miércoles, 5 de febrero de 2014

Capítulo 45



No se pierden más tarde el epílogo  
 (18 Perú; 20 Argentina 00:00 España)

Twitter: @Caparatodos
____________________________________________________

—¿Estás contratando a Ugarte & Asociados, o a mí?
Pablo sonrió cómplice.

—Tú eres quien me impresionó, Lali. Te contrato a ti.

Capítulo 45:

La pista de baile era espectacular. La banda, increíble. Los bocaditos, deliciosos. Y, a Peter, todo le daba igual.

Había esperado todo el día a Lali, pero ella no había regresado. Peter ni siquiera quería ir a la fiesta, pero temía que ella sí lo hiciera, y entonces no la vería. Aunque teniendo en cuenta la multitud que había, ella podría estar a dos metros y no la vería.
¡Dios!, él sólo quería que estuviera a su lado. Quería hablar con ella; saber que estaba bien.

Tampoco estaba realmente preocupado, pero la había llamado al celular y había descubierto que se lo había olvidado en la suite. Y, cuando había llamado a recepción, el hombre había querido ayudar pero no sabía nada.
Si no la encontraba aquella noche, se pondría a buscarla en serio.

Por todo el lugar, la gente hablaba y reía. Las parejas se achuchaban. Los niños jugaban a perseguirse alrededor del árbol de navidad. Incluso Soledad Monello y Marcelo Crais estaban rodeados de periodistas ansiosos por una entrevista tras la subasta.
Lali, sin embargo, no aparecía por ninguna parte.

Peter miró la hora: eran más de las diez. Tomó una copa de champagne de un mozo que pasaba, mientras detestaba aquella sensación de impotencia. Quería estar con Lali. ¿Por qué ella no estaba allí? ¿Por qué no estaba en sus brazos? ¿Y qué podía hacer él para conseguirlo?

No tenía respuestas y, dado que su tolerancia hacia el espíritu navideño comenzaba a disminuir, salió a la terraza, donde había una temperatura agradable. La luz de las antorchas tenía el cielo de naranja. Era una escena romántica, y deseó poder compartirla con Lali.
Pero ella no estaba a su lado, así que Peter se giró para regresar a su habitación.

Entonces la vio, tan bella que seguro la multitud abriría un camino a su paso, como el mar Rojo. Era evidente que había pasado por la habitación, concluyó Peter, ya que llevaba un vestido que él conocía. ¿Habría ido a cambiarse de ropa, o a buscarlo?
Diría que lo último, por la manera en que ella estaba buscando entre la gente. El corazón le dio un brinco, con esperanza renovada.

—Aquí —susurró.

Y, aunque no era posible que lo escuchara, ella levanto la mirada, lo vio y sonrió.
Peter llegó hasta la puerta del balcón y la abrió para ella, sin molestarse en fingir despreocupación.

—Lali…
La vio levantar una mano, y temió haberlo arruinado todo. Que fuera demasiado tarde y ella sólo hubiera ido a despedirse.

—Escribí una declaración para mediación —anunció ella.
De todas las cosas que él habría esperado que dijera, aquélla no estaba en la lista.

—¿Perdón?

—Quiero que funcione —dijo ella, elevando la barbilla y tirando los hombros hacia atrás.

Tenía puesto un vestido rojo con un solo tirante, y resultaba tan sexy, que Peter casi no podía mantener las manos alejadas de ella. En silencio, rezó para no tener que contenerse mucho más tiempo.
Ella sacó una hoja de su cartera.

—Hice lo mismo que les pido a mis clientes: escribir lo que no es negociable, y luego hice una lista de todo lo demás.

—Perfecto, me parece bien —dijo él—. ¿Qué no es negociable?
Ella se humedeció los labios y lo miró.

—Tú.
Él lo recibió como un puñetazo en el estómago.

—¿Cómo?
Temía haber entendido mal. Que ella estuviera diciéndole que se fuera, no que se quedara.

—Tú —repitió ella, con un tono tan suave que le indicó todo lo que él necesitaba saber.
¡Quería estar con él! Peter creyó que iba a desmayarse de alivio.

—No me entiendas mal —continuó ella—. Tengo otros puntos, pero el asunto es que estoy dispuesta a ceder en ellos. Lo que necesito para que esta mediación tenga éxito es regresar a la habitación contigo.
Peter no pudo evitar sonreír ampliamente.

—Ése también es mi principal objetivo.

—Entonces, creo que vamos a lograr que esto funcione —dijo ella—. Creo que podemos, si ambos cedemos un poco.
Él le acarició la mejilla.

—Te amo, Lali. Y, si es importante para ti, incluso buscaré un trabajo fijo.
Ella enarcó las cejas.

—¿Harías eso?

—Estamos negociando, ¿no? ¿No me dijiste una vez que así es como funciona? No soportaría un trabajo de nueve a cinco, pero estoy bastante seguro de que puedo encontrar algo como profesor adjunto, y eso no sólo significaría un horario flexible, además me dejaría tiempo para viajar —dijo y ladeó la cabeza—. Lo cual seguramente nos lleva a nuestro primer punto en conflicto, porque tú no quieres que viaje, y yo quiero que vengas conmigo.

