era sólo suya, y se debía a una mezcla de miedo y
soledad. Probablemente Peter nunca se sintiera angustiado o muerto de miedo
o...
—¿Dani?
—¿Quién?
—Lali empezó a decir y, con un esfuerzo, recobró la compostura que parecía
perder cada vez que pensaba en Peter—. Ah. Perdón, Stefano, ¿qué decías?
La
miró con curiosidad y tiró de la hoja de papel para sacarla de debajo del
hombro de Lali.
—¿Qué
es eso, señorita... Dani?
—Ah...
nada. Es sólo... —Tomó aire con fuerza y dejó de pensar en Peter—. Es una
especia de hobby. Me gusta decorar y sólo estaba pensando en un par de ideas
para la cafetería. —Alargó la mano para recoger la hoja, muerta de vergüenza—.
No es nada, Stefano.
—No,
es genial. —Stefano observó las palmeras, los mostradores de aluminio, la
máquina de discos, las letras de neón. Sus ojos verdes, tan parecidos a los de
su hermana, brillaron de emoción—. En serio, es increíble. —Miró la cafetería y
luego volvió a centrarse en la hoja—. Iría perfecto aquí.
Lali
se sintió halagada.
—¿De
verdad lo crees? Siempre he sido muy partidaria de la moda retro funk de los
cincuenta.
—¿Eso
es lo que es? ¡Es genial!
—¿Qué
es genial? —Euge limpió la mesa de migas con un trapo, se sentó junto a Lali y
ladeó la cabeza exactamente igual que Stefano—. ¿Qué es eso?
Lali
se dio cuenta de pronto de lo mucho que se parecían los dos hermanos. Ahora que
los veía de cerca, Lali observó que Stefano y Eugenia tenían la misma tez,
además de gestos y expresiones muy parecidos.
¿Cuándo
fue la última vez que tuvo tiempo de observar a una familia? No lo hacía desde
Singapur, el último destino de sus padres. Su madre se había hecho amiga de un
clan entero de familias inglesas interrelacionadas que llevaban expatriados
tres generaciones. Los Espósito habían jugado a tratar de hacer el árbol
genealógico basándose en los parecidos y sus gestos.
Al
perder a su familia, perdió todo aquello también. Había conocido a gente en
Nueva York y en Buenos Aires, pero sin tener ni idea nunca de lo que les
rodeaba. No tenía ni la más remota idea de si sus compañeros de oficina se
parecían a sus hermanos, ni siquiera sabía si tenían hermanos. Hacía demasiado
tiempo que no gozaba de una vida familiar, aunque no fuera la suya propia.
—¿Y?
—Euge tiraba suavemente del papel.
—No
es nada, Euge.
Lali
trataba de esconder sus garabatos con el hombro, pero Euge seguía tirando de
él.
Lali
maldijo esa costumbre que tenía. Euge pensaría que era una difamación de la
cafetería. Claro que la cafetería era insípida y polvorienta, pero eso a ella
no le incumbía. Siempre estaba tratando de cambiar lo que le rodeaba, era algo
innato en ella, había empezado a barajar la idea sin darse cuenta siquiera de
lo que estaba haciendo. Lo había heredado de su madre, que no podía dejar en
paz una habitación hasta que no estuviera exactamente igual a como se la había
imaginado. Lali se había pasado la vida entera redecorando y, al parecer,
detalles ínfimos como las amenazas de muerte y los destierros no eran
suficientes para romper con las costumbres.
—No
me hagas caso, Euge. Sólo estaba, eeehh, imaginando cómo podría quedar la
cafetería si la dejáramos... —«Bonita». Lali se mordió la lengua justo a
tiempo—. Vamos, si... —Suspiró y desistió.
—¿Quieres
decir si alguien hubiera hecho algo con ellos en los últimos treinta años?
—dijo Euge.
—No
quería decir... —empezó a decir Lali, y observó a Euge, que la miraba fijamente
con una sonrisa en los labios. Lali empezaba a conocer a Euge lo suficiente
para saber que iba directa al grano. No tenía sentido que se anduviera con
rodeos—. Bueno... una capa de pintura no le vendría mal.
—O
que lo tiraran entero. —Euge sacudió la cabeza al ver la protesta automática de
Lali—. No, es cierto. Mamá nunca hizo nada por arreglar el local. La cafetería
nunca dio demasiado dinero y después, cuando probablemente lo habría podido
hacer, se enfermó. De hecho, llevo mucho tiempo esperando a poder redecorarla,
pero... —Euge se mordió el labio inferior con nerviosismo—. No sé demasiado
sobre decoración. No soy demasiado buena para eso; igual que con la cocina.
—Bueno,
no sé —protestó Lali—. Rafael parece estar disfrutando de la torta.
—No
la hice yo —respondió Euge abatida—. Traté de hacer la receta esa que me diste.
¿Sabes cuál te digo? La de chocolate.
—¿Y?
—la animó Lali.
—Y
me salió horrible. —Euge suspiró con fuerza—. Me salió desabrida. Y pegajosa.
