martes, 4 de junio de 2013

Capítulo 23




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—Aunque pareces normal —dijo—, realmente eres un demonio. —Y le clavó un codo con fuerza en las costillas. Peter soltó una bocanada de aire y ella aprovechó para escapar rápidamente de su abrazo.

Capítulo 23:

—Supongo que esto quiere decir que no me comeré una pelea más tarde —gruñó Peter mientras se agarraba el costado.
Ignacio, el traidor, se rió como si el detective fuera un comediante.

—Me voy a casa —dijo Lali, y salió de la habitación sin mirar atrás. Lo había intentado. Si Ignacio se incriminaba en su ausencia, ella no iba a tener ningún cargo de conciencia.
Ignacio oyó el portazo al cerrarse la puerta de atrás, luego volvió a mirar al novio de Lali.

—Está realmente enojada contigo.

—Lo superará. Odia que mencione a mis otras novias. —Peter cambió el peso de pie y cruzó los brazos—. Me contó que salieron un par de veces.

Ignacio buscó indicios de celos pero no vio ninguno. Había visto la posesiva manera en que Peter tocaba a Lali y cómo se besaban esa mañana. Hacía tiempo que conocía a Lali y ella solía salir con hombres altos pero delgados. Este hombre era diferente. Era musculosa y con fuerza bruta. Debía de estar enamorada.

—Salimos algunas veces, pero nos llevamos mejor como amigos —le aseguró a Peter. En realidad, él había estado más interesado en ella que ella en él—. No tienes de qué preocuparte.

—No me preocupo. Sólo era curiosidad.

Ignacio siempre había admirado a los hombres que tenían confianza en sí mismos, y Peter la tenía de sobra. Si hubiera tenido buenos ingresos además de buena pinta, lo más probable es que Ignacio lo hubiera odiado con solo verlo. Pero se veía tan perdedor que no se sentía para nada amenazado.

—Creo que le vas a hacer muy bien a Lali —dijo.

—¿Por qué?
Porque la quería distraída durante los siguientes días y Peter parecía ser capaz de mantenerla ocupada.

—Porque ninguno de los dos espera demasiado de la relación —contestó, y se fue a su oficina. Meneó la cabeza al entrar y se sentó en su escritorio. El novio de Lali era un perdedor sin expectativas que tan sólo se conformaba con ser capaz de subsistir.

No como Ignacio. Él no había nacido rico como Lali, o guapo como Peter. Él era el sexto de una familia con once hijos que vivían en una pequeña casa como sardinas enlatadas. Era normal que pasara desapercibido. Salvo por la leve variación en el color del pelo y las diferencias obvias de género, todos los niños Pérez eran iguales.

Excepto una vez al año, en los cumpleaños, no había habido una atención especial para cada uno. Habían sido como un todo. Una pandilla. A la mayoría de sus hermanos y hermanas les había encantado crecer en una familia numerosa. Habían sentido una unión, una cercanía especial con los otros hermanos. Pero Ignacio no. Él se había sentido invisible. Y lo había odiado.

Toda su vida había trabajado duro. Antes del colegio, después de la universidad y todos los veranos, y así durante muchos años. No le habían dado nada salvo ropa de segunda y un par de zapatos nuevos cada año. Aún trabajaba duro, pero ahora se divertía haciéndolo. Y si había cosas que quería y no tenía el dinero para conseguirlas de manera legal había otras formas para conseguirlas. Siempre había otras alternativas.

El dinero daba poder. Sin eso un hombre no era nada. Era invisible.


Lali encontró finalmente la paz interior que había estado buscando durante todo el día flotando en medio de una piscina para niños en el patio trasero de su casa. Poco después de regresar de la tienda, había llenado la piscina y se había puesto un bikini plateado. La piscina tenía dos metros y medio de largo y unos setenta y cinco centímetros de profundidad. El borde estaba decorado con animales selváticos azules y anaranjados. Flores silvestres, pétalos de rosas y rodajas de limón flotaban en el agua ayudándola a aliviar la tensión gracias al perfume de flores y cítricos. Olvidarse por completo de Peter era imposible, por supuesto, pero servía para cargarse de energía positiva y enterrarlo en el fondo de su mente.

