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De hecho, al principio los chicos se portaban tan
bien que tuvo la descabellada sensación de verse metida de lleno en un re-make de La invasión de los aliens: en realidad los niños eran
extraterrestres criados en el sótano del colegio. Poco a poco, se fue dando
cuenta de que vivían en un ambiente tan inflexible —en el que se les mandaba
hacer tareas casi antes de aprender a caminar—, que estaban acostumbrados a
obedecer sin protestar.
Capítulo 4:
Entró en su clase y se detuvo al ver que una bala de
cañón pequeña y morena iba derecha a su estómago. Soltó un silbido de aire y
apoyó las manos en dos hombritos. Sintió sus huesecitos, frágiles como los de
un pájaro, bajo las manos.
—Rafael —sonrió y se agachó. Rafael Martínez era su
alumno preferido. Pequeño, tímido y con una adorable carita, había rondado a su
alrededor durante el pasado mes, trayéndole puñados de margaritas, un trozo de
hueso color té que aseguraba que era un fósil de dinosaurio y su preferida: una
minúscula tortuga verde.
Lali se había preocupado al ver que las dos últimas
semanas había estado cada vez más triste. Le pasaba algo en casa. Habría
resistido la tentación de interferir si Rafael se hubiera vuelto agresivo y
violento, como los niños de las películas. Pero simplemente se había vuelto
cada vez más callado, y luego malhumorado; sentimientos de infelicidad lo
embargaban.
—Hola campeón —dijo Lali suavemente. Alargó un dedo
para secar una lágrima—. ¿Qué pasa?
Murmuró algo hacia el piso. Lali creyó oír «Mia»
y «mamá» y miró fijo a Mia Roberti, la niña de pelo muy
corto que la hacía parecer más un niño que una niña.
Lali no entendía nada. Normalmente, Mia y Rafael
eran mejores amigos e intercambiaban stickers de fútbol y renacuajos.
—¿...de baño? —murmuró Rafael a su cintura, con la
cabeza gacha. Necesitaba llorar en privado. Lali abrió los brazos y el niño la
rodeó y comenzó a correr hacia el baño que había al final del pasillo.
Se acercó hacia Mia, que había seguido a Rafael con
la mirada y tenía cara de afligida.
—¿Qué es todo esto, Mia? —le preguntó con calma.
—No lo sé. —Le temblaba el labio inferior—. No lo
hice a propósito. Sólo le pregunté si su mamá lo iba a llevar a pedir caramelos
conmigo. —Mia la miró con unos atormentados ojos color azul—. Y luego salido corriendo.
«Oh,
oh, —pensó Lali—. Problemas. Aquí mismo, en River City».
—Salió —corrigió sin pensar—. Bueno, entonces déjalo
un ratito. Tenemos que ponernos a trabajar si queremos tener todo listo para
esta tarde. —Lali se levantó y dio un par de palmadas—. Está bien, chicos, cada
uno a lo suyo. Tenemos que preparar a Don Grande.
Todos los niños habían llevado sus propias calabazas
para prepararlas para festejar Halloween.
Catorce pequeñas calabazas con sonrisas cuarteadas y torcidas esperaban en
fila sobre la estantería. Ahora era el turno a Don Grande. Uno de los vecinos
se había presentado en la mañana y, sin decir mucho —claramente, los habitantes
de Fiambalá no eran nada habladores—, había dejado una gigantesca calabaza para
que los chicos se entretuvieran vaciándola.
Vaciar la gigantesca calabaza se había convertido en
un proyecto de clase y, esa misma tarde, cuando estuviera terminada, la
pondrían en las escaleras del colegio con una vela en su interior.
Ya que había vivido mucho tiempo fuera, Lali y su familia habían adoptado distintas
festividades, sin importarles dónde estuvieran en cada momento. La madre de
Lali se las había ingeniado para festejar los carnavales de España en Dubai,
acción de gracias en Lima y navidad en Delhi. Lali se sintió estafada al ver
que, en Buenos Aires, los niños no salían a pedir dulces porque se había vuelto
demasiado peligroso y, en parte, porque no lo celebraban.
Por suerte, el mayor peligro para un niño en
Fiambalá era que algún animal los correteara. Estaba feliz de que sus niños
llevaran toda la semana entusiasmados ante la idea de disfrazarse y salir a
pedir dulces por las casas.
—Salvado, Alonso, quiero que agarren la bolsa de
plástico; ahí es donde vamos a poner las semillas y la pulpa. Sol, toma el
plumón para que podamos pintarle la cara. ¿Quién tiene la vela?
—Yo. —Ricardo enseñó su mejor sonrisa desdentada y
levantó una vela de tamaño industrial.
—Perfecto. Está bien, clase, vamos allá. Tenemos
media hora para hacer la mayor y más sórdida calabaza-linterna que haya visto
nunca este lugar en las escaleras del colegio.
—¡Sí! ¡Eso es! —Tras una maraña de extremidades y
con el máximo ruido y lío posible, Don Grande empezó a tener forma. Por raro
que pareciera, el ruido y la confusión tranquilizaban a Lali, acostumbrada como
estaba al ajetreo y al bullicio de una gran ciudad. Fiambalá estaba desértica
hasta a media mañana, hecho que le ponía los pelos de punta.
Observó a los niños mientras trataban de vaciar de
pepitas la gigantesca calabaza, interviniendo sólo para recoger lo que caía al suelo
para que los niños no se resbalaran y terminaran en el piso. Jorge, el portero,
se encargaría del resto.
Al cabo de más o menos un cuarto de hora, Rafael
volvió a la clase con los ojos secos pero rojos. Lali esperaba que se uniera a
la diversión, pero el chiquito se quedó en un rincón, fuera del torbellino de
actividad. Lali suspiró y escribió otra nota a sus padres, preguntándoles si
podían venir a verla, y metió la nota al cuaderno del niño. Era la quinta nota
en dos semanas que les escribía. Por poco que le gustara la idea, si tampoco
recibía respuesta esta vez, tendría que pedirle a Felipe el teléfono de la casa
de Rafael y llamar a sus padres el lunes sin falta.
—Señorita Rinaldi, mire, mire.
Parece que despues de todo se ha acostumbrado a vivir asi =)
ResponderEliminarespero masss
Está novela es junto a ti o sobran palabras
EliminarMás me encanta!
ResponderEliminarFInalmente Lali se lleva bastante bien con los niños!!! Espero le proximo capítulo y También quiero LALITER!!!
ResponderEliminarQué está pasando con ese nene???
ResponderEliminarQuiero más!
Lore
me encanta,que le pasa al chico
ResponderEliminarmaas novee
ResponderEliminarnecesito que me ayuden a encontrar una nove porfa lo único que me recuerdo es que lali y peter terminaban porque ella no sabia si lo amaba siendo lali o siendo mar
abre tu corazon estoy casi segura que era esa
EliminarOtroooo :))
ResponderEliminarLos niños están cambiando su vida.
ResponderEliminarLali esta como pez en el agua en ese pueblo!
ResponderEliminarPeerdon now me pongo al dia :3
ResponderEliminarSor