Capítulo 28

Hola, hola!!! Qué tal pasaron el domingo?! Ya listas para empezar la semana??? Gracias por sus comentarios y aguate siempre! Son geniales!!!! Besos y nos leemos mañana! Qué empiecen con todo la última semana de noviembre ;)

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—¿Flores o bombones?

—Me parece que con Lali vas a necesitar algo más original…

—Lo voy a tener en cuenta —dijo Peter.

Capítulo 28:

Durante el resto de la mañana, Peter estuvo haciendo malabares con el presupuesto municipal y con todas las maneras posibles de hacer las paces con Lali. Tan distraído estaba con lo último que Teresa tuvo que llamarle finalmente la atención.

—No estás escuchando ni una palabra de lo que digo —lo acusó, sentándose frente a él—. No es que eso sea nada nuevo, pero ¿te importaría decirme qué es más importante que tu trabajo?

—Es un asunto personal —respondió Peter.

—Y tiene que ver con la discusión que tuviste con Lali anoche en casa de Rocío y Gastón.

Peter la miró con incredulidad.

—¿Cómo sabes eso? No creo que ninguna de sus amigas se haya dedicado a difundir el rumor por ahí.

—Tienes mucho que aprender de este lugar —respondió ella—. La prima de Susana vive en la puerta de al lado. Vio salir a Lali, sola y con cara de pocos amigos, y dedujo por sí misma lo que había pasado. Se lo contó a Grace y ella se lo dijo a todo el que haya ido a desayunar a Café, Café esta mañana.

—¿Y tú lo sabes por esas personas?

—No, me lo dijo la propia Grace. Todas las mañanas me como un par de facturas en Café, Café, y así me entero de todo lo que pasa acá. No hay nada que se nos escape a Grace o a mí.

—¿Se necesita un periódico, teniéndote a ti?

—La verdad es que no, aunque los reporteros se limitan a las noticias sin molestarse en analizarlas debidamente. O al menos así ha sido desde que intentaron sacar a la luz lo que había entre Candela y Agustín antes de que se abriera el centro de belleza. Desde entonces las noticias se han vuelto muy aburridas.

—Felizmente —murmuró Peter.

—Bueno, ¿qué es lo que te preocupa? —le preguntó Teresa—. Creo que deberías ir al spa y arreglar las cosas con Lali antes de seguir perdiendo el tiempo sin hacer nada.

Peter se levantó.

—¿Sabes qué, Teresa? Por una vez estamos de acuerdo en algo. Volveré dentro de una hora.

—Un hombre inteligente se pasaría antes por Delica’s a recoger un poco de ese crocante de manzana que tanto le gusta a Lali, o tal vez unas facturas —le aconsejó Teresa mientras él se dirigía hacia la puerta—. Ya mismo llamo a Eugenia para decirle que vas para allá. Todavía no han abierto, así que asoma la cabeza en la cocina si no la ves en el restaurante.

Peter pensó en regañarla por ser tan metida, pero decidió que el plan era excelente.

—Gracias.

—Tómate tu tiempo —le dijo ella—. Yo me encargaré de todo en tu ausencia.

—Estoy seguro.

Apenas había llegado a Delica’s cuando fue abordado por María.

—Por Dios… ¡Dos veces en un mismo día! —exclamó ella, entrelazando el brazo con el suyo—. Esto sí que es el destino. ¿Vas a Delica’s? Podemos comer juntos, si quieres. Aún no abrieron, pero no creo que les importe que entremos un rato antes.

Peter maldijo en silencio. En aquella ocasión su acosadora ni siquiera intentaba camuflar la invitación con una venta inmobiliaria. Pero tenía que manejar la situación diplomáticamente, sin herir sus sentimientos.

—Siento decirte que no puedo —dijo, alejándose de ella—. Voy a recoger el pedido que me ha encargado Teresa. Tengo una reunión importante.

—Eres el secretario más ocupado que hemos tenido —se quejó ella sin ocultar su decepción—. Supongo que tendré que llamar antes para pedir cita si quiero pasar un rato contigo.

—Estos días estoy muy bastante complicado —dijo él con prudencia, esperando desanimarla de cualquier futuro encuentro—. Tengo que aprender muchas cosas en mi nuevo trabajo —miró su reloj—. Lo siento, María. Tengo que irme.

Tal y como Teresa le había dicho, entró en el restaurante y se dirigió directamente hacia la cocina, recogió la bolsa que Eugenia le tenía preparada y miró hacia la puerta trasera.

—¿Te estás escondiendo de alguien? —le preguntó ella.

—De María —respondió él en voz baja.

—No digas más —dijo ella, indicándole la salida—. El callejón desemboca paralelamente a la avenida principal. Si sigues de frente, llegarás a la Bv. Buenos Aires.

—¿Eh? —preguntó él mirándola con desconfianza.

—El pedido es para Lali, ¿no? Nicolás me dijo que ibas a intentar arreglar las cosas con ella, y cuando Teresa me llamó no me costó mucho sumar dos y dos.

—¿Todo el mundo en este lugar tiene la misma facilidad para las matemáticas?

—Me temo que sí —respondió ella con una sonrisa—. Suerte, Peter. Lali es una mujer maravillosa, pero no habla mucho de sí misma. La conocemos hace tres años y todavía no conocimos a su familia. Por el tiempo que pasa en el centro de belleza, da la impresión de ser un poco solitaria.

—¿Crees que tiene alguna razón para serlo?

—Siempre hay una razón para todo —dijo Eugenia—. Creo que ha levantado un muro para proteger su corazón. Así que, si para ti sólo es un juego, no intentes derrumbar esas defensas.

Peter notó el tono de advertencia.

—No puedo asegurarlo al ciento por ciento, pero no creo que lo sea.

—Quizás deberías estar seguro.

—¿Cómo puedo estar seguro si no me deja acercarme a ella lo suficiente como para saberlo?

—Tienes razón —aceptó Eugenia, aunque no parecía muy convencida.

Continuará…