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Un rostro desconocido.
Un rostro inolvidable.
El rostro de un asesino.
Capítulo 9:
Juan Pedro Lanzani sentía deseos de matar a alguien.
Preferiblemente a su capataz y mejor amigo, Pablo Martínez. O, en su defecto, a
Lucrecia, la desleal e infiel mujer de Pablo. Se conformaría con cualquiera de
los dos.
Los que debían estar ahí, dispuestos a hablar con la
profesora del Rafa eran ellos, y no él. Preferiría caminar sobre el fuego antes
que tener que hacerse cargo de toda esa tontería emocional; tenía problemas más
que suficientes con el aumento de los precios y las goteras del techo.
No tenía la más remota idea de qué podría decirle a
la profesora de Rafael; lo único que sabía era que Pablo no estaba en
condiciones de hablar con nadie en aquel momento.
Lanzani se metió la mano en el bolsillo, donde tenía
las notas que la profesora, una tal señorita Rinaldi, había mandado a casa con
el pequeño. Se las sabía de memoria, pues las había leído una y otra vez desde
que volvió a casa tras un viaje de negocios y se encontró con un Pablo medio
inconsciente, con una botella de whisky barato en una mano y las notas en la
otra.
Le había quitado las notas de la mano, había
agarrado a Pablo del hombro, lo había metido completamente vestido en la ducha
y había abierto el caño de agua fría.
Pablo había recuperado la sobriedad lo suficiente
para insultarlo débilmente, antes de caer rendido en la cama que tenía mucho,
mucho tiempo sin hacer. Peter había estado tentado de dejar a Pablo como
estaba, sobre la cama deshecha y con la ropa mojada, pero cedió y, suspirando,
lo desvistió y tapó con un par de mantas.
La resaca que tendría al día siguiente lo haría
sentirse suficientemente mal; no hacía falta que también se enfermara de una
pulmonía.
Pero Pablo le debía una. Y muy gorda. Hacer de
niñera y hablar con profesoras de primaria no estaba entre sus hobbies
preferidos.
Lanzani parado junto a la puerta de la clase. No
tenía por qué seguir esperando; la placa que había fuera de la puerta
confirmaba que, efectivamente, aquella era la clase de la señorita Rinaldi.
Trató de mirar a través del vidrio de la puerta con la esperanza de que la
clase estuviera vacía, pero las luces del pasillo eran tan brillantes que lo
único que vio era el reflejo de su propio rostro en el cristal.
Reflejaba todo lo enojado que estaba.
«Dios,
no podría tener menos ganas de hacer esto», pensó apretando
los labios con fuerza. Aun así, avanzó, preguntándose si debería tocar la
puerta. Luego pensó que para qué... giró la chapa y la abrió.
Un montón de ladrillos le cayeron en la cabeza.
—¿Qué...? —Peter se encontró de repente contra la
pared de la clase, con las piernas abiertas. Se llevó una mano a la cabeza y
palpó un buen moratón que estaba convencido de que no tardaría en aparecer.
Cuando retiró la mano estaba húmeda y, por un instante, pensó que era sangre;
hasta que vio que era una sustancia naranja y con semillas blancas.
¿Calabaza? Se quedó unos segundos mirando fijamente
la mano cubierta de pulpa de calabaza y semillas. ¿Lo habían golpeado en la
cabeza con una calabaza?
—No te muevas —le advirtió una voz alta y tensa. Justo
enfrente tenía a una mujer de baja estatura, delgada y preciosa, que no dejaba
de jadear y temblar.
Lanzani se dio cuenta de que estaba muerta de miedo.
Debió haber sido morocha. Pese a que su pelo era
rubio, tenía un poco de raíces oscuras, la piel pálida y los ojos pardos
propios. Le recordó al cachorrito que se había encontrado una vez con la pata
atrapada en una trampa. El animal estaba herido de muerte y quiso liberarlo de
la trampa, pero el cachorro le había gruñido, e incluso había tratado de morderlo
con sus dientes de leche.
De forma que se quedó sentado sobre el puré de
calabaza, mirando fijamente cómo la joven hiperventilaba y temblaba. Sus manos
temblorosas sostenían una lata de spray dirigido a él. Era exactamente igual
que el spray contra el mal aliento que tenía en su baño.
—Es gas de pimienta —mintió—. No te muevas... un
solo movimiento y te lo echo.
No quería volver a lavarse los dientes, así que se
quedó quieto.
Jajajajajajaajajajjajajajajajjajajaja.
ResponderEliminarMe parece k no hicimos caso a las notas k mando ,las pasamos x alto.
Jajajajaja ,esa calabaza tuvo buen uso .
En k condiciones vienen a conocerse.
Con lo enfadado k ya iba ,haber con k sale!!!!
y por fin aparecio peter
ResponderEliminarjajjajajajja pobre q recibimiento le dieron jajjaja que buen capi
jajajajajajajajajajaj pobre peter! mas novee
ResponderEliminarjajajajaja me muero
ResponderEliminarpobre peter
encima que ya iba enojado, ahora va a estar peor
besos
Ja ja ! Me encanta más!!
ResponderEliminarPobre Peter!!!! jajaja igual, es logico que Lali este asi yo estaria muerta de miedo
ResponderEliminarespero mas noveee
jaajajajaja pobre Peter!!
ResponderEliminarAhora no entiendo ella lo vio igual a Fadul? Se parecen o es el miedo y sugestión que le pasó el policía?
Quiero más!
Lore
pobre Peter jajaja! Lali es logico que este tan paranoica!! Me gusto el capítulo ya quiero leer el proximo para ver como va hacer este primer encuentro entre ellos!!
ResponderEliminarJAJA era Peter,linda forma de conocerse,JAJA
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