jueves, 20 de febrero de 2014

Capítulo 15




Twitter: @Caparatodos
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Lali lo envidió. No había dormido ni una sola noche bien desde hacía cuatro semanas. Haría falta algo más que una manta y un poco de ensalada para arreglar su desastrosa vida.
Lali se estremeció. Hablando de arreglos...

Capítulo 15:

Sin muchas ganas fue hacia la despensa, que no era más que un closet pequeño justo al lado de la cocina, donde algún tipo con un extraño sentido del humor había instalado algo que se suponía calentaba el agua y, en teoría, calentaba la casa. Pero lo único que hacía el armatoste ese era suavizar un poco el frío que hacía en la casa y proporcionar, tras muchos gemidos y quejidos, un hilito de agua templada.

Al menos eso había hecho, hasta aquella mañana, cuando el agua de la ducha salió heladora y se dio cuenta de la gotera que había en la pared. Algo se había roto en algún lugar.
La pared era una metáfora de su vida.

La gotera se había extendido hasta el punto de que había agua en el piso y se oía un preocupante gorgoteo. Lali estaba convencida de que los gasfiteros hacían algo, aparte de observar y frotarse las manos, ¿pero qué?
El timbre de la casa sonó.

Volvió a mirar la maraña de tuberías entrecruzadas antes de dirigirse a la puerta y abrirla de par en par.
Una ráfaga de aire frío entró y Lali se estremeció. La temperatura había bajado diez grados más.

Juan Pedro Lanzani estaba en la puerta, alto, tenebroso y con una aterradora expresión en el rostro. Le brillaban los ojos. Lali lo miró fijamente unos segundos antes de tener el valor suficiente. El hecho de que estuviera allí sólo podía significar una cosa. Y no era nada bueno.

—¿Va a presentar cargos? —preguntó, levantando la barbilla.
Peter pestañeó y algo, una extraña e indescifrable expresión, le atravesó el rostro.

—No. —Hasta su voz era tenebrosa, baja y profunda.

—Ah. —Consiguió deshacerse de parte de la tensión—. Está bien.

—He venido porque...
Se oyó un estrepitoso ruido y el sonido del agua al caer contra el piso.

—¡Ay, no! —Lali gruñó y corrió hacia la despensa. El agua caía de la pared desde donde había estado la gotera. Algo reventó y el agua empezó a salir a chorros junto con trozos del cemento de la pared.

—¿Dónde está la llave principal del agua?

Lali se giró hacia la profunda voz que oyó tras ella y se quedó mirando a Juan Pedro Lanzani sin entender lo que decía. Peter resopló, palpó por donde estaba el agua hasta que encontró algo y giró la muñeca hacia la derecha. El agua paró como por arte de magia.

Después, se arrodilló y empezó a arrancar trozos de la pared. Metió las dos manos en los cimientos de su casa hasta terminar de lado y con la cabeza metida dentro de la pared. Lali lo oyó gruñir antes de volver a sacar la cabeza.

—Perno —le dijo.
Lali le miró con cara de póquer. ¿De qué hablaba ese hombre?

—¿Cómo dijo? —apuntó con enojo.
Una ligera sonrisa iluminó sus facciones.

—Necesito un perno. —Sacó las llaves del bolsillo de su pantalón—. Las llaves de la camioneta. La caja de herramientas está en el asiento delantero.
Lali agarró las llaves que le ofrecía y, al hacerlo, le rozó la mano. Era mucho más dura que cualquier mano que hubiera tocado nunca. Dura, áspera y cálida.

Vaciló un momento con el manojo de llaves en la mano como si fueran algún tipo de talismán. Lo miró fijamente a la cara, inspeccionando sus facciones y los brillantes ojos verdes que la observaban. No podía saber qué estaba pensando. Abrió la boca para decir algo, pero volvió a cerrarla y se dirigió hacia la puerta, donde observó con consternación a través de la ventana la lluvia que caía. Buscó con la mirada y, efectivamente, encontró la abollada camioneta estacionada fuera.
Era negra.
Cómo no.

Correteó temblando hacia la camioneta. A través de la ventana del copiloto, Lali divisó la caja de herramientas de metal, de esas que solían llevar los hombres prácticos. Abrió la puerta con la tercera llave que probó y sacó la caja de herramientas. Pesaba un quintal. Resopló y la llevó dentro, donde se sacudió la mezcla de agua y hielo.

—Aquí. —Si iba a ser seco, por su madre que ella también.
Rebuscó entre la caja, perfectamente ordenada, y sacó una herramienta de aspecto espantoso.

—Esto. —Al ver que lo observaba con cara desconcertada, suspiró—: Perno.

—Ah —dijo Lali, y sonrió.

Continuará…

7 comentarios:

  1. El caballero al rescate!! me encanta más!!

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  2. Jajajajaa,menuda situación .
    Lali ni se dio cuenta d su aspecto, al mojarse con la lluvia.

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  3. JAJA empieza lo bueno! JAJA Es el SALVADOR!!!!!!!!!

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  4. Me encanta!! Es mejor de lo que pensaba. Obviamente Peter se va a dar cuenta de la verdad antes de que ella le diga algo.
    Muy hablador resultó este Peter... jajaja

    Quiero más!
    Vami!! los capítulos son muy cortos!!

    Besos
    Lore

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  5. me encnato,peter al rescate :D
    lindo capi

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  6. No sera peter el asesino ?

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  7. MMMM está demasiado increible fisicamente y encima es un manitas....jaja

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