Era la primera oportunidad que tenía para probar el bloqueador y se había untado la piel con una mezcla de aceite de sésamo, germen de trigo y lavanda. La lavanda había sido una inspiración de última hora, una apuesta personal. No tenía propiedades de protección, pero sí curativas en caso de que se quemara. Y además, su perfume ocultaba el olor de las semillas, así no atraería la atención de mosquitos hambrientos en busca de alimento.

De vez en cuando levantaba el borde del bikini comprobando el bronceado. A lo largo de toda la tarde, la piel había adquirido un tono dorado sin el más leve indicio ele rojez.

A las cinco y media, su amiga Eugenia Suarez de López, ahora simplemente Suarez otra vez, llegó de visita para regalarle a Lali una tanga y un sostén a juego. Eugenia era la dueña de Sexy o atrevida, la tienda de lencería a media cuadra de Whim y la visitaba con frecuencia con las últimas novedades en ropa interior sexy o camisones provocativos. Lali no tenía corazón para decirle a su amiga que no usaba ropa interior provocadora. Con lo cual, la mayor parte de los regalos terminaban en una caja dentro del closet. Eugenia era flaca y morocha, tenía treinta y un años y se había divorciado dos veces. Había tenido más relaciones de las que Lali podía recordar y creía que la mayoría de los problemas entre hombres y mujeres se solucionaban con ropa interior.

—¿Cómo te va con el tónico que te hice? —preguntó Lali a su amiga, que se sentó en una silla de mimbre bajo el toldo de la terraza.

—Mejor que la mascarilla de harina de avena o el mejunje para los cólicos.

Lali rozó con los dedos la superficie del agua, agitando las flores silvestres y los pétalos rosados. Se preguntó si eran los tratamientos los que fallaban o la poca paciencia de su amiga. Eugenia buscaba siempre remedios rápidos, el camino más fácil. Nunca se molestaba en buscar en su alma para encontrar la paz interior y la felicidad personal. Como consecuencia, su vida era un caos. Era un imán para los buenos para nada, y tenía más problemas que un revistero. Pero Eugenia también tenía virtudes que Lali admiraba. Era muy divertida y brillante, siempre iba detrás de lo que quería y tenía un corazón de oro.

Continuará…

16 comentarios:

  1. Me gusto el capítulo!!!
    espero el proximo!!
    beso

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  2. Simplemente me encantaa!!! geniaa!

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  3. AH! en verdad Peter no pregunto por curiosidad si no porque algo de celos sintio jajajaja

    Leyendo la forma de ser de Ignacio, me parece que tiene todas las de ganar de estar vendiendo cuadros y obras de arte en el mercado negro =S si es asi me parece que Lali va a llevarse una gran desilusion.

    Así como también creo que dentro de poco va a comenzar a utilizar la ropa interior que Euge le regala jajajajaja

    espero mas nove! besos! TQ!

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  4. Quieeero mas, Ahi esta la confesion que hace a Ignacio culpable! Espeero mas, besote :)

    Arii

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  5. Así que Ignacio aparentemente es amigo de las cosas 'turbias' mmm Lali se va a decepcionar de su amigo.
    Me encanta la historia!!
    Lore456

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  6. Vaya ahora si k Ignacio parece k es culpable.Jajaha lalu necessitaba tiempo para ella .Serguro k Peter se presenta en su casa.

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  7. Mas! Me encanta la historia :)

    @ligiaelenaCM

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  8. Así que Ignacio, si se ha creído lo de Lali y Peter!! Si siguen así creo que ellos se comen al personaje jajaja
    Saludillos buen día, bueno en realidad no se si noches :)

    Titel :)

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  9. Que buen Cap!! y yo que me lo creia a Ignacio inocente.. ya no tanto..
    Lali usara pronto con Pitt esa ropa sexy de Euge?? ojala que siii jaja

    besooo:))) quiero mas

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  10. Lali tiene que usar el conjunto que le regalo Euge con peter eh!!Ojala pronto hagan pasos adelantes y no atras. Ignacio no me convence del todo.. no se hay algo que no cierra!!Quiero laliter ya..besos!Giu

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  11. me encantoooooo!!! ahora si hay mas posibilidades de que sea Ignacio ¬¬ jajaja quiero que Peter se diculpe con Lali o que por lo menos haya mas laliterrrr!!!!! necesito otro beso ♥ @LuciaVega14

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