Capítulo 14

Hola, hola!!!!! ¿Cómo les va? Ojalá que terminaran la semana bien y con las pilas para disfrutar del finde!!! No saben las ganas que tengo de que sea mañana!!!! :D Gracias por leer y como para amenizar el comienzo de los días de descanso un capítulo larguito ;) Las leo mañana!!!!! Besos!

Twitter: @Caparatodos

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—¿Que crea en mí?

Peter le acomodó un mechón de la frente.

—Anoche aceptaste casarte conmigo; ¿no quieres averiguar por qué?

Capítulo 14:

Peter  todavía  no  se  lo  podía  creer:  Lali  había  aceptado  pasar  el  día  con  él,  a  darle  una oportunidad para demostrarle que su matrimonio no era un error. Y significaba que iría con ella como acompañante de la boda de su prima Macarena.

Se sirvió otro café mientras ella hablaba por teléfono con la novia. Lali apenas había terminado de saludar cuando se quedó sospechosamente callada, para luego balbucear algo y quedarse callada de nuevo.

Aquello confirmaba lo que él había sospechado desde el principio, que Jimena y Talía se habían ido de boca.

—Sí, bueno, pasé la noche con él... Por supuesto que estoy bien, pero eso no... Macarena, hoy es el día de tu boda y... Sí, es muy guapo...

Esa era la diferencia entre los hombres y las mujeres. Él le había mandado un mensaje a Agustín para decirle que había surgido algo y que ya lo hablarían la próxima semana, y su amigo le había respondido con un breve: OK, hablamos.

Es verdad que, si hubiera mencionado lo de su matrimonio y que la mujer que le había dado el sí quiero no se acordaba de nada, habría dicho algo más, pero... bueno, ese no era el punto.

—Ya sé no es algo que suela hacer... —continuó diciéndole Lali a su prima—. No, por supuesto que no hubo drogas de por medio.

Peter, que ya había terminado de desayunar, se levantó y fue a sentarse en el sillón para leer uno de los periódicos que les habían subido con el desayuno.

—¡Macarena, basta! —gritó Lali—. Hoy es tu día. ¿A qué hora quieres que esté ahí para ayudarte? ¿Perdón?, ¿Que no quieres que...? —balbuceó, haciendo que Peter levantara la mirada curioso—. Ah, ya, es por Jimena y Talía... No, me parece bien; lo que quiero es que este día sea perfecto... Está bien, entonces quedamos en eso. Ah, y... Maca, ¿crees que podrías hacer que me mandaran el vestido acá?

Después de aclarar unos cuantos detalles más, Lali colgó y se volteó para mirar a Peter con una sonrisa vacilante.

—Bueno, tengo buenas noticias: contamos con unas cuantas horas más para conocernos.

—¿Y eso?

—Macarena no quiere que Jimena y Talía me bombardeen de preguntas y se pongan a discutir entre ellas mientras se prepara para la ceremonia, así que quedamos en que las tres nos reuniremos minutos antes de irnos.

—Ven aquí —la llamó él, dando unas palmaditas en la parte libre del sillón, junto a él.

Lali se levantó y fue hasta ahí con una sonrisa algo forzada y una mirada desconfiada. ¡Al diablo con lo de «buenas noticias»!, pensó Peter. Era evidente que había contado con que sus obligaciones le sirvieran de excusa para no pasar tantas horas a solas con él.

Agarró a Lali de la mano y la hizo sentarse a su lado, dejando espacio entre ambos, pero sin soltar su mano.

—¿Sabes qué? Podríamos olvidarnos por un momento de las razones por las que te has sacado la lotería al casarte conmigo y relajarnos un poco conversando.

Ella bajó la mirada a sus labios y se recostó un poco hacia atrás.

 —Me haces acordar a esos hombres que van de puerta en puerta intentando vender hasta la arena de la playa. ¿Por qué será?

—Porque estás siendo pesimista. Pero no tienes motivos; sé que no recuerdas casi nada de anoche, pero puedo decirte que hablamos y hablamos y hablamos. De todo y nada. Parece que nos entendemos bien —soltó su mano y le puso sobre las piernas el periódico que había estado leyendo—. Así que dale, vamos a empezar: lee este titular y di lo primero que se te pase por la cabeza.

Al cabo de un rato Lali estaba riéndose y dándole con el periódico en la cabeza.

—¡Eres un tramposo! —lo acusó entre risas, clavándole un dedo en el pecho.

Peter, que estaba protegiéndose la cabeza con los brazos, sonrió con aire inocente.

—¿Quién, yo? Si solo estamos hablando...

Lali le lanzó una mirada suspicaz, dándole a entender que sus trucos no iban a funcionar con ella.

