Capítulo 61

Hola chicocas!!! ¿Cómo estuvo su día? Espero que bien y ya listas para afrontar una nueva semana. Que sea lo más llevadera y productiva posible!!! Gracias por leer y por sus comentarios tan geniales! Nos leemos mañana!!!!!! Besos

Twitter: @Caparatodos

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—Es lo que te gusta, ¿no? ¿Para qué iba a regalarte lo que me gusta a mí?

Capítulo 61:

—¡Ay!, tú sí que sabes hacer las cosas. Me encantan los zapatos.

—Todas las mujeres necesitan unos con conejitos. Sobre todo las que tienen los pies como tú —aseguró cogiéndole uno y quitándole la media. Lali movió los dedos con las uñas pintadas de rosado—. Unos pies muy sexys, Lalita —confesó pasándole un dedo por la planta.

—Me haces cosquillas —protestó intentando retirarlo, pero Peter le puso el zapato antes de que lo lograra.

Lali cerró los ojos y suspiró al sentir la piel—. Qué suaves —dijo mirándose el pie y moviendo los dedos en la boca del conejo—. Son perfectas.

—Sí —dijo Peter soltándole el pie.

—Eres un genio. Esperaré a que te vayas para poner el CD y así no sufrirás —dijo mientras se quitaba la otra media.

—Me gusta Elvis —dijo Peter, pero el gato había bajado por el brazo del sillón y empujaba algo que había en la máquina de coser.

—¡Hey! —exclamó Peter alargando la mano para cogerlo—. Cuidado, gato. ¿Por qué tienes una torre Eiffel?

—Anoche me regalaron una bola de nieve, pero Elvis la rompió —le explicó mientras miraba cómo movía los dedos de los pies en las bocas de los conejitos.

—Hizo bien —Peter le pasó la torre y Lali la tiró a la basura—. ¿Y quién fue el idiota que te regaló una bola en la que no había gente dentro? ¿Javier?

—No —contestó alegremente al vislumbrar que podía haber algún problema—. ¿Sabes qué? Creo que el pollo me salió bien —dijo levantándose. Los zapatos le calzaban bien—. Me quedan perfectos.

—Mariana, sé que algo me estás escondiendo.

—Muchas cosas —dijo antes de caminar hacia la cocina, fijándose en el ruido que hacían los zapatos contra el piso de madera—. Puede que no me los quite nunca.

—¿El gato sabe prender el equipo de música? —preguntó Peter cuando comenzó a sonar Love Me Tender.

—Sabe cuál es el botón para encenderlo y el de replay, por desgracia. Anoche escuché esa canción cuatro veces hasta que saqué el CD —dio vueltas al pollo otra vez, lo probó y pensó: «Creo que me salió bien». Sonrió y volvió a probarlo para asegurarse—. Peter, creo que deberías probar el pollo.

—Ahora voy, pero antes dime de quién es esto.

Lali se dio la vuelta y vio que sujetaba la corbata de Benjamín.

—¿Dónde la encontraste?

—Elvis estaba jugando con ella.

—No es asunto tuyo de quién era —dijo tirándola a la basura.

—Ok.

—¿Estás celoso?

—Y… muy a mí pesar sí lo estoy —confesó cruzándose de brazos—. De acuerdo, no es de mi incumbencia.

—Eso es.

—¿De quién era? —Lali se apoyó en la cocina y se dio cuenta de que se alegraba de que estuviera celoso. «Eres un desastre», se dijo—. Lalita.

—De mi ex. Pasó por aquí y me pidió que nos casáramos.

—¿Sí? —inquirió Peter con calma, pero con la mandíbula tensa.

—Sí —contestó Lali, que se estaba divirtiendo—. Trajo esa bola porque quería ir de luna de miel a París.

—Qué detalle —dijo Peter conteniendo la indigacón.

—No tanto. No quiero ir a París de luna de miel.

—Se lo dijiste.

—No, le dije que no quiero casarme y saqué de aquí —le aclaró Lali, a la que se le estaba agotando la paciencia.

—¡Aja!

—Ya está. Se fue.

—No.

—Te aseguro que...

—Dejó la corbata.

—¿Y?

—Lo hizo para poder volver.

—Eso es... muy posible.

—Dame la corbata.

—¿Para qué?—preguntó fastidiada.

—Para mandársela mañana por mensajero a ese hijo de puta. ¿Quién es?

—¿Te volviste loco?

—Sí —aseguró cerrando los ojos.

—Muy bien. El primer paso para solucionar un problema es admitir que lo tienes.

—No vuelvas a verlo —dijo Peter haciendo que sonara como una petición y no como una orden.

—No lo haré. Ni siquiera me gustaba mucho.

—¿Me dejas que le devuelva la corbata, por favor? —le pidió estirando la mano.

—Toma, se llama Benjamín Amadeo. Tiene una empresa de soft... —se calló al ver la expresión de Peter—. ¿Qué pasa?

—¿Benjamín Amadeo es tu ex? —preguntó, y Lali se acordó de la apuesta.

—Sí. ¿Lo conoces?

—Sí. Es... —Peter hizo una pausa y ella esperó su respuesta—. Es un cliente.

—¡Ah! —dijo Lali y pensó: «No me va a decir nada de la apuesta, maldita sea».

—Ya se la haré llegar —dijo arrugando la corbata—. ¿Qué tal está el pollo?

—Creo que me quedó bueno —dijo cogiendo una cuchara del escurridor para ofrecerle un poco de salsa. Peter la probó y Lali esperó, preocupada por su opinión.

—Está muy buena —dijo mirándola sorprendido—. Creo que es mejor que la de Emilio. ¿Hiciste algo diferente?

—Sí, pero ése es mi secreto. Tú tienes los tuyos y yo los míos.

—No los tengo.

—Vamos a comer —lo invitó mientras volvía a sonar Love Me Tender.

Hablaron durante la cena y mientras lavaban los platos, y aunque Lali procuró no disfrutar y acordarse de la apuesta, estaba tan cómoda con él que no lo logró. Había conseguido meterse en su vida, debajo de su piel y era feliz a pesar de que sabía que él lo tenía todo planeado. «Yo no tengo ningún plan», pensó y se alegró tanto que se dio por vencida, sonrió y cuando se fue le dio un beso de despedida sin reservas.

—Lalita, respecto a esa historia de ser amigos... —empezó a decir, pero ella lo empujó y cerró la puerta para no decirle: «Olvídalo y hazme el amor».

Porque aquello, pensó mientras volvía con Elvis, no estaría bien.

Continuará…