Buenas!!!! ¿Qué tal su día? Ojalá todo bien o al menos
descansado para empezar la semana!!! Gracias por leer y estar ahí :D Besos y
hasta mañana!!!!
P.D.: Ale, ahora sabes por qué fue un alivio que el capítulo de ayer no fuera el de hoy (en número digo) jajajjajajaja
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@Caparatodos
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—Pero
tú decides, jefe —dijo Ballón.
—Así
es. —Lavalle suspiró, despidiéndose mentalmente de una tranquila semana—. Y voy
a hacer caso a mis instintos. Vamos a sacarla de ahí.
Capítulo 70:
Estaba
temblando. Peter casi podía sentir vibrar el aire del lado del copiloto. Rayos.
Estaba comportándose como un animal. Hacía una semana que se había ido, no la
había llamado siquiera y ahí estaba, llevándosela corriendo a la cama.
Tenía
que tener mucho cuidado. Había una larga hilera de mujeres atractivas que
habían dejado a los hombres Lanzani por mucho menos que eso. En sí ya era un
verdadero milagro. Necesitaba aferrarse a ella. Poco importaba que se estuviera
muriendo por estar con ella, ahora mismo debía portarse mucho mejor que eso.
Peter
se inclinó en la camioneta y la besó, aferrándose con fuerza al volante para no
caer en la tentación de tocarla. Fue un beso suave y dulce. Los labios de ella
se curvaron bajo los suyos y le rodeó la barbilla con su manita.
—Entremos
—le susurró contra la boca.
—Dale.
—Suspiró. Sus labios apenas habían rozado los de ella, pero en el aliento de
Lali podía oler el brownie de chocolate que Nadia les había dado.
Peter
apretó la mandíbula al ayudarla a bajar de la camioneta y vio que se
estremecía. No tenía más que un polo puesto, y hacía un frío espantoso. Había
tirado de ella con tanta prisa que no le había dado tiempo de agarrar su
abrigo, Se desabrochó rápidamente la casaca y le envolvió los hombros con ella.
Le
regaló una sonrisa enorme, como si acabara de llenarla de rubíes.
—Gracias.
Dios.
Le estaba dando las gracias, en lugar de quejarse por lo apresurado que era. Se
aclaró la garganta y le pasó un brazo por los hombros.
—No
tienes que darlas. Vamos dentro, hace un frío horrible aquí fuera.
Empezaba
a llover. En Fiambalá, todo el mundo estaba en la cafetería. La calle de Lali
era oscura y silenciosa. Era como si estuvieran solos en el pueblo, en el país,
en el mundo.
Una
vez dentro, Lali encendió la luz y lo miró.
—¿Te
gusta? —preguntó, sacudiéndose la casaca.
Peter
estaba confundido. ¿Que si le gustaba qué? ¿Ella? ¿Qué rayos quería decir?
Claro que si... luego miró hacia donde miraba ella y abrió mucho los ojos.
La
casita destartalada y triste se había transformado por completo. Había pintado
las paredes de color crema, había hecho unas preciosas cortinas color crema y
rosa y había usado esa misma tela para hacer un mantel. El sillón de espantosos
colores chillones estaba ahora cubierto por una tela en tonos amarillo claro
que había amarrado de manera artística a los lados. Peter reconoció algunas de
las cosas que había comprado con él, aunque jamás se habría imaginado que
pudieran cambiar tan drásticamente una habitación.
—Está
fenomenal. —La abrazó con más fuerza—. Eres una auténtica maga.
—No,
sólo me gusta sacar lo mejor de cada cosa.
Desde
donde estaba, Peter veía sus largas pestañas, las delicadas mejillas y la piel
cremosa. Le cortaba la respiración. No era una maga, sino una bruja, y lo tenía
completamente embrujado.
De
repente, toda esa semana que había pasado solo, sin Lali, le pareció el peor
calvario al que hubiera estado sometido nunca. No habría podido soportarlo ni
un minuto más.
—Tenemos
que ir a la cama —dijo con voz pastosa—. Ahora.
—¿Ahora?
—preguntó sonriendo.
Peter
asintió.
—Supongo
que va a ser una de esas veces —dijo suavemente.
Una
de esas veces en que la desnudaba y la hacía suya.
—Sí.
Sonrió
y se estiró hacia él, que se agachó para besarla. Era tan suave y cálida como
recordaba. Se giró por completo hacia él, rodeándole el cuello con los brazos.
No quería cambiar nada de su posición, así que simplemente la envolvió con los
brazos, la levantó y la llevó a la habitación. La dejó junto a la cama y, sin
dejar de besarla, le quitó el abrigo. No quería dejar de besarla, pero debería
hacerlo si quería desnudarla.
Movió
las manos con rapidez mientras se agachaba. Polo, pantalón, medias, ropa
interior, zapatos, ah... ahí estaba. Desnuda. Un ángel pálido y brillante.
Peter dio un paso atrás, observándole la cara con cuidado, giró la mano y se la
llevó a la entrepierna. Aún no estaba completamente lista. La acarició y, como
un milagro, su cuerpo reaccionó rápidamente a su tacto. Pero, aun así, no era
suficiente.
Volvió
a inclinarse sobre ella, besándola profundamente mientras seguía guiándola al
lugar donde la necesitaba para poder disfrutar junto. Lali estaba clavándole
los dedos en los hombros y respiraba entrecortadamente mientras Peter probaba
su suavidad.
—Peter
—susurró, y luego—: ¡Ah! —Cuando le dibujó círculos con el dedo sobre el
clítoris. Se sacudió, y él con ella.
Nunca
había conocido a una mujer que pasara de cero a mil kilómetros por hora en tan
poco tiempo.
