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Gastón podía ser la persona adecuada para volver a
introducirse en las profundidades de la sexualidad. Era guapo, gracioso y, si
la cosa salía mal, siempre podrían reírse de lo sucedido.
Capítulo 6:
Unas gotas de lluvia sobre la cara de Lali la
trajeron de vuelta a la realidad. No iría a ningún sitio con Candela aquella
tarde; no alquilaría ninguna película ni se compraría libro alguno y,
definitivamente, no tendría sexo. Probablemente ni siquiera tuviera calefacción
en casa.
«¿Qué
hago acá?, —se preguntó Lali desolada—, ¿A varios kilómetros de la tienda de
ropa más cercana y donde el único entretenimiento son los niños?».
Lo irónico del asunto era que Candela, Gastón y todo
el mundo pensaban que estaba en Panamá. Lavalle la había hecho llamar desde una
línea segura y pedir la baja no remunerada por asuntos personales para cuidar
de su abuelo enfermo. Sin regularidad, pero con frecuencia, enviaban postales
firmadas por Lali a la lista de amigos y compañeros de trabajo que Lavalle le
había hecho elaborar. Probablemente Candela y Gastón la envidiaran en aquellos
momentos por poder pasar un tiempo en Panamá, relajándose bajo el sol, siendo
buena y haciendo el bien.
Lo injusto que era todo aquello le carcomía el alma.
Una sensación de desesperación invadió a Lali hasta
el punto de que casi se cae de rodillas y se pone a llorar. ¿Qué había hecho
ella para merecer esto? Estaba siendo castigada por un delito que no había
cometido; había presenciado por casualidad un asesinato y, en el lapso de unas
pocas horas, le habían arrebatado su tranquila vida de golpe.
Cruzó la calle despacio y recorrió la media cuadra
que había hasta el teléfono público que, al contrario de los que había en
Buenos Aires, no estaba destrozado. Pero estaba en un estado lamentable y se
malograba continuamente, como si la compañía telefónica encargada no se hubiera
molestado en volver a pasar por allí desde hace siglos.
El teléfono estaba en la parte exterior de la
destartalada casa de la fundadora de Fiambalá. Corría el rumor de que Ramona
estaba loca, y Lali creía en ese rumor. Miró un letrero de SE ALQUILAN
HABITACIONES que había en la ventana de la sala de la casa y se estremeció.
Salvo por el hecho de que no estaba en una colina, la casa era igualita al
hotel de Norman Bates en Psicosis.
Lali se detuvo junto al teléfono y observó la calle
para todos lados; no debía haberse molestado en hacerlo, pues la avenida estaba
desértica. Le habría gustado pensar que se debía a que eran las cuatro de la
tarde de un día frío de viernes, pero no era así. La avenida siempre estaba
desértica.
Puso una moneda en el teléfono y le pidió a la
operadora que realizara la llamada a cobro revertido.
—Lavalle.
Lali se dejó caer sobre la cabina de plástico duro,
aliviada, al oír su voz.
—Hola, soy yo. —Lavalle le había prohibido
terminantemente que dijera su nombre. Si él no estaba, debía dejar recado de
que su prima Ruperta había llamado. «¿De dónde sacará esos nombres?»,
se preguntó por enésima vez, «¿del Guinness de los más feos?».´
—¿Cómo estás? —La voz de Lavalle era monótona, casi
aburrida. A Lali le enojaba mucho pensar que él estaba en su oficina, en una
ciudad llena de gente, mientras ella estaba en aquel cuchitril helado.
—¿Cómo estoy? —Lali apretó los labios y observó el
cielo descolorido en busca de inspiración. Suspiró con fuerza para soltar el
aire muy despacio, esperando hasta asegurarse de que no le temblara la voz—.
Déjame ver... estamos a varios grados bajo cero y la temperatura sigue bajando.
La ciudad está bastante vacía. Mia Roberti ha hecho llorar a Rafael Martínez y
yo estoy a punto de unirme a él. Estoy a miles de kilómetros de cualquier
parte. ¿Cómo diablos crees que estoy?
Era su pequeña rutina, como las parejas de ancianos
casadas que siguieron juntos por el bien de los niños al principio y, después,
por el bien de los perros. Lali se quejaba y él escuchaba y se compadecía de
ella. Lali esperaba que Lavalle le dijera lo que quería oír, pero no parecía
dispuesto.
—¿Cuánto tiempo? —suspiró Lali, mientras se frotaba
el brazo que sujetaba el teléfono con la mano que le quedaba libre. Se acurrucó
todo lo pudo en la cabina, deseando escapar del gélido ventarrón que empezaba a
levantarse.
Siempre preguntaba lo mismo: «¿Cuánto tiempo?».
—Parece que hasta después de Semana Santa.
—¿Después de Semana Santa? —Lali se enderezó y ahogó un gritito—. ¿Es broma? ¿Cómo voy a
sobrevivir otros seis meses más aquí, señor...
—Sin nombres —le advirtió con rapidez.
—Ahhhh... —Lali
odiaba otra cosa, más aún que Fiambalá, y era el tener que cuidar lo que
decía—. Se suponía que ibas a sacarme de aquí lo antes posible, ¿recuerdas?
¿Qué pasó?
—Lo que sucedió es que nuestro amigo Fabricio —Su
nombre en clave para Fadul— ha contratado los servicios de J.I. Ferrero
—¿De quién?
—J.I Ferrero. Caray, siempre me olvido de que no
creciste en Buenos Aires. Es el abogado más famoso del país; todos sus clientes
son muy, muy ricos y muy, muy culpables. Su lema es que siempre saca a sus chicos
del problema...
A Lali se le congeló la respiración.
—¿Y lo hace?
Oyó un pesado suspiro.
—Sí, lo hace. Hasta el momento ha peleado por miles
de ellos. Acaba de inundar la fiscalía con tantas mociones de indulto que
parece que ahí hubo un terremoto. Les va a llevar un mes dedicarse a procesar
todo eso. El fiscal me dijo ayer, en privado, que tendrían mucha suerte si
lograran llegar a juicio antes de verano.
Pobrecita .
ResponderEliminarYa la podría haber mandado a un lugar, con exceso d población!!!!,no a un lugar desértico,jajaja
Se complica la cosa... parece que lo tiene dificil para volver a su vida normal. Quizás, aunque sea dificil, sea hora de disfrutar de lo que le toca
ResponderEliminarespero mas noveeeee
pobre lali! que ya conozca a peterr
ResponderEliminarmas novee
Uuui se complica!! Maas :))
ResponderEliminarArii
no la pudieron mandar a otro lado,le toco acostumbrarse
ResponderEliminarPobre Lali!! las cosas se complican! Quiero que Peter aparezca en esta historia!!!
ResponderEliminarEspero el proximo!
Pobre Lali!! Se le está haciendo eterno!
ResponderEliminarQuiero más!
Lore
Desterrada y en un lugar desertico...depresion en puerta...q llegue urgente Lanzani a entretenrla!
ResponderEliminarQue lali encuentre algo que le de diversión, sino no va a aguantar mucho más! Me encanta!
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