Capítulo 22

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Estaba bastante seguro de que, aunque fuera contra los principios morales de Lali, si le ofreciera una noche de pasión sin ataduras, se entregaría a él sin pensárselo dos veces. Pero no quería solo una noche, ni tampoco quería perder el tiempo con citas de manera tradicional: empezar a salir, conocerse y demás.

Capítulo 22:

¿Qué podía hacer? Si no podía convencerla, al día siguiente Lali tomaría un avión y solo volvería a saber de ella para el papeleo del divorcio. Bajó la ducha, se frotó la cara con la mano para quitarse el agua, y sacudió su pelo mojado.

Luego salió de la ducha, se enrolló una toalla alrededor de la cintura y se preparó para el adiós que estaba seguro le esperaba al otro lado de la puerta. O tal vez en la sala de la suite, aunque seguramente no en el sillón.

Sin embargo, al abrir la puerta del baño vio que en una esquina del dormitorio, envuelta en una enorme bata y sentada en un sillón orejero con las piernas dobladas debajo de ella, estaba Lali.

—Muy bien —dijo jugueteando nerviosa con sus dedos—, seré tu esposa.

Lali siguió hablando, pero Peter ya no estaba escuchándola, y en un abrir y cerrar de ojos cruzó la habitación y la levantó del sillón para rodearla con sus brazos mientras silenciaba sus labios con un beso.

Ya después le diría lo que tuviera que decirle, cuando se hubiera calmado el efecto de la descarga de adrenalina que estaba teniendo en ese momento. Lali le puso las manos en el pecho y lo empujó suavemente entre risas.

—Espera —le pidió agarrando su cara entre ambas manos—. Espera un momento, Peter; tenemos que poner en claro algunas cosas antes de que esto vaya más lejos.

Peter, que estaba guiándola hasta la cama, sacudió la cabeza.

—Después. Haremos un acuerdo postmatrimonial, lo que quieras, ya lo hablaremos en otro momento; o mañana.

—No, eso no es lo que... —Lali giró la cabeza para mirar detrás de ella—. No, Peter, en serio; a la cama no...

Pero él ya la estaba recostando en ella.

—Sé que te gustaba la idea de la pared del baño, pero dale una oportunidad a la cama; no te decepcionará.

Volvió a apoderarse de sus labios, y su mano subió por el muslo y se introdujo por debajo de la bata hasta llegar a la cadera. Lali se arqueó debajo de él, gimiendo dentro de su boca, y sus manos se aferraron primero a sus hombros y luego a su pelo. Era tan sexy... Y era suya.

Esa noche iba a besar y acariciar cada centímetro de su cuerpo. Sin embargo, cuando abandonó sus labios para besarla en el cuello, Lali murmuró algo entre dientes y le pidió que se detuviera, y no tuvo más remedio que incorporarse para mirarla.

—Ahora, Peter, tenemos que hablar ahora porque no puedo acceder a todo. Tenemos que poner unas normas básicas de convivencia.

—Normas de convivencia —repitió él. No le gustaba cómo sonaba eso—. ¿Como cuáles?

—Nada de sexo —le dijo Lali saliendo de debajo de él y ajustándose el cinturón de la bata.

Peter apretó los dientes y resopló lleno de frustración.

—¿Te refieres a esta noche? —preguntó, aunque ya sabía la respuesta.

—No, me refiero a todo el tiempo durante los tres meses de prueba.

Obligándose a reír en vez de maldecir, Peter sacudió la cabeza.

—Olvídalo, Lali. Si esto va a ser un matrimonio de verdad, aunque de momento solo sea de prueba y por tres meses, ¿por qué reprimirnos? El sexo es algo sano que forma parte de la vida de pareja.

—Es una distracción demasiado grande —protestó ella—. Ni siquiera podía pensar con claridad hace un rato, cuando estábamos... —murmuró moviendo la mano entre los dos— aquí, en la cama. Se trata de mi futuro, del resto de mi vida, y necesito pensarlo bien.

Peter frunció el ceño.

—Tendrás  tiempo  de  sobra  para  pensar,  chiquita.  ¿Qué  tal  si  te  prometo  no  «distraerte»  cuando estemos hablando de algo importante?

—Me  temo  que  esa  aprobación  se  queda  corta.  Cuando  estamos  juntos,  aunque  solo  estemos besándonos... Peter, me cuesta muchísimo mantener la cabeza fría incluso en esos momentos, y es mi futuro el que está en juego.

Está bien, sonreír como un tonto probablemente no era lo más adecuado para el momento, pensó Peter, ¡pero qué importaba, le gustaba lo que estaba oyendo! Así que le afectaba hasta ese punto...

—¿Te dije lo feliz que me hace que seas mi esposa?

—Peter, hablo en serio —le reprochó ella, levantándose enojada de la cama.

—Y yo —él se levantó también y le puso las manos en los hombros—. En lo que respecta a que quedes embarazada..., obviamente esperaremos a que estés convencida de que esta es la vida que quieres, pero en cuanto al sexo... Lo siento, Lali, pero eso no puedo prometértelo; sé que diga lo que diga intentaré seducirte.

—Y yo te rechazaré —respondió ella, aunque sus ojos traicioneros no dejaban de mirarle la boca a Peter.

—Me parece justo —Peter le acarició el labio inferior con el pulgar—. Y yo, naturalmente, si me dices que pare, pararé.

Lali asintió y cerró los ojos. Dios, era preciosa.

—Sé que lo harás —Lali abrió los ojos de nuevo y respiró profundamente—, pero yo seré capaz de resistir la tentación. Puedo hacerlo —dijo, más tratando de convencerse a sí misma que a él.

Peter no pudo evitar que una sonrisa traviesa se dibujara en sus labios.

—Bueno, puedes intentarlo.

Continuará…