Capítulo 18

Hola, hola!!!! ¿Cómo les va? Ojalá que todo bien y el día haya sido productivo y bueno para ustedes!!! Gracias por leer y estar ahí, son lo más!!!! Les cuento que desde mañana, y por unos días, quedan los capítulos programados a las 12 Perú // 14 Argentina // 19 España Nos estamos leyendo, chicuelas!!!!! Besos

Ri!!!! Para que tu día de descanso sea más llevadero, te dejo capítulo larguito ;) te quiero y vamos, vamos!!!

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—Este pez no —respondió—. Lali es increíble y espero que nuestra relación siga por mucho tiempo.

Talía se inclinó hacia delante, exhibiendo sus atributos.

—¿Relación?

Capítulo 18:

Lali sintió que le ardían las mejillas cuando todas las miradas se posaron en la mano de Peter, cuyo pulgar estaba dibujando garabatos en su hombro. Durante toda la velada se había mostrado simplemente  atento  con  ella,  en  un  esfuerzo  por  respetar  sus  deseos  y  mantener  en  secreto  su matrimonio. Sin embargo, la clase de preguntas que le estaban haciendo Talía y Jimena podían llevarlas a descubrir la verdad.

Los ojos de Talía los miraron a uno y a otro un par de veces y soltó una risa despectiva.

—¡Ay, por favor, Lali, dime que no lo hiciste!

El corazón de Lali se detuvo unos segundos. De alguna forma, Talía se había dado cuenta de lo que estaban ocultando. Macarena, que estaba mirándola expectante como los demás, nunca la perdonaría.

—¡No me digas que has hecho otro amigo!

Talía  pronunció  la  última  palabra  con  tal  desdén  que  Lali  se  dio  cuenta  de  que  no  la  había descubierto. Aliviada, esbozó una sonrisa forzada.

—¿A qué te refieres? —inquirió Peter.

Había usado un tono casual, pero aún así Lali notó cierta hostilidad en su voz, y no le gustó nada la media sonrisa que había en sus labios cuando giró la cabeza para mirarlo.

—No es nada, Peter —le dijo, con la esperanza de que viera en sus ojos la súplica de que lo dejara estar. La súplica y la promesa de que se lo explicaría más tarde, cuando ya no estuviesen allí—. ¿Sabes qué? Me muero por otra tónica. ¿Me acompañas a la barra?

Peter esbozó una sonrisa, esa vez de verdad, se puso de pie y le dio la mano.

—¿Qué te parece si antes bailamos un poco?

Lali no tuvo siquiera tiempo de contestar, y de repente se encontró en medio de la pista con él, rodeada de gente. Peter la agarró de la cintura con ambas manos para pegarla a su cuerpo, y la guió al ritmo de la música, rozando sus muslos contra los de ella. Destilaba sensualidad y confianza en sí mismo, y al cabo de unos minutos Lali se encontraba de nuevo en ese estado a medio camino entre la risa tonta y el deseo, y se olvidó por completo de Jimena y de Talía.

Peter le dio las gracias al mozo, tomó el vaso de tónica con hielo que Lali le había pedido, y miró con detenimiento la mesa del grupo como un hombre a punto de encaminarse al matadero.

Lali seguía en el baño, y parecería un pervertido si se fuera a esperarla delante de la puerta, así que hizo de tripas corazón y se dirigió de vuelta a la mesa, preparándose mentalmente para desviar las preguntas que le hicieran sobre sus finanzas, el valor de su empresa, Industrias Lanzani, o si Lali había logrado tomar parte de su esperma.

Estaba deseando salir de allí para poder tener a Lali para él solo, y para perder de vista a Talía, a Jimena, y hasta a Macarena, que estaban agotando su paciencia. Por la capacidad que tenía Lali para que le resbalaran sus burlas y sus chistes, le daba la impresión de que debía haberla conseguido a base de práctica, y no le gustaba pensar que la trataban así con frecuencia.

Mientras iba hacia la mesa vio que Javier y sus dos testigos seguían conversando entre ellos, y que Macarena se había quitado los zapatos y tenía puestos los pies sobre su silla, dejando únicamente libre la silla de Lali, junto a Talía y Jimena. ¿Sentarse al lado de aquellas dos chismosas? No, gracias. Por eso finalmente optó por quedarse a unos pasos a espaldas del grupo, observando a la gente que bailaba mientras esperaba a Lali.

Las desagradable risas de Talía y Jimena lo hicieron fruncir el ceño.

—¡Pero si serán malas!

