sábado, 8 de febrero de 2014

Capítulo 3




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—Hola Lali. —Felipe Ponce sonrió y empujó los lentes hacia arriba con el índice. Llevaba unos pantalones oscuros que le llegaban hasta los tobillos, una camisa de manga corta, y lentes de carey. «¿A este hombre quién lo viste?», pensó Lali, apretando los dientes.

Capítulo 3:

—¿Cómo te va? —preguntó Felipe con sonrisa de bobalicón.

Unos tipos trataban de matarla. La tenían aislada en Fiambalá, Catamarca. Federico, su gato, estaba en un albergue. ¿Se acordarían de darle de comer sólo los trozos de carne más selectos y de llevarlo al veterinario? Había perdido un trabajo que amaba y vivía en una casa en la que había goteras no sólo en el techo, sino por las paredes también. Sonrió ligeramente.

—Muy bien, Felipe. Genial. ¿Qué puedo hacer por ti?
Él le devolvió la sonrisa, enseñando así una hilera de dientes blancos. El hermano de su mujer estudiaba para convertirse en odontólogo y practicaba con Felipe. Mucho.

—Elsa y yo hemos organizado una cena mañana por la noche y nos gustaría saber si vas a poder venir. —Se acercó un poco más y el olor a menta la dejó noqueada. Había vuelto a lavarse los dientes—. Elsa va a hacer su especialidad: Lasagna. No puedes perdértelo.
Lali se animó.
Pasta.

Su mente se llenó de imágenes de sus restaurantes preferidos y estuvo a punto de llorar. Queso gorgonzola y pasta. Salsa amatriciana. Pesto. Vendería su alma al mismísimo diablo por un poco de buena comida.

—No sabía que Elsa cocinara comida italiana —suspiró.

—Por supuesto que sí —respondió Felipe, orgulloso—. Tiene una receta maravillosa que hace seguido: sólo hay que hervir la pasta como una hora, hasta que esté blandita, luego se le añade carne, salsa blanca, pomodoro, queso y se mete al horno—. Sonrió y sus grandes ojos marrones brillaron tras los lentes—. Nom nom.

Lali cerró los ojos y rezó en silencio para que la sacara de aquella espantosa y ridícula película en la que estaba atrapada. Quería un nuevo guión; una buena comedia romántica y sofisticada en la que el protagonista fuera, por ejemplo, Channing Tatum.

—Puedes traer acompañante si quieres —añadió Felipe—. Una cita. Elsa siempre hace de más.

Una cita. ¿Eso qué era, algo blandito y cilíndrico que crecía en los árboles? Durante el mes que llevaba en Fiambalá, todos los hombres que había conocido eran casados desde los doce años o no tenían más de un par de dedos de frente. No había ningún Channing Tatum a la vista. Sólo Dios sabía qué hacían las solteras de Catamarca para encontrar un hombre. ¿Mudarse a Brasil, tal vez?

Luego recordó que se suponía que no debía tener citas, ni siquiera debía socializar con la gente, y se deprimió aún más al pensar que tal vez nunca más volvería a disfrutar de un potentón.

—Gracias, Felipe. Eres muy amable, pero tengo un montón de trabajo que hacer. —«Como limarme las uñas, ordenar alfabéticamente las especias, enjuagar las medias...»—. Tengo que ponerme al día con mi clase. Pero dale las gracias a Elsa de mi parte y dile que me guardo la invitación para la próxima vez.

—Dale. —Su animosidad estaba poniéndola nerviosa—. Aunque vas a perderte una noche muy divertida.
Lali sonrió débilmente y luego pegó un gritito.

—¡Me vuelvo…! ¿Podrías hacer algo con ese timbre, Felipe? —Los oídos seguían retumbándole y se dio un golpecito en un lado de la cabeza—. ¿Se puede saber de dónde lo sacaste? ¿De los restos de un submarino?

—Consigue llamar la atención de los niños —respondió con suavidad—. Bueno, tengo que irme. Qué pena que no puedas venir mañana.
Lali sacó a relucir una sonrisa.

—Para la próxima será, Felipe. —Se rodeó con los brazos e intentó no pegar un brinco al escuchar el segundo timbre, el timbre «o ya verán», como lo llamaban los alumnos, porque los profesores les decían que se tranquilizaran en clase, «o ya verán».

Sus niños se portaban sorprendentemente bien. Se acordaba perfectamente del primer día que entró en su clase de doce alumnos de segundo de primaria esperando... ¿el qué?

Le costaba recordar la confusión rallando el miedo que había sentido un mes antes. Las imágenes de tipos con casacas negras, navajas y pistolas, bajo los efectos de cualquiera de las drogas callejeras que estuvieran de moda en aquel momento, habían poblado su cabeza. La partirían en dos y tirarían su cuerpo a las afueras del pueblo, y se la llevarían fácil ante la ley por ser menores de edad.

La realidad fue que entró en la clase, se presentó como la nueva profesora, que venía a reemplazar a la señorita Távara, quien había tenido que mudarse repentinamente para cuidar a su madre enferma. Pasó lista, abrió el libro por la primera página y eso fue todo. Los niños se portaron asombrosamente bien, no hubo más que un par de peleas insignificantes entre ellos y pronto se vio a sí misma como «la seño», de tanto que lo repetían.

De hecho, al principio los chicos se portaban tan bien que tuvo la descabellada sensación de verse metida de lleno en un re-make de La invasión de los aliens: en realidad los niños eran extraterrestres criados en el sótano del colegio. Poco a poco, se fue dando cuenta de que vivían en un ambiente tan inflexible —en el que se les mandaba hacer tareas casi antes de aprender a caminar—, que estaban acostumbrados a obedecer sin protestar.

Continuará…

9 comentarios:

  1. Felipe conoce la vrdadera identidad de ella????Quiero leer más para ver q papael juega Pit aqui!

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  2. Felipe conoce la vrdadera identidad de ella????Quiero leer más para ver q papael juega Pit aqui!

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  3. Ey, era ´Dani¨no Lali... jejeje
    Quiero más!
    Lore

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  4. Los niños son un amor al final va a preferir se maestra, quiero más más

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  5. Interesante ese tema que plantea de la educacion... lo se ya es obsesion lo mio, no me olvido de los estudios ni leyendo. Pero es que de todo hay que sacar buen provecho =)

    espero masssss TQ!

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  6. Más me encanta pobre lali todo lo que tuvo que abandonar!

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  7. Lali"Dani",tiene mucha imaginación .Pobre gatito ,ni a el la dejaron k lo conservara con ella.

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  8. Ah... me olvidaba; Channing Tatum, en serio??? ese tipo me parece desagradable!
    Quiero más!
    Lore

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