viernes, 14 de febrero de 2014

Capítulo 9




Twitter: @Caparatodos
____________________________________________________

Un rostro desconocido.
Un rostro inolvidable.
El rostro de un asesino.

Capítulo 9:

Juan Pedro Lanzani sentía deseos de matar a alguien. Preferiblemente a su capataz y mejor amigo, Pablo Martínez. O, en su defecto, a Lucrecia, la desleal e infiel mujer de Pablo. Se conformaría con cualquiera de los dos.

Los que debían estar ahí, dispuestos a hablar con la profesora del Rafa eran ellos, y no él. Preferiría caminar sobre el fuego antes que tener que hacerse cargo de toda esa tontería emocional; tenía problemas más que suficientes con el aumento de los precios y las goteras del techo.

No tenía la más remota idea de qué podría decirle a la profesora de Rafael; lo único que sabía era que Pablo no estaba en condiciones de hablar con nadie en aquel momento.

Lanzani se metió la mano en el bolsillo, donde tenía las notas que la profesora, una tal señorita Rinaldi, había mandado a casa con el pequeño. Se las sabía de memoria, pues las había leído una y otra vez desde que volvió a casa tras un viaje de negocios y se encontró con un Pablo medio inconsciente, con una botella de whisky barato en una mano y las notas en la otra.

Le había quitado las notas de la mano, había agarrado a Pablo del hombro, lo había metido completamente vestido en la ducha y había abierto el caño de agua fría.

Pablo había recuperado la sobriedad lo suficiente para insultarlo débilmente, antes de caer rendido en la cama que tenía mucho, mucho tiempo sin hacer. Peter había estado tentado de dejar a Pablo como estaba, sobre la cama deshecha y con la ropa mojada, pero cedió y, suspirando, lo desvistió y tapó con un par de mantas.

La resaca que tendría al día siguiente lo haría sentirse suficientemente mal; no hacía falta que también se enfermara de una pulmonía.

Pero Pablo le debía una. Y muy gorda. Hacer de niñera y hablar con profesoras de primaria no estaba entre sus hobbies preferidos.

Lanzani parado junto a la puerta de la clase. No tenía por qué seguir esperando; la placa que había fuera de la puerta confirmaba que, efectivamente, aquella era la clase de la señorita Rinaldi. Trató de mirar a través del vidrio de la puerta con la esperanza de que la clase estuviera vacía, pero las luces del pasillo eran tan brillantes que lo único que vio era el reflejo de su propio rostro en el cristal.
Reflejaba todo lo enojado que estaba.

«Dios, no podría tener menos ganas de hacer esto», pensó apretando los labios con fuerza. Aun así, avanzó, preguntándose si debería tocar la puerta. Luego pensó que para qué... giró la chapa y la abrió.
Un montón de ladrillos le cayeron en la cabeza.

—¿Qué...? —Peter se encontró de repente contra la pared de la clase, con las piernas abiertas. Se llevó una mano a la cabeza y palpó un buen moratón que estaba convencido de que no tardaría en aparecer. Cuando retiró la mano estaba húmeda y, por un instante, pensó que era sangre; hasta que vio que era una sustancia naranja y con semillas blancas.

¿Calabaza? Se quedó unos segundos mirando fijamente la mano cubierta de pulpa de calabaza y semillas. ¿Lo habían golpeado en la cabeza con una calabaza?

—No te muevas —le advirtió una voz alta y tensa. Justo enfrente tenía a una mujer de baja estatura, delgada y preciosa, que no dejaba de jadear y temblar.
Lanzani se dio cuenta de que estaba muerta de miedo.

Debió haber sido morocha. Pese a que su pelo era rubio, tenía un poco de raíces oscuras, la piel pálida y los ojos pardos propios. Le recordó al cachorrito que se había encontrado una vez con la pata atrapada en una trampa. El animal estaba herido de muerte y quiso liberarlo de la trampa, pero el cachorro le había gruñido, e incluso había tratado de morderlo con sus dientes de leche.

De forma que se quedó sentado sobre el puré de calabaza, mirando fijamente cómo la joven hiperventilaba y temblaba. Sus manos temblorosas sostenían una lata de spray dirigido a él. Era exactamente igual que el spray contra el mal aliento que tenía en su baño.

—Es gas de pimienta —mintió—. No te muevas... un solo movimiento y te lo echo.
No quería volver a lavarse los dientes, así que se quedó quieto.

Continuará…

9 comentarios:

  1. Jajajajajajaajajajjajajajajajjajajaja.
    Me parece k no hicimos caso a las notas k mando ,las pasamos x alto.
    Jajajajaja ,esa calabaza tuvo buen uso .
    En k condiciones vienen a conocerse.
    Con lo enfadado k ya iba ,haber con k sale!!!!

    ResponderEliminar
  2. y por fin aparecio peter
    jajjajajajja pobre q recibimiento le dieron jajjaja que buen capi

    ResponderEliminar
  3. jajajajajajajajajajaj pobre peter! mas novee

    ResponderEliminar
  4. jajajajaja me muero
    pobre peter
    encima que ya iba enojado, ahora va a estar peor
    besos

    ResponderEliminar
  5. Pobre Peter!!!! jajaja igual, es logico que Lali este asi yo estaria muerta de miedo

    espero mas noveee

    ResponderEliminar
  6. jaajajajaja pobre Peter!!
    Ahora no entiendo ella lo vio igual a Fadul? Se parecen o es el miedo y sugestión que le pasó el policía?
    Quiero más!
    Lore

    ResponderEliminar
  7. pobre Peter jajaja! Lali es logico que este tan paranoica!! Me gusto el capítulo ya quiero leer el proximo para ver como va hacer este primer encuentro entre ellos!!

    ResponderEliminar
  8. JAJA era Peter,linda forma de conocerse,JAJA

    ResponderEliminar