Peter no quería ni saber de qué estaban hablando, pero a pesar del volumen de la música, como no estaba muy lejos y estaban hablando a gritos para poder escucharse entre ellas, no pudo evitar oír su conversación.

—Por favor, es patético —estaba diciendo Talía.

—Lali es incapaz de poder mantener a un hombre a su lado —intervino Jimena.

Eso lo hizo girar la cabeza. No se habían dado cuenta de que estaba detrás de ellas, y otra vez estaban hablando de su esposa, de la mujer que había discutido con él para que respetara ese día no haciéndole sombra a la novia con la noticia de que se habían casado.

—No sé a quién cree que engaña con este tipo —dijo Talía—. Estoy segura de que igual que con todos los demás solo terminará siendo su amigo y de que ha venido por hacerle el favor. Probablemente para que la dejáramos tranquila.

Macarena levantó una mano para interrumpirlas. Bueno, menos mal, por fin su prima iba a mostrar algo de lealtad hacia Lali, pensó. Sin embargo, cuando empezó a hablar le hirvió la sangre en las venas.

Los pasos de Lali se volvieron vacilantes mientras se acercaba a la mesa.

—...y todos dicen, como este bombón, que Lali es increíble, pero no debe de ser así para que siempre terminen alejándose de ella.

Lali se quedó espantada al escuchar a Macarena hablando así de ella con Peter a solo unos pasos de distancia. Él también lo había escuchado; lo sabía por la rigidez de su postura, por la mandíbula y los puños apretados, como si estuviera haciendo un esfuerzo por contenerse.

Jimena asintió y Talía, que levantó la mirada en ese momento, la vio y se rio por la nariz. Lali cerró los ojos e inspiró profundamente, intentando calmarse.

Peter y ella ya habían estado ahí más tiempo del necesario, se dijo; podían irse. O tal vez él no dijera nada y pudieran dejarlo pasar. Cuando abrió los ojos Peter estaba a su lado. Le rodeó la cintura con el brazo y la miró fijamente antes de inclinar la cabeza y decirle al oído:

—Deja que yo me encargue.

Cuando Peter bajó la mano a su trasero y la besó en el cuello, Lali dio un ligero respingo y puso los ojos como platos, pero luego entendió qué estaba haciendo. Quería que su prima y sus amigas lo vieran. Y su acto tuvo el efecto deseado, porque las tres se miraron como sorprendidas.

Peter se enderezó, le dedicó una sonrisa y la agarró de la mano para llevarla hasta la mesa.

—Bueno, Lali y yo nos vamos a ir yendo ya —anunció.

Macarena, Talía y Jimena lanzaron gemidos de indignación.

—Ni hablar, tienen que quedarse un poco más —protestó Macarena—. No me pueden negar ese capricho; es mi día. Es privilegio de la novia.

Peter, con una mano en la cintura de Lali, y la otra en el bolsillo del pantalón, esbozó una media sonrisa que era más bien una advertencia para que dejarán de meterse con ellos.

—Privilegio de la novia... —murmuró—. Por supuesto, ¿cómo no?

Lali debería haberse dado cuenta de lo que pretendía, pero no cayó en la cuenta hasta que Peter sacó la mano del bolsillo y vio lo que tenía en ella y sintió que el alma se le caía a los pies.

—Lali —le dijo con una sonrisa de adoración y un brillo en los ojos—. Sé que querías que esperáramos para darles la noticia, pero yo ya no puedo esperar más, ni un solo segundo.

Lali estaba demasiado aturdida para reaccionar cuando Peter deslizó el anillo en su dedo y levantó su mano para que todos la vieran.

—Sé que les parecerá algo repentino, pero no podía dejar escapar a esta mujer —les dijo.

Los ojos llorosos de Macarena pasaron de su anillo al de Lali.

—¿Te casaste? —le dijo con una mezcla de incredulidad e indignación—. ¿El día de mi boda?

Lali intentó pensar qué decir, o qué disculpa podía darle, pero no se le ocurría nada, y cuando abrió la boca de repente los brazos de Peter la rodearon desde atrás, dejándola sin aliento.

—Por supuesto que no —respondió él—, nos casamos anoche, de madrugada.

Talía y Jimena se miraron una a otra y sacudieron la cabeza, como si no pudieran creer que aquello estuviera pasando.

—Y sé que es temprano —continuó Peter—, pero los dos no aguantamos más las ganas de irnos para seguir con nuestra luna de miel, así que si nos disculpan... —y con todos mirando cargó a Lali en brazos—. Ah, le dije al mozo que las copas corren por mi cuenta. Macarena, Javier: felicitaciones nuevamente; que sean muy felices.

Continuará…