—Está bien —dijo ella, con mirada traviesa.

—¿Puedes repetir?

—He dicho que está bien, viajaré contigo —repitió ella y estiró un dedo—. No al ritmo de locura que llevas ahora, porque a mí me gusta disfrutar de mi casa. Pero quiero estar contigo, y quiero viajar.

—Y yo quiero estar contigo. Pero, ¿y tu trabajo? Me diste un discurso de que no tenías tiempo.
Ella lo miró, entre orgullosa y tímida.

—Estoy trabajando en ese tema. Creo que has tenido una buena idea. Me pasé el día llamando a mis clientes y colegas, y estoy pensando en abrir mi propio estudio.

—La jefa puede viajar cuando quiera.

—Siempre y cuando tenga un celular con mail, y el viaje no interfiera con sus clientes, sí, claro que puede —afirmó ella, abrazándolo por el cuello—. ¿Tu qué piensas? ¿Podemos encontrar un terreno común?
Peter estaba seguro de que iba a explotarle el corazón.

—Contesto con un entusiasta «sí».
Ella levantó la barbilla en silenciosa invitación, y él aceptó sin dudarlo. Sólo habían sido unas horas, pero había extrañado sentirla y saborearla. ¡Ah, cuánto deseaba más, justo allí y en aquel momento!

—Salgamos de aquí —propuso.

—Buena idea —murmuró ella, suspirando en sus brazos.
Él le ofreció el brazo para que se agarrara.

—¿Qué me dices del dinero? ¿No vas a atormentarme con eso?
Ella se humedeció los labios.

—He decidido que es un área en la que puedo no entrar. Después de todo, yo gano un buen sueldo. Y, como dijiste, tú no eres un indigente.

—Estoy orgulloso de ti, Lali —dijo él.
Lograron llegar hasta la puerta, antes de la última pregunta, que él estaba esperando.

—Pero sí que me dijiste la verdad acerca de tener una jubilación, ¿no?

—Sí —le aseguró él.


Lali nunca se había sentido tan libre ni tan aterrada. Iba a introducirse en el mundo profesional, y saltar sin paracaídas. Ésa era la parte que la asustaba.

¿Y cuál era la que la mantenía cuerda? Que Peter estaría a su lado para sostenerla.
Nada más entrar en su habitación, él comenzó a bajarle el cierre.
Lali rió y se separó de él.

—Aguanta un poco —le dijo—. Tengo algo para ti. Me hubiera gustado habértelo dado antes, pero en vez de eso decidimos tener nuestra primera pelea.

—Pensé que sería mejor quitársela de encima cuanto antes —señaló él, irónico—. Ya sabes, así es más fácil seguir con el resto de nuestra vida.

—Muy considerado —alabó ella, desde el closet en el cual estaba rebuscando.
Regresó con una caja enorme y, cuando la dejó sobre la cama, el colchón se hundió bajo su peso.

—¿Qué es esto?

—Ábrelo —lo animó ella—. Dale.
Él quitó el papel, abrió la caja y ahogó un grito de entusiasmo.

—Lali… Es perfecta.
Eso pensaba ella. Una máquina de escribir Remington antigua, hermosamente restaurada. Peter la sacó con cuidado de la caja y le puso una hoja en blanco. Pulsó una letra y la máquina respondió a la perfección.

—La encontré en la ciudad. Quería sorprenderte.

—Es increíble —dijo él, apretándole la mano—. Tú eres increíble.
Escribió algo y se hizo a un lado, para que ella lo viera:
TE AMO.

—Ven acá —dijo Lali, abrazándolo—, y demuéstramelo.

Él la apretó contra su cuerpo y la besó apasionadamente. Lali se fundió con él, queriendo sentir cada centímetro de su cuerpo, queriendo cerciorarse de que aquello era real.
El reloj dio las doce.

—Feliz navidad —deseó ella.

—Eres todo lo que siempre deseé —dijo él.

—Y me tienes.
Peter la besó en los labios.

—Entonces, esta navidad quedará como la mejor del mundo.

—Sí —dijo ella, apretándose contra él—. Por supuesto que lo es

Continuará…

9 comentarios:

  1. Aaaaaaaaaaaah qe lindos!!! me encanto :DD

    Arii

    ResponderEliminar
  2. No lo puedo creer! Al fin dejo de lado todos sus benditos fantasmas con el dinero y de se la jugo por Peter!! Son tan tiernos!!!
    Espero el epilogo!

    ResponderEliminar
  3. LINDOS!!!!!!!!!! Buena jugada PETER y buena decision LALI!!!!!!!!!!En definitiva hay equipo! Tontos si dejaban pasar lo q sentian!

    ResponderEliminar
  4. Aaaaaayyyyyy por finnnn lali se decidio, y que lindo mi peter, pero siempre me imagine que peter era millonario jajajaja a leer el epilogo ahora
    Merkrn22

    ResponderEliminar
  5. Muy buena negociadora!!!!!

    ResponderEliminar
  6. El momento Tú fue muy Pablo Alborán "Tu y tu y solamente tu....." Me encanta son tan tiernos

    ResponderEliminar