Así que le pasé la receta a Nadia y le salió buenísima. Ya se terminó. También
me hizo otra torta. Tal vez si redecorara el lugar, la gente no se fijaría
tanto en que no sé cocinar.
—Tal
vez —dijo Lali sin demasiada convicción.
—Así
que, Lali. —Euge se inclinó hacia delante para echar un vistazo a lo que
ocultaba Lali con el brazo—. ¿Qué tenías pensado?
Lali
se quedó quieta un segundo, pensando, y luego le tendió la hoja a Euge.
—Bueno,
a decir verdad, estaba pensando en algo tipo retro funk de los años cincuenta.
La
sonrisa de Euge se volvió vidriosa y Lali suspiró. Tal vez la decoración retro
funk no era en lo que había pensado Euge.
—¿Qué
tenías en mente, Euge? Si tuvieras una varita mágica, ¿en qué convertirías tu
cafetería?
Euge
no lo dudó ni un segundo.
—Lo
decoraría con helechos —dijo, con el mismo tono de voz con que habría podido
pedir el cielo.
—¿Con...
helechos? —Lali frunció el ceño—. ¿Eso no es muy de... ya sabes... muy de los
ochenta?
—¿Mmm?
—Euge miró a su alrededor con aspecto soñador—. ¿Quieres decir pasado de moda?
Es posible, pero Fiambalá no ha tenido nunca un bar así. Creo que ni siquiera
El Puesto ha tenido nunca uno.
«No
me extraña», pensó Lali, y se estremeció al imaginarse de repente con un
Fiambalá invadido por la moda de los ochenta.
—No
sé, Euge. ¿De verdad...? —Pero a Lali le bastó con ver a Euge, su expresión de
anhelo y la ilusión que le hacían los ojos, para callarse de inmediato. Miró en
redondo la cafetería y su falta de decoración e hizo una mueca de dolor.
Cualquier cosa era mejor que eso.
Lali
eligió mentalmente unas telas y colores. Podría hacerse.
Pasó
rápidamente las hojas en las que había garabateado su visión de El Lugar de
Mecha hasta llegar a las hojas en blanco. Se había divertido dibujando sus
ideas pero, al fin y al cabo, se trataba del sueño de Euge. Lali decidió hacer
todo lo que pudiera para ayudar a Euge a conseguirlo.
Lali
decoraba hasta en sueños. De hecho, más de una vez lo había hecho. Una vez, al
poco de que los Espósito se mudaran a Roma, Lali se levantó una mañana en su
vacía habitación sabiendo exactamente cómo iba a decorarlo.
El
lápiz de Lali voló por el papel.
—Bien.
—Miró a Euge—. Pide por esa boquita, y veré qué puedo hacer.
—¿Cómo?
Ehhh... —Euge la miró sin saber muy bien qué quería—... No sé si te estoy
entendiendo.
—Bueno
—dijo Lali con razón—, vas a necesitar un plano del suelo y plantillas de
colores para redecorarlo. Revisaremos el asunto, mientras hago un esquema de
los planos. Lo he hecho mil veces con mis amigas. ¿Dónde estabas pensando en
poner la barra? —Lali garabateó unos instantes antes de dibujar las paredes. Al
ver que el silencio se extendía, subió la vista—: ¿Euge?
—¿Sí?
—Eugenia había tirado un poco de sal del salero roto que había encima de la
mesa y estaba dibujando círculos con el dedo. Tenía las mejillas sonrosadas.
Lali
dejó el lápiz encima de la mesa y trató de pensar en las palabras adecuadas.
—Euge
—dijo con amabilidad—, ¿tienes pensando en cómo quieres que sea, ¿no?
—Ehh...
—Euge miró por la ventana. La calle estaba desierta—. Más o menos.
Lali
sintió que pisaba terreno resbaladizo.
—Euge
—preguntó con cuidado— ¿has estado alguna vez en uno de esos bares que dices?
jajajjaj muy buen capi,euge es un caso,me gusto espero otro
ResponderEliminarJajjajaja,pobre Euge ,no sabe hacer nada,y encima se siente tímida ,no sabe bien k es lo k quiere.
ResponderEliminarLali está más k dispuesta a ayudarla
Me gusto el capítulo!!! Espero el proximo!
ResponderEliminarLali quiere darle una mano a Euge a toda consta,q buena!
ResponderEliminarotrooooo :D
ResponderEliminarQuiero más!
ResponderEliminarLore
SeGui me encanta!!
ResponderEliminarQue vuelva Peter
@gbv_17
Más!! Me encanta!!
ResponderEliminarQue vuekva Peter!!!
ResponderEliminar++++
@laliteronfire
Que ya vuelva peterrr
ResponderEliminarMas novee
Me gusta que Lali se esté acomodando en el sitio en el que está, no le queda más remedio que vivir ahí, por que no hacerlo disfrutando lo que pueda al menos? y además de disfrutar de Peter pude disfrutar de esas lindas amistades que está creando
ResponderEliminarespero mas noveeeee
besos