domingo, 20 de octubre de 2013

Capítulo 21




Hola, hola!!!!!! ¿Qué tal el día por sus lares, muchachas? Espero que todo bien y disfrutando el domingo como quiera que lo pasen pero descansando y recargando energias ;) Mañana nos leemos de nuevo y por partida doble :D Besos y que empiecen bien la semana!!!!

¡¡¡¡¡¡¡FELLIZ DÍA DE LA MADRE!!!!!!!!! Para todas las mamás de Argentina y que hoy celebren el día!!!

Twitter: @Caparatodos
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-Me acompañó a casa y me besó una vez, hace siglos. Es más, apenas recuerdo esa noche.
Cande arqueó una ceja, suspicaz.

-Hay ciertas cosas que una nunca olvida, La. Y una de ellas es el beso del hombre indicado.

Capítulo 21:

Al regresar a su departamento esa noche, Lali dejó caer el maletín sobre el sillón de la sala y se desabrochó el saco camino a su habitación. Mientras se acercaba al armario del corredor para colgar el abrigo, las palabras de Cande resonaron en su mente.

Hay ciertas cosas que una nunca olvida, La. Y una de ellas es el beso del hombre indicado.
La idea resultaba un poco sentimental para su gusto.

Era un mujer adulta. Tenía treinta y dos años, no trece. A Labogada Lali no le temblaban las piernas por un mísero beso, sin importar lo irritantemente encantador que Juan Pedro Lanzani se hubiera mostrado esa noche.
Aún así… Sus ojos se posaron instintivamente en el estante superior del armario.

Arrinconada, casi al fondo, había una vieja caja de zapatos que había guardado durante años. El día que se mudaron juntos a Rosario, Javier le preguntó qué contenía.

-Solo unas cartas antiguas que mi mamá me mandó mientras estaba en la universidad –le dijo, mintiéndole seguramente por primera y última vez en todo el tiempo que habían salido juntos.

Estirándose, Lali alcanzó la caja y le quitó la tapa. Dentro estaba la camisa azul marino que Peter le había prestado hace diez años.

Deslizó los dedos por el cuello, recordando el momento en que él se la había dado. El leve cosquilleo que había sentido en el estómago cuando él le había rozado la nuca.
Ok, de acuerdo. Puede que sí recordara unos cuantos pequeños detalles de esa noche.
Lali sacudió la cabeza, deseando poder reírse de sí misma, mientras contemplaba la camisa.

Era tan… absurdo. Se trataba de una camisa. En serio, no tenía la menor idea de por qué la había guardado durante todo ese tiempo. Se había trasladado de Mendoza a Rosario y, luego, a otro departamento cuando Javier y ella habían decidido vivir juntos. Y, en cada ocasión, había considerado el deshacerse de ella. Pero algo se lo impedía.

“Te vi reír con tus amigos y tu sonrisa me cautivó en el acto.”

Entre Peter y ella había surgido una química enorme, tanto si quería admitirlo como si no. Habían pasado juntos menos de treinta minutos pero le había bastado solo eso, para darse cuenta. Ese cosquilleo instantáneo. Y no había vuelto a experimentar algo así con ningún otro hombre, Javier incluido.

-Olvídalo, Espósito –se dijo a sí misma-. No tiene sentido seguir por ese camino.
Porque, sencillamente, ya no importaba.

Ya no eran dos estudiantes despreocupados. Juan Pedro Lanzani era un ex-convicto y ella ayudante de la fiscalía. No resultaban en absoluto compatibles. Lali no iba a tratar de localizarlo y, después de como lo había ignorado en el tribunal, dudaba seriamente que Peter intentara ponerse en contacto con ella. Así que… eso era todo.

Lentamente, Lali volvió a deslizar la tapa sobre la caja y la devolvió al fondo de su ropero. Lejos de la vista.
Y, esta vez, esperaba que también lejos de su mente. Por su propio bien.


