Twitter:
@Caparatodos
____________________________________________________
—La conexión vuelve a ser mala —gritó tapando con la
mano el altavoz, y colgó. Ya había tenido suficientes malas noticias. No era
suficiente con decirle que estaría ahí atrapada durante meses... al parecer,
alguien había estado cerca de descubrir dónde se escondía.
Capítulo 8:
Lali se detuvo en seco un segundo, paralizada por la
idea aterradora que acababa de tener más que por el frío viento. Lavalle
parecía estar completamente seguro de que nadie podía descifrar los archivos,
pero había leído más de una noticia en los periódicos acerca de hackers de doce
años y llenos de granos que entraban a las computadoras de compañías y del
gobierno.
¿Qué pasaba si Isaías Fadul resultaba ser un experto
en informática? Su mente volvió a aquella terrible y espantosa noche un mes
atrás. Normalmente trataba de eliminar las imágenes de su mente, especialmente
a las dos de la mañana, cuando las pesadillas amenazaban con volverla loca,
pero ahora recordó a propósito aquellas imágenes grabadas para siempre en su
cabeza.
Repasó la escena en cámara lenta... el esquelético
hombre de rodillas; el sudor, del miedo, que goteaba en la vereda manchada de
aceite; otro hombre, que le apuntaba con un arma a la cabeza; el dedo que
apretaba despacio el gatillo; el estallido; la cabeza del hombre esquelético
que explotaba... ahí era donde siempre apartaba la imagen de su cabeza, pero
esta vez continuó y se concentró en el hombre que sostenía la pistola. Era alto
y corpulento. Se concentró en su cara. Sus gestos eran de una frialdad animal,
llenos de brutalidad y violencia... aunque no inteligencia. Lali comenzó a
respirar de nuevo. No, se dijo, ese hombre no podía hackear una computadora
así.
Además, recapacitó Lali mientras volvía al edificio
vacío del colegio, había estado en Fiambalá el tiempo suficiente para conocer a
todos de vista. Últimamente no había visto ninguna cara nueva.
El cielo rugió de camino al colegio y las luces
parpadearon una vez. «Buenísimo, —pensó—. Esto es genial».
Ahora sí que tenía que apresurarse para volver a casa; tenía una gotera y no le
provocaba tener que buscarla a oscuras.
Entró en su clase, con el familiar olor a polvo de
tiza. Don Grande la observaba desde su rincón. Tenía que acordarse de decirle a
Jorge que lo dejara en las escaleras del colegio cuando terminara de limpiar.
Las luces volvieron a parpadear en la oscura clase.
Se oyeron unos pasos fuertes en el pasillo que había fuera; el sonido retumbaba
en el silencio del colegio. Alguien caminaba con rapidez, se detenía y volvía a
caminar, como si... el corazón se le paralizó; como si estuviera buscando
algo... o a alguien.
«No
seas tonta», se dijo, pero su corazón siguió su desbocada
carrera. Con manos temblorosas, metió los papeles en su maletín, maldiciendo al
ver que se le caía uno al suelo. Se escuchaba a sí misma jadear e hizo un
esfuerzo por tranquilizarse. Los pasos se detuvieron y volvieron a empezar.
Cada profesor tenía su nombre escrito en la puerta de la clase. Si alguien
andaba buscando a Daniela Rinaldi...
Se detenía, volvía a empezar...
Agarró su abrigo y trató de calmarse. Lavalle la
había asustado, nada más. Seguramente fuera Jorge...
...sólo que Jorge era un hombre mayor y arrastraba
los pies...
...o uno de los profesores...
...aunque todos se habían ido a casa...
Más cerca, más cerca...
Los pasos se detuvieron y clavó la mirada en la
ventana que cubría la parte superior de la puerta. Tenía que ver quién era,
asegurarse de que no era más que uno de los inofensivos ciudadanos de Fiambalá
y no... y no...
Un rostro apareció junto a la ventana. Era un
hombre. Metió una mano en el saco para sacar algo.
Las luces se apagaron.
Lali gimió y trató de pensar en el nudo de miedo que
se le estaba formando en la garganta. ¿Qué podía usar como arma?
No llevaba nada en el bolso, aparte de un diario de
bolsillo, unas llaves y algo de maquillaje. Las mesas de los niños pesaban
demasiado como para que las levantara y las sillas, de plástico ligero, apenas
pesaban. Su mano rozó algo grade y duro... ¡Don
Grande!
Jadeando cada vez más, puso la silla en dirección a
la puerta, se subió en ella y sostuvo la enorme calabaza en las manos. Estaba
parada, temblando, a un lado de la puerta y lista para aplastarle la cabeza al
hombre que estaba afuera. Se le tensó el cuerpo, preparada para luchar.
Giró la chapa.
Lali cerró los ojos y volvió a ver la cara que había
visto con las brillantes luces fluorescentes del pasillo.
El pelo castaño, lacio y de un largo que resaltaba
las facciones que se unían para formar las mejillas y la barbilla. La boca
seria y los ojos negros.
Un rostro desconocido.
Un rostro inolvidable.
El rostro de un asesino.
Más me ecanta!!
ResponderEliminarotro,me encanta
ResponderEliminarChan! La encontró?
ResponderEliminarQuiero más!
Lore
uff buenisimo, me encanto esta buenisima
ResponderEliminaresta nueva nove, te espero
http://amorporcasiangeless.blogspot.mx/
besos
Amiga Felices 2 años al blog algo tarde pero mil gracias por compartir tan lindas historias con nosotras y tomarte tu tiempo de adaptarlas, ya te dije siempre estaré agradecida a ti porque además nos pasas los libros que nos gustan.
ResponderEliminarSe que he abandonado un poco las noves laliter y los blog pero siempre que puedo me doy un salto aunque esta vez me hicieron acordar, perdón si ya no firmo como antes pero sabes que a veces se me complica los tiempos.
Disfruta de tus vacaciones amiga, miles de besos.
Con esta nueva nove me pongo al día si o si este fin de semana :)
@Masi_ruth
¿no me digas que la encontro?? no podes dejar el capítulo ahí!!! necesito otro ya!!
ResponderEliminarJajajjajaja. Me hiciste recordar un "cuentito d miedo" ,k nos contaba mi madre ,con cerca ,cada vez mas cerca.
ResponderEliminarA mi me divertía ,y mis amigas se cagaban d miedo .
Lali ",Daniela" esta pasando un calvario.
Maaaaas
ResponderEliminar@laliteronfire
Se h convertido en uno de terror?????JAJA
ResponderEliminar