Apretó
los dientes porque, aunque estaba cada vez más suave y húmeda, seguía sin ser
suficiente. En cuanto poseyera su cuerpo, iba a hacerlo con fuerza y, para eso,
necesitaba que estuviera preparada.
—A
la cama —le susurró contra la boca.
—Dale.
—Sus labios se curvaron en una sonrisa. Sabía que había reconocido ese tono; el
que le indicaba que estaba a nada de perder el control.
Peter
la ayudó a ponerse sobre la cama con la mano que tenía libre, y luego se colocó
él junto a su cadera. Seguía acariciándola con suavidad. Levantó la palma de la
mano y ella, obedientemente, abrió las piernas. Tenía unas piernas
maravillosas. Le acarició el interior de los muslos, suaves como el terciopelo.
Peter
la observó unos segundos. La habitación estaba a oscuras, pero la piel de Lali
brillaba suavemente a la luz del farol exterior. Pese a que se moría por estar
dentro de ella, se tomó unos minutos para saborear cada detalle de su cuerpo.
Las delicadas clavículas, los pequeños y tensos pechos, el suave y liso
vientre… Todo en ella era elegante y perfecto.
Movía
las piernas sin descanso sobre la manta, mientras Peter acariciaba su cuerpo
con los dedos. Su miembro nunca había sido tan amable con ella, siempre le
había dado empellones fuertes y rápidos. A lo mejor así sería siempre. A lo
mejor la única forma que tenía de hacerle el amor despacio era con la mano.
El
silencio era absoluto, salvo por su respiración y el sonido húmedo que hacía su
dedo al entrar y salir de ella.
—¿Te
gusta esto? —le preguntó en voz baja, mirándola por fin directamente a los
ojos. Lo había estado observando mientras la miraba.
Lali
le acarició el brazo.
—Me
gusta todo lo que me haces, Peter —dijo sencillamente.
Cerró
los ojos, como si le doliera. Su miembro se endureció aún más si era posible,
dando contra la tela de los pantalones como si diera contra una puerta.
Empezó
a desabrocharse la camisa, pero se detuvo asombrado.
Le
temblaba la mano.
A
él nunca le temblaban las manos. Era un excelente francotirador y, tal y como
le había dicho a Lali, mejor aún con el cuchillo. Y no puedes decir que lo seas
si eres del tipo de hombres al que le tiemblan las manos con la presión.
Sólo
recordaba otra vez que le hubiera temblado la mano, y había sido la primera vez
que vio a Lali. Daniela Rinaldi estaba deshaciéndolo poco a poco. Y luego lo
volvía a reconstruir en un hombre mucho mejor.
Terminó
de desabrocharse los botones de la camisa con una mano. Para conseguir
quitársela por completo, su mano derecha debía abandonar la calidez y la
suavidad del cuerpo de Lali y, por un momento, estuvo tentado de dejarse la
camisa puesta.
Pero
le encantaba sentir el contacto piel con piel. Cuando hacían el amor se frotaba
contra él como un gatito y saboreaba cada milímetro del roce de su piel. Así
que, muy a su pesar, Peter alejó sus manos de Lali para quitarse la camisa. Se
sacó los zapatos junto con las medias.
Se
acostó junto a ella y le pasó la mano por la espalda. Se inclinó y le dio un
beso en la mandíbula, en el cuello y luego le mordisqueó la oreja. Lali se
estremeció y se aferró a él.
—Te
extrañé —le dijo al oído.
—Ay,
Peter, yo también te extrañé. —Le pasó una mano por el pelo y ladeó la cabeza
para besarle el cuello—. Muchísimo. No sabes cuánto.
Claro
que lo sabía.
—He
pensado en ti todas las noches. —Le lamió el cuello y le hizo un recorrido de
besos hasta el pecho. Lali subió una pierna y la enrolló sobre el muslo de
Peter, abriéndose para él.
—¿No
piensas quitarte los pantalones?
—Todavía
no —gruñó—. En cuanto lo haga, no podré aguantar más.
Podía
sentir su sonrisa contra el cuello.
—Son
una especie de cinturón de castidad, ¿no?
No tienen remedio jajajajaja
ResponderEliminarespero mas noveee
Más me encanta!!
ResponderEliminarJAjajaja tiene un deseo animal con ella! jajajaja Da gracia!
ResponderEliminarQuiero más!
Lore
Otrooooooo :))))
ResponderEliminarArii
heee le dijo que la extraño, esp es un avance jajajaj
ResponderEliminarmaaas
@x_ferreyra07
Le dijo que la extrañaba ! El mas lindo
ResponderEliminarPeter con cinto de cast8idad,me rio fuerte,jaja el esfuerzo q esta haciendo y ella q quiere q apure,jaja
ResponderEliminarJjajajajaja son unos salvajes sin causa y yooo quieroooo mas novela por favor
ResponderEliminarJajajja,al menos esa vez esta aguantando un poco mas.
ResponderEliminarEn cuanto se quite los pantalones está perdido.
K derroche d berborrea Peter!!!!!,jajajjajajaja.
ajjajajajajaj con todo! Mas novee
ResponderEliminarbueno por lo menos le dijo que la extraño
ResponderEliminaralgo es algo
buen comienzo de semana
besos
Me encanto
ResponderEliminarAhhh yo tambien los extrañe
ResponderEliminar@laliteronfire
Si hija ahora lo entendí, has estado hay al limite con no poner esto en el capítulo 69 jaja. Me gusto mucho el capítulo ay de una y al menos la dijo algo lindo jaja
ResponderEliminarDijo que la extraño que dulce!!
ResponderEliminarSegui!!! jaja no pueden mas con las hormonas!!!
Pobres!!
@gbv_17
por fin peter suelta algo lindo
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