Capítulo 84

Hola, hola!!!! ¿Qué tal estuvo el día? Espero que ya con las pilas bien arriba para aprovechar y disfrutar al máximo el fin de semana!!! Gracias por leer!!! Besos y hasta mañana!

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—Aunque tampoco creo que vayas a estar a mi lado el resto de tu vida —explicó con voz vacilante otra vez.

—Mañana por la noche —repitió antes de colgar y de que alguno de los dos dijera algo todavía más estúpido, con la seguridad de que había hecho lo que debía. «¡Dios!, esto parece una película», pensó antes de ir a contarle a Sonia que había hecho lo que le había pedido.

Capítulo 84:

—Te amo —dijo Lali con tristeza, a pesar de que Peter había colgado.

—¿Qué pasó? —le preguntó María—. ¿Qué era toda esa historia de Benjamín y Melisa? Te dije que te arrastraras, no que pelearas.

—No quiere verme hasta mañana —dijo dejando el teléfono y cargando a Elvis para consolarse.

—Qué extraño. Si le hubiera prometido sexo a Agustín de esa manera, habría llegado antes de que colgara el teléfono.

—No se lo prometí exactamente.

—¡Por favor! —exclamaron María y Candela a la vez y hasta Ana asintió—. Claro que lo has hecho.

—¿Me dejan mantener algo de dignidad? Me rechazó, el muy idiota.

—No, no lo ha hecho —le explicó Candela dándole una palmadita en la mano—. Ha dicho que no hasta mañana. No lo entiendo.

—Cuéntanos qué te ha dicho —le pidió María.

—Ha dicho que vendrá mañana a las nueve y media y que traerá la cena. Como si quisiera cenar... Odio estas cosas, es ridículo.

—¿Qué tiene de especial mañana a esa hora? Sólo es miércoles —comentó María.

—Es nuestro aniversario —dijo Candela—. Victorio ha pedido champagne y pasará a recogerme por el bar, tal y como hizo hace cuatro semanas, y después se declarará.

—Muy bonito —dijo Lali.

—¡Eso es! —exclamó María—. Mañana hace un mes que Benjamín hizo la apuesta.

—Pero Peter no la hizo —intervino Lali—. Mira, estoy harta de esta conversación. No...

—Todo el mundo lo sabe. Así que si cedes ante él antes de que se acabe el plazo, habrá ganado. Y le gusta ganar, siempre lo hace. Vive para ganar.

—No sé a dónde quieres llegar.

—Está intentando perder la apuesta.

—¿Por qué? —preguntó Lali levantándose y dejando a Elvis en el suelo—. ¿Por qué iba a...?

—Es una especie de galantería —dijo Candela.

—Y también una forma de control —agregó María con tono desdeñoso—. Así es él el que lleva la voz cantante. ¿Qué pasó a las nueve y media?

—Llegamos al restaurante poco antes de las diez, así que a esa hora seguramente estaríamos saliendo del bar.

—Se está otorgando cierto margen. Aunque más del que necesita si trae la cena. Después vendrán los juegos preliminares. Le va a costar un rato llevarte a la...

—Puede tenerme en el momento en el que abra la puerta.

—Mañana me iré al cine. Van a necesitar la casa, así que no volveré. Mamá sigue enojada porque haya venido aquí y está segura de que como carbohidratos —dijo antes de meterse un trozo de pan en la boca. Lali comenzó a reír muy a su pesar y empezó a meditar la situación.

¿Qué pasaba si Peter perdía la apuesta? Cien pesos podía permitirse.

—No, no voy a ser la apuesta que perdió, no quiero que lo nuestro empiece de esa forma. Ganará la apuesta mañana por la noche y será muy feliz al hacerlo.

—¿Por qué mañana? —preguntó María.

—Porque voy a necesitar un camisón muy sexy y mucho más valor del que tengo ahora. Y un plan.

—Cuéntanoslo —le pidió María y Lali empezó a hablar.

—¿Qué está pasando? —preguntó Benjamín al día siguiente cuando llamó a Melisa—. Creía que la pelea en la boda pondría fin a la historia.

—Hemos perdido —dijo Melisa con voz cansada—. La quiere tanto que la ha perdonado.

—Acabo de hablar con Lali —dijo Benjamín reviviendo aquella experiencia con todo lujo de detalles—. Me ha dicho que va a asegurarse de que gana la apuesta y que vaya preparando el talonario de cheques. Parecía muy molesta conmigo.

—Es el fin, Benjamín. Lo único que podemos hacer es esperar a que el encaprichamiento desaparezca por sí solo y recuperen la cordura.

—¿De seis meses a tres años? No voy a esperar a Juan Pedro Lanzani —dijo Benjamín pensando en Peter con asco. Había conquistado a Lali de tal forma que pensaba que iba a ganar la apuesta. Seguramente lo había arreglado así para que ella insistiera. ¿Qué pasaría si Lali descubría que la estaba engañando? ¿Y si se enteraba de que sólo era un truco para acostarse con ella?

—No va a hacerlo. Es el fin —repitió Melisa.

—No si la apuesta es hasta la medianoche. ¿Qué pasará si su familia y amigos se enteran de que hizo esa apuesta?

—Todo terminó.

—Para mí no. Voy a ganar.

Continuará…