Capítulo 16

Hola, hola!!!!! ¿Cómo les va? ¿Qué tal las trató el día? Espero que todo bien y listas para empezar la semana bien arriba!!!! Gracias por estar, son lo más!!!! ;) Besos, besos y buen inicio de semana! Hasta mañana!

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—Es que me estás diciendo que este matrimonio podría funcionar si no caemos en las fantasías de cuentos de hadas que se hace la gente, pero ahí estás, arrodillado frente a mí y calzándome un zapato como si fuera la Cenicienta. Todo lo que dices y haces es como... como una fantasía hecha realidad, y eso hace que me resulte difícil imaginar cómo sería la realidad.

Peter asintió pensativo y dejó su pie en el suelo.

Capítulo 16:

—Bueno, admito que estoy haciendo todos los esfuerzos posibles para conquistarte, pero es natural, porque  quiero  convencerte  de  que  puedo  ser  un  buen  marido  —tomó  el  otro  pie  de  Lali  y  lo masajeó también—. Pero si te tranquiliza estoy seguro de que el príncipe azul no lo hizo como excusa para tocarle la pierna a su esposa —añadió con una sonrisa pícara mientras le ponía el otro zapato.

Cuando se lo abrochó, puso el pie de Lali en el suelo y sus manos subieron lentamente por sus pantorrillas—. Y lo que es más: teniendo en cuenta a quién van dirigidos esos cuentos, tampoco creo que se le pasasen por la cabeza los pensamientos que han pasado por la mía hace un rato cuando estabas luchando con la falda del vestido. O eso espero, porque mis pensamientos no eran apropiados para todos los públicos.

       

—¿Ah, no?

Peter sacudió la cabeza.

—No, más bien estaban al borde de ser censurados por triple X, te lo aseguro.

—Peter... —murmuró ella, como suplicándole que dejara de atormentarla.

Él se puso serio.

—Este matrimonio podría funcionar, Lali. No tiene nada que ver con los cuentos de hadas, ni con si mandaríamos a nuestros hijos a un colegio privado o a uno público, ni nada de eso. Se trata de que estamos conectamos el uno con el otro, de la sensación de la que me hablaste anoche de que te sentías cómoda conmigo, aunque no lo recuerdes. Yo he tenido esa misma sensación desde el momento en que nos conocimos, y sigo teniéndola hoy. Dime que tú también tienes esa sensación.

—Está bien, sí, yo también la tengo —admitió ella. Esa conexión estaba ahí; no podía negarlo.

Pero no estaba segura de que el que sintiera eso en ese momento significara que iba a sentirse así toda su vida.

—Es que no sé... —comenzó a decir, pero al ver el ardiente deseo en los ojos de él no fue capaz de acabar la frase.

Era el mismo deseo que corría por sus venas y le nublaba la mente. De repente quería saber cómo sería que las grandes y fuertes manos de Peter recorrieran su cuerpo. No quería preocuparse por lo que era sensato, o por cuáles serían las consecuencias a largo plazo; solo sabía que deseaba a aquel hombre cuyas promesas le parecían demasiado buenas para ser verdad.

—Peter... —susurró—. Haces que desee...

No podía decirlo en voz alta. Ni siquiera podía pensar con claridad. Y entonces Peter se incorporó, y se inclinó hacia ella apoyando las manos en el colchón, a ambos lados de sus caderas.

Lali bajó la mirada a su boca, exhaló un suspiro tembloroso, y se recostó sobre la espalda sin alejar sus ojos de los de él.

Peter debió interpretarlo como una muda invitación, porque apoyó una rodilla en el colchón y luego  la  otra,  colocándose  a  horcajadas  sobre  ella,  al  tiempo  que  cambiaba  las  manos  de  sitio, poniéndolas a ambos lados de su cabeza.

Estaba tan cerca que Lali podía sentir el calor que irradiaba su cuerpo, su aliento en la barbilla y el cosquilleo de su camisa abierta, que le rozaba los brazos. Aquello era tan sensual, tan íntimo... ¿cómo podría resistirse? Lo agarró de la camisa con las dos manos y lo jaló acercándolo más a su cuerpo.

Peter esbozó una sonrisa, sacudió la cabeza y se metió la mano en el bolsillo del pantalón para sacar el anillo que ella le había devuelto. Lo deslizó por el brazo de Lali hasta llegar a la yema del dedo anular.

Sería tan fácil darle lo que quería, pensó ella, darle lo que de cierta forma ella también quería. Podría dejar que volviera a ponerle el anillo y ceder a la tentación, pero aquello podía tener resultados desastrosos.

—Espera —se obligó a decir finalmente.

Peter sonrió divertido.

—¿Nerviosa? Te prometo que lo haré con suavidad —bromeó—. No soy un principiante.

Lali agradeció su sentido del humor, que logró quitar tensión al momento.

—No puedo seguir con esto —le dijo—, no creo que sea una buena idea.

—¿Por qué no? Ya estamos casados —continuó él con la broma, acariciándole la yema del dedo con el anillo—. Tú también lo deseas; lo sé.

Una parte de ella sí quería darle una oportunidad, pero había otra que sabía que en la práctica el llevar ese anillo equivaldría a renunciar a sus planes, a la sensación de tener el control sobre su futuro.

Peter  estaba  observándola,  estudiando  cada  minúscula  reacción:  el  rubor  de  sus  mejillas,  su pestañeo nervioso, su vacilación...

Puso una mano en su pecho desnudo. Era cálido y firme al tacto, y de nuevo se sintió tentada a dejarse llevar, pero ella no era así, y esperaba que él lo entendiera.

—No estoy preparada. No estoy segura de poder darte lo que me estás pidiendo.

Peter asintió.

—Póntelo de todas formas —le dijo—. Todavía eres mi esposa; ¿por qué no aprovechas y pruebas el pack completo para ver cómo te sientes en ese papel?

Lali bajó la mirada al reluciente anillo de diamantes. Era hermoso; no había visto ningún otro que pudiera comparársele.

Tragó saliva y alzó de nuevo la mirada hacia Peter, que esperaba su respuesta. Al ver la mirada posesiva en sus ojos estuvo tentada una vez más de ceder, pero no podía hacerlo.

—Creo que lo mejor será no hacerlo —respondió, intentando que su tono sonara tan despreocupado como el de él—. Y respecto a lo de que estamos casados y todo eso... estaba pensando que no tenemos por qué mencionarlo en el casamiento de mi prima. Mejor dejar que piensen que soy una chica fácil y algo ligera de cascos.

Continuará…