Hola, hola, camarones con cola!!!! ¿Cómo les va? ¿Qué
tal las trató el día? Por acá soleadito, pero con mucha modorra de mi parte
jaajaja No saben lo feliz que me pone saber que la nove les gusta tanto y
disfrutan leyéndola! Gracias de corazón por ser tan incondicionales!!!!!! Son
lo mejor! :D Gracias, gracias y más gracias!!!! Sigan disfrutando del finde y
sean felices siempre a pesar de las tormentas que la vida pueda traerles! Nos
leemos mañana! Besos :D
Twitter:
@Caparatodos
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—Ya
está. Te quedas aquí, conmigo —dijo Peter al final—. La única forma que te
atrapen será por encima de mi cadáver.
Lali
respiró con fuerza.
—En ese caso, Peter —le dijo con voz
suave—, a lo mejor convendría que te pusieras algo de ropa.
Capítulo 75:
En
Stanford, el profesor Stanislaus había perfeccionado un modelo de computadora
al que había llamado Topografía Aquitectónica Matrix, o TAM. La idea en sí de
TAM era que la mejor forma de navegar por la base de datos de una computadora
era hacerlo tridimensionalmente. Stanislaus sostenía que una computadora era
como una casa y que, como tal, tenía una puerta y una llave para esa puerta.
Luego, el profesor había seguido explicando que la tridimensionalidad era como
una llave para esa puerta. El profesional se había quedado fascinando por la
lógica simbólica de TAM.
En
aquella clase no había ni un solo estudiante que no se hubiera dedicado a
piratear alguna vez; ni uno solo que no se hubiera dado cuenta de inmediato de
los verdaderos usos de TAM: una llave, literalmente hablando, para entrar en
habitaciones cerradas.
En
las pocas incursiones que había hecho el profesional en el ciberespacio, había
encontrado rastros de alguien que, evidentemente, había utilizado TAM para
pasar las barreras. El profesional supo, por el tamaño de la llave, que se
trataba de uno de los estudiantes de Stanislaus. Normalmente, el profesional
cerraba la puerta con cuidado y salía de allí en puntitas de pie.
El
profesional iba a utilizar TAM para irrumpir en los archivos del estado y
acceder a la información de Mariana Espósito.
Los
códigos de las computadoras de las instituciones gubernamentales tenían ahora
tres niveles de profundidad y un código de codificación de 240-bit. Ahora, sus
computadoras tenían puertas blindadas y ventanas a prueba de balas, y no se
abrirían por mucho que se rascara las puertas o se usara una ganzúa. Pero una
puerta era siempre una puerta; es decir: una forma de entrar.
El
profesional atacó a una red de sistema que pertenecía a una compañía que por
las noches dejaba completamente inactiva esa magnífica máquina, con potencial
más que de sobra para hacer cálculos inmensos. «La madre de todas los discos
madre», pensó el profesional con cinismo.
Mariana
Espósito, empieza a rezar.
El
profesional se puso a buscar la llave. Se trataba de una cadena interminable de
números que sobrepasaban incluso sus cualidades informáticas.
Mientras
que su computadora conversaba con una en Buenos Aires, el profesional comió
galletitas de agua y una Coca-Cola. Por esos lares no había caviar ni
champagne. Menos mal que ese trabajo terminaría pronto.
El
profesional chequeó la hora. Sólo podía utilizar la computadora de la compañía
en periodos cortos de menos de media hora, si no, el área de informática de la
empresa que había pirateado el profesional se daría cuenta. Habían pasado
veinte minutos.
Era
hora de salir.
El
profesional suspiró y empezó a hacer el largo y delicado camino de vuelta. Le
tomaría dos noches más entrar a los archivos de la policía; tres a lo sumo. El
problema era qué iba a hacer con la llave que había descifrado parcialmente.
Era demasiado larga y compleja como para almacenarla en el disco duro de la
computadora. ¿Dónde podía meterla?
El
profesional sonrió de repente.
¿Dónde
se ponían las llaves? La respuesta era obvia: bajo el felpudo.