A la mañana siguiente, Lali tocó la puerta de Emilia y se detuvo al encontrarla hablando por teléfono. Con una amable mirada, Emilia le indicó mediante un gesto que tomara asiento en una de las sillas que se encontraban frente a su escritorio.

-Tengo que dejarte, Claudio. Acaba de entrar alguien –le dijo a la persona que se encontraba al otro lado de la línea-. Sí, soy una persona muy importante. Sé que te mata tener que compartir la fama –sonrió mientras colgaba el teléfono. Luego se dirigió a Lali-. Lo siento, un amigo –Emilia enlazó las manos sobre la mesa-. Bueno, hay algo muy interesante sobre lo que me gustaría hablar contigo. Pero, antes, quería saber qué tal te está yendo la primera semana.

-Bastante bien –repuso Lali-. Creo que ya he conocido a casi todos los de procesos especiales, y parecen formar un buen grupo.
De hecho, al único que todavía no conocía era al escurridizo Pablo Martínez, el abogado que inicialmente había llevado el caso del terrorista de Twitter.

-Son un grupo maravilloso –afirmó Emilia-. Yo también trabajaba en procesos especiales antes de que me ascendieran.

Lali contuvo la risa al escucharla, valorando su modestia. Había sido nombrada para el cargo de Fiscal por la presidenta –lo que representaba un logro algo mayor que un simple ascenso.
Emilia, decidida comenzar con el trabajo, se puso a buscar unos documentos.

-La policía acaba de ponerme al tanto de los pormenores de una investigación de la que me gustaría que te encargaras. Se trata de un asunto delicado, que sospecho requerirá de una abogado con experiencia, en vistas de ciertas circunstancias que pasaré a detallarte en un momento.
Lali se sintió automáticamente interesada.

-¿Qué tipo de caso es?

-Un caso por homicidio. Hace dos semanas, un recluso llamado Darío Bonelli fue encontrado muerto en su celda. Por lo visto, Bonelli fue atacado a media noche por su compañero de celda, un hombre llamado Rodolfo Zegarra, que lo golpeó con un arma improvisada. Un candado unido a su correa, para ser exactos. Cuando los guardias descubrieron el ataque y llegaron a la celda, Bonelli ya se encontraba inconsciente. Lo trasladaron rápidamente hasta la enfermería, donde falleció poco después.
Emilia acercó una carpeta que tenía sobre el escritorio y extrajo de ella la fotografía de un hombre rubio, con el pelo muy corto, de unos treinta años.

-Este es Zegarra, el compañero de celda. Está cumpliendo dos cadenas perpetuas por asesinato e incendio provocado. Es miembro de los Clasistas, un grupo local que aboga por la supremacía de algunas clases sociales y razas, y fue condenado hace cuatro años después de que él y otros dos miembros del grupo arrojaran una bomba e incendiaran la casa de un hombre que acababa de abrir una tienda en el barrio de Zegarra. Tanto el propietario de la tienda como su mujer fallecieron.

-Ese Zegarra parece un auténtico ciudadano modelo –dijo Lali sin rastro de humor. Independientemente de cuántas veces las escuchara, ese tipo de historias seguían enfermándola. Y si eso llegaba a cambiar algún día, sabría que había llegado el momento de retirarse.

-También es un recluso modelo –dijo Emilia con idéntica sequedad-. Por lo visto, en la cárcel tiene fama de ser muy violento. Por ese motivo, había permanecido  solo en su celda durante tres meses, hasta que trasladaron a Bonelli con él –apoyó los brazos sobre la mesa y prosiguió-. Hay un policía, el Agente Gutiérrez, que ha estado trabajando de incógnito para otra investigación, haciéndose pasar por recluso. Durante todo este tiempo, ha estado facilitándoles cualquier clase de información relacionada con las idas y venidas en la prisión que pensaba que debiesen conocer. Después de que Zegarra asesinara a Bonelli, el agente encubierto le dijo a su contacto que el ataque parecía sospechoso. Por consiguiente, otro agente, Lorenzo Morelli, fue enviado para hacerse cargo de la investigación.

