domingo, 23 de febrero de 2014

Capítulo 18




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Su casa comenzaba a parecer la sala de reuniones. En el mes que tenía viviendo ahí nadie había ido a verla. Pero aquella noche parecía un circo: primero el perro, luego Lanzani y ahora alguien más.
Lali abrió la puerta y su peor pesadilla apareció de la oscuridad
Una pistola. Y le apuntaba directamente a la cabeza.

Capítulo 18:

Lali gritó y el corazón casi se le sale por la boca. Movió desesperadamente la mano en un intento por buscar algo que pudiera usar como arma, aunque sabía que ya era demasiado tarde. Atolondradamente, trató de protegerse del disparo.

—Truco o trato. —La vocecita infantil le llegó de algún punto cerca de las rodillas y se quedó helada. Una bruja, un Harry Potter rubio con lentes redondos de plástico y un vaquero la miraban asustados por el grito que había pegado. El pequeño vaquero soltó la pistola y la brujita se echó a llorar.

No eran asesinos, sino niños en busca de caramelos. La puerta de la entrada se cerró. Sutilmente, como si estuviera a miles de kilómetros de distancia, Lali oyó una profunda voz masculina y los gritos entusiastas de los niños en la entrada. Luego, medio minuto después, la puerta de entrada volvió a abrirse y entró una gélida ráfaga de viento. Se tambaleó hacia la sala y clavó con fuerza las uñas en el respaldo del sillón tapizado con flores chillonas. Hizo caso omiso de los fuertes golpes que le daba el corazón en el pecho y trató de controlar el temblor de las manos. Durante unos segundos se le aparecieron unas luces de colores frente a los ojos y vio borroso, como en una fotografía amarillenta. Vio cómo le caía un lagrimón sobre los nudillos blancos.

El terror, la soledad y la desesperación se arremolinaron con fuerza y dolor en el corazón de Lali, como cuchillos que luchaban por salir al exterior y, por el camino, le hicieran trizas el corazón. Sintió aparecer otra lágrima de entre las pestañas y se dejó llevar por otro sollozo. La sacudió un escalofrío. Justo antes de que las rodillas le fallaran, sintió que la obligaban a darse la vuelta y se encontró abrazada contra un fuerte torso.

Para horror de Lali, se vio sacudida por sollozos cortos y entrecortados. Se balanceó y notó que la sostenían con fuerza; unos brazos fuertes la abrazaban con fuerza y se dejó llevar.

Hacía siglos que nadie la abrazaba y consolaba. De hecho, desde la muerte de sus padres nadie lo había hecho. Y ahora Lali se encontró llorando sus miedos, la rabia y la soledad con grandes e incontrolables sollozos que no habría logrado reprimir aunque su vida dependiera de ello. Lloró y lloró y lloró, plenamente consciente de que acabaría arrepintiéndose. Después. Pero ahora no. Ahora necesitaba desahogarse tanto como necesitaba respirar.

Al final, los sollozos dieron paso al hipo y se apoyó, agotada, contra el pecho de Peter. Su chompa estaba húmeda de las tuberías oxidadas y las lágrimas de ella.

Respiró profundamente, consciente de repente de sobre quién estaba apoyada, de quién la abrazaba. Una mano le cubría la cabeza, y un brazo fuerte la sujetaba de la cintura firmemente contra él donde podía sentir su masculinidad. Una muy grande y, por sorprendente que pareciera, seguía creciendo, latiendo y alargándose contra su estómago. Podía sentir el calor de su miembro a través de los pantalones y de su vestido, y se preguntó si él podría sentir el repentino calor que la abrumaba por dentro.

Lali pasó inmediatamente de la fría desesperación a una cálida oleada de deseo. En un instante había pasado de ser una mujer en apuros a la que un perfecto desconocido consolaba, a ser una mujer firmemente abrazada a un hombre excitado. Era suficiente para volver loca a cualquiera.

Debería alejarse. Aquello era completamente inadecuado. No sabía nada sobre aquel hombre, aparte de que no era demasiado hablador y sabía arreglar tuberías.
Bueno, eso no era del todo cierto.
Sabía que estaba bien dotado.
Lali se separó inmediatamente y se tambaleó hacia el espantoso sillón, donde cayó cerrando los ojos con fuerza.
«No puedo con esto», pensó. Con nada de todo eso.

Ser el premio de una cacería, estar exiliada en Fiambalá, que unos niños la aterrorizaran al pedir dulces y deseara a un hombre poco hablador, bien dotado y con unos muslos de infarto. Era demasiado.

Las lágrimas se le habían secado, pero aún sentía la punzada de ardiente dolor en el pecho.
Notaba la presencia de Peter a su lado.

—Tome. —Puso un vaso medio lleno de algún líquido en las manos de Lali que, agradecida, se lo tomó de un trago y gruñó al sentir que le quemaba por dentro.

—¿Qué era eso? —jadeó, levantado la cabeza para mirarlo. Los ojos se le volvieron a llenar de lágrimas, pero de otra clase, una mucha mejor.

—Whisky —dijo Lanzani, retirándole el vaso de la mano insensible. Todo su cuerpo se había quedado insensible, salvo las partes que estaban calientes.

—¿De dónde sacó el whisky? —Lali tosió una vez más y se llevó una mano al estómago, donde se había asentado una bola de calor—. Yo no tengo.

—Pero yo sí.

—¿En la caja de herramientas? —Lali lo miró alucinada.

—No. —Peter torció la boca, gesto que Lali interpretó como diversión en lenguaje local—. De la camioneta. Para emergencias.
Lali tuvo la tentación de preguntarle a qué tipo de emergencias se refería, pero una mirada de ese hombre le bastó para no decir nada.

Claro... en las películas los héroes siempre recibían disparos y se echaban whisky en la herida. Justo antes de sacar la bala con una navaja, a la luz de una fogata.

Se le estaba subiendo el whisky a la cabeza; o eso, o la adrenalina había desaparecido de golpe de su cuerpo. Fuera lo que fuera, Lali estaba completamente agotada. Peter se sentó en la silla a juego que había junto al sillón, apoyó las manos sobre las rodillas y la observó detenidamente.

Quienquiera que hubiera decorado la casa sabía de tapicería lo mismo que de tuberías: nada. Las sillas estaban cubiertas de gigantescas rosas con sombras rojas y rosas muy poco reales. Cuando Peter se sentó, con su chompa negra y el pelo castaño, pareció absorber toda la luz como un eclipse de sol. Su silla tenía un agujero negro con la forma de un hombre y rodeado de un montón de flores de colores vivos.

Continuará…

11 comentarios:

  1. Me causa gracia lo impresionada q esta Lali con cierto atributo de Peter,JAJA

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  2. Es obvio que para esta altura Peter ya dedujo algo de ella.
    Quiero más!
    Lore

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  3. Lali tienen una mezcla de sentimientos importante: se siente sola y esta aterrorizada por lo que le pueda pasar, pero cuando está junto a Peter se siente acompañada, protegida... a salvo. Y obviamente, deseosa por el al igual que el por ella.

    Esperando el cap de mañana.... Se te echa de menos amigaaa

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  4. Me encanto el capítulo!! lali quedo impresionada con la masculinidad de Peter jajaja! Espero el proximo!!

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  5. Jajajjaja,no podía sentir nada más k los atributos d Peter creciendo.
    Como me reí con los niños .D nuevo no me lo esperaba ,y eso k sabíamos k habían estado preparando la calabaza.

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