Capítulo 15

Hola, hola!!!! ¿Cómo empezaron la semana, chicas? ¿Qué tal las trató el lunes? Espero que todo bien y si no con las ganas para ponerle toda la onda! ;) Gracias por sus comentarios!!!! Besos y mañana nos leemos!

Twitter: @Caparatodos

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-Por los nuevos comienzos –dijo con una expresión juguetona.

Lali sonrió.

-Por los nuevos comienzos.

Capítulo 15:

Ambos tomaron un sorbo y luego Javier extendió el brazo para agarrar su mano por encima de la mesa. Como siempre, estaba guapísimo con su traje y su cabello oscuro perfectamente peinado. En la muñeca, llevaba el reloj que ella le había regalado en su último cumpleaños. Se había gastado más de lo que tenía pensado en el regalo pero él parecía llevar tan mal el paso a los treinta y cinco, que había decidido hacer un gasto para animarlo.

-Hay algo que quiero pedirte –le acarició los dedos con el pulgar-. Sabes lo duro que me resultó este último cumpleaños. Desde entonces, he estado pensando mucho acerca de la dirección que debía tomar mi vida. Y, aunque sé lo que quiero, creo que me asustaba porque se trata de un gran paso –se detuvo para respirar hondo.

Lali le apretó la mano para tranquilizarlo.

-Estás nervioso.

Él se rió entre dientes.

-Puede que un poco.

-Dale, suéltalo –bromeó-. Ya tenemos las copas llenas.

Tras eso, Javier la miró a los ojos.

-Quiero que nos mudemos a Italia.

Lali parpadeó.

-¿A Italia? –repitió.

Javier asintió y, en esa ocasión, las palabras surgieron con facilidad.

-Había una vacante en nuestra oficina de Roma e hice la solicitud de traslado –extendió las manos y comenzó a reír como un niño al que acababan de decirle que va a visitar Disney-. ¡Italia! ¿Qué me dices?

-Es… demasiado.

Lali sacudió mentalmente la cabeza tratando de encontrarle sentido a todo aquello.

Javier era socio de una consultora y se había roto el lomo para llegar hasta ahí. Últimamente, parecía sentirse un poco indiferente con su trabajo de vez en cuando, pero nunca lo había oído mencionar un posible traslado a Italia.

-¿A qué se debe esta decisión? –preguntó con la impresión de estar hablando con un desconocido, en lugar de con el hombre con el que llevaba saliendo tres años.

Javier tomó un largo trago de champagne.

-Tenía esta idea rondando mi mente desde hace un tiempo. No sé… Tengo treinta y cinco años y nunca he hecho nada realmente importante. Fui a la universidad; conseguí trabajo. Eso resume mi vida básicamente –hizo un despreocupado gesto en dirección a ella-. ¿Y la tuya?

Lali se puso a la defensiva al escucharlo.

-Cuando me mudé a Rosario, al graduarme de abogada, no conocía una sola persona aquí. Diría que fue bastante arriesgado.

-¿Arriesgado? –resopló Javier-. Te mudaste acá con un puesto como asistente de un juez fiscal. Además, eso fue hace siete años. Tal vez haya llegado el momento de vivir una nueva aventura –volvió a agarrarla de la mano-. Piénsalo. Podemos comprar un departamento cerca de la Piazza Navona. ¿Te acuerdas de la trattoria que encontramos allí, esa con el toldo amarillo? Te encantaba.

-Me encanta, por supuesto que sí. Pero como destino para unas maravillosas vacaciones.

-Ahí viene el sarcasmo –dijo Javier, reclinándose en la silla.

Lali se tragó el comentario que tenía en la punta de la lengua. Tenía razón, el sarcasmo no iba a ayudar a resolver las cosas.

-Solo estoy tratando de entender lo que me dices. Este plan de ir a Italia me ha tomado totalmente por sorpresa.

-Bueno, algo tenías que imaginarte, con el champagne y demás –dijo Javier.

Lali lo miró. ¡Wow! La verdad es que no había tenido ni idea.

-Creía que ibas a proponerme casamiento.

El silencio que siguió a sus palabras debió ser uno de los más incómodos y embarazosos de su vida. Y, de repente, entendió que Italia era el menor de sus problemas.

-No pensé que el matrimonio fuera algo dentro de tus planes –dijo finalmente Javier.

Lali lo observó con incredulidad.

-¿Qué quieres decir? Hablamos muchas veces sobre casarnos. Incluso conversamos sobre tener hijos.

-También conversamos sobre comprar un perro y un sillón nuevo para la sala –respondió Javier-. Hablamos sobre muchas cosas.

-¿Esa es tu respuesta? –inquirió Lali-. ¿Hablamos sobre muchas cosas?

Está de más decir que el tono sarcástico había vuelto.

-Creía que estabas centrada en tu carrera –dijo Javier.

Lali ladeó la cabeza. Dios, aquella noche estaba descubriendo un montón de cosas interesantes.

-No era consciente de que la familia y mi carrera fueran opciones mutuamente excluyentes.

Javier se removió incómodo en la silla.

-Me refiero a que pensaba que el matrimonio y los hijos eran algo que dejaríamos para más adelante. Quizás.

Lali captó a la perfección el sentido de la última palabra que él había añadido. Sí, había estado centrada en su carrera durante los últimos siete años y no se arrepentía. Ni, sinceramente, tenía la menor intención de dejar de considerarla una prioridad. Y, por mucho que le gustara hacer planes, no se había sentido impulsada a precipitar las cosas con Javier. No tenía un plazo específico en mente; simplemente, había dado por supuesto que se casarían y formarían una familia en los próximos años.

Pero ahora, viendo la incomodidad con que él jugueteaba con su copa, se dio cuenta de que se encontraban ante una situación hipotética, no ante una cuestión de concretar plazos. Y no estaba dispuesta a conformarse con eso.

-¿Quizás? –le preguntó.

Javier movió la mano, señalando el restaurante repleto.

-¿De verdad es necesario mantener esta conversación ahora?

-Sí, creo que sí.

Continuará…