domingo, 2 de junio de 2013

Capítulo 21




Twitter: @Caparatodos
____________________________________________________

Ignacio se sentó y prendió la computadora, sin decir nada más. No le dirigió la palabra mientras comprobaba los recibos, ni cuando -intentando agradarle- ordenó su parte de la oficina.

Capítulo 21:

Las tres horas que faltaban para el almuerzo se le hicieron eternas. Rellenó el hornito de porcelana de lavanda y salvia, hizo algunas ventas y durante todo el rato no le quitó los ojos de encima al detective que desarmaba las estanterías en la pared de la derecha.

Lo vigiló para asegurarse de que no ponía más micrófonos, ni sacaba una pistola de su zapato, ni disparaba a nadie; por supuesto que no lo miraba para observar sus bíceps tensos bajo la ropa mientras desarmaba las pesadas piezas de la estantería, o sus hombros anchos y musculosos cuando trasladaba las piezas al depósito, o el movimiento continuo de su mano para guardar los tornillos dentro de la bolsita que colgaba del cinturón de herramientas.

Incluso aunque no lo observara sabía cuándo salía de la habitación y cuándo volvía a entrar. Sentía su presencia como la invisible atracción de un agujero negro, se entretuvo atendiendo a los clientes o dedicándose a la interminable tarea de quitar el polvo. De esa manera evitó hablar con él excepto lo estrictamente necesario.

A las diez, la tensión le había provocado dolor de cabeza y, a las once y media, tenía un tic en el rabillo del ojo derecho. Finalmente, a las doce menos cuarto, agarró su pequeña mochila de cuero y, tensa como una cuerda, salió de la tienda bajo la brillante luz del sol. Sintió como si le hubieran concedido la libertad condicional después de diez años en prisión.

Se reunió con el representante en un restaurante del centro, se sentaron en la terraza y discutieron sobre collares de plata y aretes. Una leve brisa agitaba la sombrilla verde por encima de sus cabezas mientras el tráfico circulaba por la calle de abajo. Ella pidió su plato preferido, pollo al horno, y un vaso de té helado confiando en que el dolor de cabeza se le pasara durante la comida.

El tic del ojo desapareció, pero fue incapaz de relajarse completamente. No importaba cuánto lo intentara, no podía encontrar su equilibrio interior ni rearmonizar cuerpo y espíritu. No importaba cuánto se resistiera, sus pensamientos regresaban una y otra vez a Juan Pedro Lanzani, y a las muchas formas en que el detective podría malinterpretar un error de Ignacio mientras ella estaba ausente. No creía que hubiera ni una pizca de bondad en el musculoso cuerpo del detective Lanzani, casi esperaba volver y encontrar al pobre Ignacio esposado a una silla.

Pero al regresar a la tienda, dos horas más tarde, se encontró con lo último que esperaba. Risas. Ignacio y Mara estaban parados junto a la escalera, sonriéndole abiertamente a Juan Pedro Lanzani como si fueran amigos de toda la vida.

Su socio no estaría tan alegre si supiera que había un policía decidido a meterlo tras las rejas. Y Lali sabía que Ignacio odiaría la cárcel más que la mayoría de los hombres. Odiaría la ropa, los cortes de pelo y no tener un celular.

Guió la mirada de la cara sonriente de Ignacio a los ocho nuevos estantes que llenaban la pared del fondo. Peter estaba subido en lo alto de la escalera con un taladro en una mano, un nivel en la otra y una cinta métrica colgando del cinturón de herramientas.

Lo cierto era que no había esperado que supiera lo suficiente sobre carpintería para hacer bien el trabajo, pero el sistema que había utilizado para sujetar la estantería a la pared la sorprendió; aparentemente sabía más de lo que había creído. Mara se arrodilló al lado de la pared y colocó el fondo del último estante. La expresión de sus ojos era de total admiración mientras miraba al detective. Obviamente, Mara era una joven inexperta y por lo tanto muy susceptible a las hormonas que Peter emanaba.
Ninguno de los tres había notado la presencia de Lali ni la del cliente que miraba un florero de porcelana.

—No es tan fácil —decía Ignacio al detective situado encima de él—. Tienes que tener buen ojo y una habilidad innata para hacer dinero con la venta de antigüedades.
La conversación quedó en suspenso mientras Peter aseguraba dos tornillos con el taladro en la parte superior del estante de metal.

—Bueno, no sé demasiado de antigüedades —confesó, descendiendo de la escalera—. A mi madre le encanta comprar chucherías en ferias, aunque a mí todas esas cosas me parecen iguales. —Se arrodilló al lado de Mara y apretó los dos tornillos restantes—. Gracias por la ayuda —dijo antes de levantarse otra vez.

—De nada. ¿Puedo hacer algo más por ti? —preguntó Mara, mirándolo como si quisiera morderlo.

—Ya estoy acabando. —Se inclinó y aseguró varios tornillos más.

—Algunas personas encuentran antigüedades en las ferias —dijo Ignacio cuando finalizó el ruido—. Pero los distribuidores serios sólo van a las ventas del estado y subastas. Así fue como conocí a Lali. Ambos pujamos por la misma acuarela. Era una escena pastoral de un artista local.

—Tampoco sé demasiado de arte —confesó Peter, y apoyó el brazo sobre un escalón de la escalera agarrando todavía el taladro como si fuera un arma—. Si quisiera comprar una pintura, tendría que preguntarle a alguien que entendiera.

—Deberías hacerlo. La mayoría de la gente no tiene ni idea. Te sorprendería cuántas imitaciones cuelgan en galerías prestigiosas. Hubo una en...

Continuará…

16 comentarios:

  1. Se hunde solo agus?? Más! Me encanta!

    ResponderEliminar
  2. Apaaa quizás Ignacio se está metiendo el solito en la boca del lobo. Y Lali por favor que deje de intentar autoconvencerse de que vigila a Peter y no de que lo mira porque le ENCANTA!

    espero mas noveeee

    besos

    ResponderEliminar
  3. Lina (@Lina_AR12)2 de junio de 2013, 12:45

    Lo nerviosa q esta Lali pobre y me parece q Ignacio se esta tirando tierra solito!

    ResponderEliminar
  4. ai dios cortaste en la mejor parte!

    ResponderEliminar
  5. EN DÓNDE???? ehhh... sos re mala Cami, eh!! Cómo lo vas a dejar ahí?
    Seguro que dice cualquier cosa menos lo de Arredondo.
    Quiero más!
    Lore456

    ResponderEliminar
  6. Nono, sos mala como vas a,dejarnos ahi!! Espero mas, beso :)

    Arii

    ResponderEliminar
  7. Me encanta!
    mas :)

    @ligiaelenaCM

    ResponderEliminar
  8. Celosa d Mara?.Esta loquita x Peter ,todos sus pensamientos van a el.Algo raro hay pero espero k Ignnacio no este implicado x el bien d Lali

    ResponderEliminar
  9. Lalita Lalita... como tr gusta Peter eeeeh.... jajajaja Cami me encanta esta nove te juro! ojala lo estes pasando bieen:) beso enormeee

    ResponderEliminar
  10. maaaaas please


    @laliteronfire

    ResponderEliminar
  11. claro ella lo esta vigilando no más!! jajja si ella cree eso!y creo que le molesta bastante que mara lo mire a Peter pero bueno ella es la "novia" y puede marcar territorio! Parece que ignacio se esta pisando solito!!
    espero el proximo!!

    ResponderEliminar
  12. Por un momento considere la idea de que fuera Mara pero parece que no :/ no pareciera que fue Ignacio ... quiero LALITER ♥ @LuciaVega14

    ResponderEliminar