—Peter,
no —susurró Lali, impresionada. Y luego más alto—: ¡No! —Temblaba de nervios,
se levantó de un salto y paseó por la habitación.
Peter
la miraba con su inexpresivo rostro de siempre, pero Santiago parecía
preocupado y se removía incómodo sobre el sillón.
A
penas colgó con Lavalle, Peter había llamado a Santiago, quien había llegado a
casa en menos de diez minutos, jadeando y resoplando; tiempo de sobra para que
Lali se pusiera un jean y un polo. Santiago llegó justo cuando Peter salía de
la habitación con la camisa a medio abrochar.
Pese
a la gravedad del asunto, a Lali se le habían subido los colores a la cara de
pensar que Santiago iba a llegar a la conclusión obvia. Pero, por la expresión
del policía, Lali y Peter podrían haber estado tomando un té con galletitas.
Santiago
había escuchado pacientemente el relato de Lali sobre el asesinato aquel día de
marzo y de lo que había sucedido desde entonces. Después, ellos dos habían
escuchado atentamente a Peter mientras establecía un plan para mantener a Lali
a salvo. Ésta se estremeció al oírlo trazar un plan que las autoridades habrían
tachado de castigo cruel y poco común.
El
plan de Peter consistía, básicamente, en mantenerla encerrada en una
habitación, con un guardia armado en la puerta, hasta que testificara ante la
justicia. Lali sintió que se ahogaba.
—Eso
no es un plan... ¡es una condena! —Lali se rodeó con los brazos, temblando de
frío y tensión—. Peter, vas a tener que encontrar un plan mejor. No puedes
tenerme encerrada bajo llave como si fuera una prisionera. Me volvería loca.
Peter
la miró tranquilamente.
—No
serías una prisionera. Pero estarías a salvo... todo lo a salvo que puedo
mantenerte.
—Eso
no es estar a salvo, Peter. Es estar muerta. —Lali se estremeció y pensó en
aquel último mes y medio, con sus cafés del jueves y del sábado con Euge,
planeando la resucitación del local, involucrándose en las vidas de la gente de
Fiambalá... todas esas cosas la habían mantenido cuerda. Se conocía muy bien.
Sabía lo aterrorizada que estaría si la encerraran en una habitación; se sentiría
como una polilla frenética que se golpea hasta morir contra la ventana—. No
puedes hacerme esto, Peter. —Cerró las manos—. No puedes. Creo —dijo
suspirando—... creo que preferiría morir.
Peter
la miró fijamente, juzgando si lo decía en serio.
—¿Qué
estás sugiriendo?
mass .!!
ResponderEliminarMe muero de amor, se ve que la va a proteger mucho
ResponderEliminarQuiero más!
ResponderEliminarLore
MAAAAAAAAAAAAAAAAAS!
ResponderEliminarmaaaassssssssssss
ResponderEliminarla amooo
@_ferreyra07
Maaass ❤️
ResponderEliminarXD mas ,peter yo se que la quieres cuidar pero tampoco tenerla encerrada como uin animal
ResponderEliminarEncerrada en una habitación? Esta bien q sea protector pero creo q se paso un poco con eso, cualquiera se volveria loca asi
ResponderEliminarSi el q la cuidara fuera él no estaria nada mal la idea,JAJA>
ResponderEliminarOtroooo :)))
ResponderEliminarArii
Más me encanta!
ResponderEliminaramo como peter se preocupa por lali
ResponderEliminarpero tenerla encerrada?? ahi esta exagerando mucho
me intriga saber quien es la abogada que llego a fiambala
beso
Será k prefiere fingir su muerte.
ResponderEliminarDesesperadita k esta Lali
Protegerla no significa encerrarla. Ya estar ahí para ella era complicado y ahora que había hecho amigos y se relacionaba con todos los vecinos de Fimbalá Peter no puede creer que Lali va a permitir que no la deje salir de su casa.
ResponderEliminarSi quiere protegerla, que se la lleve a su casa jajajajaj
PD: no sé cuando podré comentar de nuevo porque sigo sin Internet, pero ya sabes que me encanta!!! =) besosss
Maaass❤️
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