Lo primero que le llamó la atención al Agente Morelli fue lo precipitado de la muerte. Bonelli, que también era afroamericano, fue trasladado a la celda de Zegarra solo dos días antes del ataque. Un traslado que se llevo a cabo a petición de uno de los guardias llamado Andrés Tejada. Naturalmente, el Agente Morelli interrogó a Tejada, y ahí es donde las cosas se empiezan a poner interesantes –agregó Emilia.- Durante el interrogatorio, Tejada se puso muy nervioso cuando le preguntaron acerca del traslado de Bonelli a la celda de Zegarra. El guardia dijo que había dispuesto el traslado ya que, por política de la prisión, los reclusos no debían ocupar celdas individuales. Pero fue incapaz de ofrecer un motivo que explicase por qué decidió seguir de pronto esa supuesta política, cuando previamente la prisión había permitido que Zegarra ocupara una celda en solitario durante tres meses. Ni pudo dar ninguna explicación respecto a qué lo había llevado a escoger a Bonelli como compañero de celda para Zegarra.

-Lo que resulta considerablemente sospechoso, teniendo en cuenta el historial violento de Zegarra debido a sus prejuicios raciales –Lali se tomó un momento para estudiar mentalmente los hechos-. ¿Confirmó el Agente Morelli si existe esa política que impide que los reclusos ocupen una celda solos?

-Sí. Dijeron que, aunque se trata de la regla general, han hecho excepciones en el pasado con reclusos particularmente agresivos como Zegarra –indicó Emilia-. No es de extrañar que el Agente Morelli decidiera profundizar en el asunto. Y al revisar los archivos de la prisión encontró algo muy inusual. Por lo visto, Tejada, el guardia, había sido atacado por Bonelli dos semanas antes de que fuese asesinado.

El radar de Lali se puso en alerta roja.

Continuará…

12 comentarios:

  1. Ahhh lali wn ves de abogada debio see policia, jajaja ayy y que amor, guardo la camisa de peter!!
    @isakrn22

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  2. Ay le guardo la camisa todos estos 10 años!!!
    quiero que se vuelvan a cer, pero no me imagino como??
    @rochi16ta

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  3. Olvidar el episodio vivido con Peter cuando eran jovenes ,no es fácil si después d tanto tiempo k ha pasado LAli sigue conservando la camiseta.
    k duro k es su trabajo ,tener k tratar con gente d semejante calaña.

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  4. No me imagino cómo cuadra esto con Peter!!!!!!!Conserva su camisa,ejem ejem....parece q fue mucho mas importante q lo q q dice !

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  5. Junmm pobre lali :(
    Quiero masss nove

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  6. Mmmmm guarda la camisa!!! ♥ :)
    No entiendo mucho qué puede tener Peter que ver en eso, a no ser que ´le también haya estado en la misma prisión y sea llamado en calidad de testigo.

    Quiero más!
    Lore

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  7. como guarda la camisa, toco fuerte ahi peter
    la verdad mucho no entendi este caso
    no entiendo como lo relaciona con peter
    beso

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  8. Me encanta!

    @ligiaelenaCM

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  9. Ooooh parece muy buena abogada esta chiquilla jaja

    Arii

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  10. Y he aquí el hecho de por que me dan tanto respeto el trabajo de abogacía... no es facil defender a ciertas personas sabiendo que son culpables, y tmapoco es facil tener que acusarlo como fiscal porque quedas expuesto a su manos cuando salgan de prision, si lo hacen.

    Dejando el duro trabajo de Lali a un lado... esta claro que algo siente por Peter, porque algun motivo hay para que no haya tirado esa camisa=)

    espero mas noveee Beso tq

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  11. Lali seguia conservando su camisa!!!! Eso signific mucho... Pasando al nuevo caso de Lali... No me gusta. Pienso que sera muy peligroso para ella
    Besos, Fatima

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