Capítulo 64

Hola, hola!!! Qué tal todo?! Cómo las va tratando el día??? Ojalá todo bien y si no remando para que se de lo mejor que se pueda! ;) Gracias, gracias y más gracias!!!!

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Peter se dio media vuelta y camino hacia la entrada. Su amigo arrancó el auto. Antes de alejarse, se miraron a los ojos. Peter se dio cuenta de que Tomás pensaba que dejaba a sus espaldas una tragedia aún mayor que la de la noche anterior.

Capítulo 64:

Eran las seis de la tarde cuando Lali se sentó en el sillón de su casa. Le había dicho a su hermana que quería pasar el día haciendo limpieza y no había mentido. La casa estaba radiante, mucho más que el primer día. Sin embargo, la tarea no le había servido para solucionar sus problemas personales.

Estaba segura de que Peter se iba. Ni siquiera la había llamado para ver cómo estaba. No lo culpaba. La había perdonado. Pero el perdón no era amor. La culpa era de ella por haberse enamorado desesperadamente de él.

Contuvo las lágrimas que amenazaban con salir. Peter se iba y tenía que acostumbrarse. Lo había hecho una vez y podía repetirlo. Sólo que aquella vez sería diferente. Vendería la tienda y se iría a estudiar arte. Tenía la esperanza de que una nueva vida pudiera contrarrestar el dolor de su amor perdido. Arcadia no era un sitio malvado porque hubiera alojado el mal, sólo era un sitio cualquiera. Ya era hora de que dejara de pagar por los crímenes que otro había cometido.

Sonó el timbre. Lali se levantó de mala gana. Había aceptado las disculpas de su familia. Incluso su madre, con quien no había hablado desde su enfrentamiento en la comida, la había llamado.

—Odio admitir que estaba equivocada con Peter, pero lo estaba —le había dicho—. No quiero perderte, Lali. Si lo quieres, no seré yo quien ponga objeciones. Tu padre y yo nunca se las pusimos fácil. Tal vez haya llegado la hora de empezar.

Lali se había quedado sorprendida que sólo había podido responder con monosílabos. Pensó en lo irónico de la situación. María José pensaba que había un futuro para ellos cuando ella se preparaba para decirle adiós definitivamente. Cabía la posibilidad de que fuera él quien tocara la puerta. Intentó arreglarse el pelo pero se dio por vencida. Una mujer descalza y en short nunca había sido elegante y nunca lo sería. Abrió la puerta y allí estaba Peter, atractivo, deseable e… inalcanzable.

—Hola.

Lali no respondió y Peter se preguntó por qué había ido. ¿Sólo para torturarse con la imagen de la mujer que amaba y nunca podría tener? ¿Una mujer deseable incluso cuando no se arreglaba? Pero no podía irse sin decirle adiós.

—¿Puedo pasar?

Lali despertó y se hizo a un lado. Peter la contempló. Tenía la mejilla sucia y el polvo cubría su ropa.

—¿Estuviste limpiando?

—Sí. No tenía ganas de sentarme a pensar en que uno de mis mejores amigos era un asesino —le explicó sabiendo que no era sino parte de la verdad.

—La gente no siempre es lo que parece.

Lali se dio cuenta de que no había amargura en su voz a pesar de todo lo que Daniel había hecho para perjudicarlo. A ella le costaba trabajo perdonarlo a pesar de que estaba muerto, de que había estado loco.

—Ojalá me hubiera dado cuenta antes de lo que le pasaba a Daniel.

Peter sintió deseos de abrazarla, pero no tenía derecho. No cuando su relación se terminaba por segunda vez.

—Me encontré con Joaquín y me dijo que Luz está mucho mejor. La revisaron y no tiene ningún daño físico.

—¿Y tú? ¿Te han dado permiso para irte?

Peter asintió. Había notado la desesperación en su voz, pero no terminaba de entenderlo. ¿Por qué le afectaba tanto que él se fuera?

—Joaquín ha retirado todos los cargos que habían en mi contra.

Lali quiso decir que se alegraba por él, pero no pudo. La sensación de que lo perdía para siempre la angustió. De repente, se dio cuenta de que seguían en la entrada.

—Perdón, pasa. ¿Quieres algo para tomar?

—No vine a tomar nada. Vine a decirte que me vuelvo a Buenos Aires.

Lo había dicho. No estaba preparado para decirlo, pero lo había hecho. Lo más grave era que jamás estaría preparado.

Lali había esperado aquellas mismas palabras, pero ni siquiera podía respirar. La pesadilla de la noche anterior se prolongaba. Después de años de esperarlo, de sufrir por él, Peter se iba. Sin embargo, el sufrimiento era peor que nunca.

Se preguntó si sus brazos volverían a abrazarla alguna vez. Doce años de pérdida no parecían nada comparados con lo que iba a perder. Se sintió tan devastada como la noche anterior, cuando había descubierto la verdad sobre Daniel.

Peter estaba perplejo por su reacción. Quería romper aquel silencio opresivo.

—Puse la casa de mi mamá a la venta. Ya embalé todo lo que mi madre dejó para instituciones benéficas. No ha sido un día fácil.

—Es difícil despedirse de lo que se quiere —alcanzó a decir ella—. ¿Cuándo te vas?

Lali sintió que se le rompía el corazón. Alejó la mirada y fue a la sala. La mampara daba al jardín que ella misma cuidaba. Sabía que Peter estaba detrás de ella. Una mano se posó en su hombro. Había gastado tanta energía levantando sus defensas contra él que no podía levantarlas por última vez antes de que se derrumbaran.

—Antes de irme, Lali, quiero que sepas que no te culpo por lo que sucedió hace años. Antes sí, pero me di cuenta de que fue una de esas cosas que pasan cuando estás creciendo. Tú tenías razón. No puedo pedirte responsabilidades por algo que sucedió hace tanto tiempo.

—¿Estás diciendo que me perdonas? —dijo ella con voz temblorosa.

Continuará…