Capítulo 64

Holillas!!!!! ¿Cómo están? ¿Qué tal su día? Ojalá que todo bien y, si no, remándola para que sea lo más llevadero posible! Gracias por leer la nove y vivirla tan a pleno jijiji disfruto TANTO leerlas! Me entretienen, gracias!!!! Besos y mañana nos leemos!!! 

Twitter: @Caparatodos

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—¡Wow! —exclamó Ana.

—Me has impresionado —confesó María mientras Lali agarraba su cartera y salía del restaurante.

Capítulo 64:

Lali dejó que la puerta se cerrara de golpe y salió a la vereda, cegada por la necesidad de salvarse. Bajó hacia la pista, sonó un claxon y alguien le gritó. Se giró y chocó con Peter.

—Lo siento—se excusó reteniéndola—. Sea lo que sea que haya hecho...

—Vas a hacerme daño —protestó Lali con voz entrecortada.

—¿Qué? —preguntó extrañado—. No, jamás...

—Vas a romperme el corazón —aseguró Lali, cuya respiración era más bien un gemido—. Te amo, pero me abandonarás como haces siempre y no creo que logre recuperarme. Si me dejo llevar y te amo será para siempre, porque es un sentimiento muy profundo. Lo poco que me permití amarte ya me está haciendo daño.

—Lali, jamás te haré daño.

—A propósito no. Pero tienes derecho a irte. Nunca prometiste quedarte. Siempre es igual. Eres maravilloso, nos conoces, te amamos y nos dejas. Yo no puedo hacerlo. Puedo decirme que Benjamín era un idiota que no me conocía, pero tú sí me conoces.

—Espera, Lali —le pidió intentando rodearla con un brazo.

—No —dijo intentando soltarse de su agarre—. En toda mi vida nadie me había conocido como tú. Nadie me había hecho sentir tan bien como tú. Me conoces, lo sabes todo de mí y cuando me dejes, abandonarás a la verdadera Lali, la que nadie ha visto jamás, la que tú rechazarás.

—¿Qué te hace pensar que te dejaré? —preguntó con voz cortante.

—Es lo que haces. Siempre te vas. ¿Me vas a prometer aquí y ahora que te quedarás conmigo para siempre?

—Sólo te conozco hace tres semanas. Sería un poco impulsivo, ¿no te parece?

—Sí. Pero entonces, ¿a qué vino esa presión? ¿Por qué los zapatos perfectos y la canción perfecta y...? —meneó la cabeza con impotencia—. Te dije que deberíamos ser sólo amigos. Te lo dije.

—Tú quieres algo más. Es la cosa más tonta que has dicho.

—Mira, no estoy lista para alguien como tú. No estoy preparada. Cuando estás cerca me quedo sin defensas. Hago planes en serio y después te beso porque estoy loca por ti. Y no pasaría nada si no me fuera a enamorar de ti, pero esa posibilidad siempre está presente y lo sabes, sabes que me conquistaste —se calló porque empezaba a parecer una histérica.

—Muy bien —dijo Peter apretando los dientes. —Puede que...

—Tengo que irme a casa.

—Muy bien —repitió Peter—. Podemos...

—No. Ana saldrá ahorita y nos iremos juntas. Nos acompañaremos la una a la otra.

—Lali.

—No me esperaba esa canción ni la forma en que la cantaste.

—Ni yo —aseguró Peter muy serio.

—Lo noté en tus ojos. No lo sentías.

—Claro que sí —respondió Peter en el momento en el que Ana apareció en la calle—. No sabía que era eso lo que sentía hasta que la canté. Maldito Elvis y sus canciones de amor.

—Eso es lo que tiene Elvis —aseguró Lali, que empezaba a perder la paciencia—. Ríete todo lo que quieras de los plátanos fritos y los trajes con lentejuelas, pero jamás mentía cuando cantaba, siempre sentía lo que decía. No tenía secretos.

—¿Qué secretos?

—Ni tampoco decía mentiras. Así que la próxima vez que quieras engañar a alguien no lo hagas utilizando a Elvis.

Se dio la vuelta y comenzó a caminar por la calle con el sonido de sus tacos sobre la vereda como música de fondo.

—Lo único que quería era un poco de paz y tranquilidad. Pero no, tenía que conquistarte —gritó detrás de ella.

Ana corrió para ponerse a su lado.

—¿Por qué estás enojada? —le preguntó cuando la alcanzó—. Ha sido la cosa más bonita que escuché en mi vida.

—Sí… —dijo Lali acelerando el paso.

—¿Qué pasa?

—Te lo contaré si me dices qué pasa entre Javier y tú.

—Tú primero —pidió Ana mordiéndose el labio.

—La noche que se acercó a mí fue porque Benjamín apostó con él que no conseguía llevarme a la cama antes de un mes.

—No, él no haría algo así.

—Lo escuché, Ana. Lo hizo. Y sé que ahora las cosas han cambiado, pero sólo lo conozco hace tres semanas y me desoriento cuando está a mi lado, y es una apuesta demasiado fuerte. Abandona a todas las mujeres, Javier tenía razón en eso. No quiero ponerme en una situación en la que pueda morir si me deja, porque lo hará —Lali notó que algunas lágrimas resbalaban por sus mejillas y parpadeó—. Y va el hijo de puta y me empieza a cantar así y yo... Es...

—Peligroso. Por eso elegí a Javier. Porque sabía que jamás sería peligroso.

—¿Qué ha pasado?

—Creo que ya no quiere casarse —confesó, y Lali notó que estaba a punto de ponerse a llorar—. Hablé con él y le dije que si no está preparado podemos posponerlo, pero sigue diciendo que sí lo está. Yo creo que lo hace porque no soportaría decepcionar a todo el mundo, pero que...

—¿Qué están haciendo? —preguntó Agustín, que había aparecido en la oscuridad y les había dado un susto mortal—. ¿Esperar a que las asalten?

—¿Ya no tenemos que esperar más? —preguntó Lali después de recuperar el habla.

—Me mandó Peter. No le parece bien que vayan solas a casa. Así que aquí estoy.

—No tienes por qué.

—¿Estás bromeando? Es de noche y estoy con dos mujeres muy guapas. Cuando lo recuerde me parecerá fantástico.

—¿Está hablando de verdad? —preguntó Ana.

—Creo. ¿Podrías imaginarme con diez kilos menos en tu fantasía?

—No. Te imaginaré tal y como estás, linda. No se lo digas a Peter o me romperá los dientes.

—Tienes la dentadura asegurada —dijo Lali antes de comenzar a caminar de nuevo.

—¿Y qué haremos en tu fantasía? —le preguntó Ana a Agustín cuando empezaron a seguir a Lali.

—En primer lugar leer un buen libro, porque sé que a las mujeres con clase como tú les gustan los hombres que leen.

—Gracias por acompañarnos —dijo Lali agarrándole el brazo.

—Haría cualquier cosa por ti —aseguró Agustín dándole una palmadita en la mano antes de continuar con su fantasía. Lali se agarró con fuerza e intentó no pensar en lo que dejaba atrás.

Continuará…