—Sí, ya, hablando de un artículo sobre la reforma educativa, y resulta que... ¡oh, curiosamente tenemos unas opiniones muy parecidas con respecto a ese tema!

Una sonrisa traviesa asomó por los labios de Peter.

—Bueno, sí, yo llevaría a mis hijos a un colegio privado pero nunca a un internado y tú dices que harías lo mismo; ¿y qué?

—Umm... Y aunque te gusta practicar deportes de riesgo, dices que por supuesto dejarías de hacerlo si supieras que ibas a ser padre.

—Te lo dije: tenemos muchas cosas en común.

—Sí, y estoy segura de que has omitido convenientemente las cosas en las que no estamos de acuerdo.

La sonrisa de Peter se tornó lobuna.

—¿Te dije lo sexy que me pareces cuando respondes así?

Lali sintió un cosquilleo en el vientre, y se apresuró en apartar la mirada antes de que Peter pudiera ver el efecto que tenían en ella sus palabras.

—Te acuso de intentar engañarme con un juego sucio... ¿y esa es tu respuesta?

—Sí —respondió él tan fresco antes de agarrarle la barbilla para que lo mirara a los ojos—, pero es porque quiero que seas positiva y te des cuenta de que esto no es un error.

En ese momento tocaron la puerta. Peter dejó caer la mano y miró su reloj.

—Debe ser tu vestido.

Se levantó para ir a abrir, y tomó el vestido que le tendía una empleada del hotel, colgado de un gancho  y  cubierto  por  una  funda  protectora  de  plástico.  Peter  le  preguntó  si  sería  posible  que buscaran alguien para que peinara y maquillara a Lali, y aunque ella insistió en que no era necesario, él ignoró sus protestas y le dijo que se lo tomara como una de las ventajas de ser la señora Lanzani.

Sin embargo, Lali tuvo que admitir que era un alivio que otra persona fuera a encargarse de eso, porque con el shock que estaba por haberse despertado y encontrarse casada con un desconocido, no podía concentrarse en nada.

Peter cerró la puerta y volvió junto a ella, que se había levantado de su asiento.

—¿Te sentirías mejor si compartiera contigo algunas cosas en las que disentimos?

Lali lo miró a los ojos y vio que hablaba en serio. Estaba tan cerca de ella...

—Sí, me sentiría mejor.

—Las vacaciones de verano.

Lali parpadeó.

—¿Qué tienen?

—Si tuviera hijos, no me gustaría la idea de mandarlos lejos de mí más de unos días.

—¡Pero si a los niños les encanta pasar días con amigos...! Bueno, yo no los mandaría hasta que estuvieran grandes, por supuesto, pero hoy en día hay una diversidad de planes para verano: no solo viajes con amigos, sino también cursos, ir al zoológico...

—Sí, ya sé, y hacen manualidades, juegan fútbol, hacen gimnasia y todas esas actividades que arman para que se diviertan, pero... —Peter se pasó una mano por el pelo y exhaló un suspiro—. No sé, sigue sin gustarme la idea, pero anoche te dije que si a ti te parecía que sería bueno para los chicos, no me opondría.

Lali enarcó una ceja y sonrió divertida.

—Ah, bueno. ¿Alguna otra victoria que consiguiera anoche y no recuerde?

—Pasar la Navidad en casa todos los años, todos juntos.

Ella se quedó mirándolo boquiabierta y se llevó una mano al pecho.

—¿No te gusta la Navidad? —preguntó frunciendo el ceño.

—Por favor, borra esa expresión de tu cara; parece que hubiera atropellado a un perrito o a un gatito. No odio la Navidad; lo que pasa es que me parece que sería una buena época del año para hacer un viaje en familia a un lugar exótico. Pero con los argumentos que me diste a favor de pasar la Navidad en casa me convenciste.

¡Wow, eso si que...! Un momento... Lali entrecerró los ojos de nuevo.

—Sé lo que estás haciendo... Estás haciéndote el comprensivo y razonable con todas esas concesiones para que piense que no podría encontrar a un marido mejor que tú. ¿Puedes parar?

Peter sonrió divertido.

—No hasta que no consiga lo que quiero —murmuró mirándola a los ojos.

Lali sintió que podría perderse en los suyos, esos fascinantes ojos verdes... De hecho, cada minuto que pasaba se sentía más atraída por él.

—Y yo soy lo que quieres.

Peter dio un paso hacia ella, acortando la distancia entre los dos, y Lali notó el calor que desprendía su cuerpo. De repente le faltaba el aire. Se tambaleó al dar un paso atrás, pero la mano de Peter se deslizó por su cintura y la sujetó, acercándola más a su cuerpo.

—A ti ya te tengo —le susurró al oído—. Lo que quiero es que te quedes conmigo.

Continuará…