Capítulo 6

Hola!!!! ¿Qué tal todo, muchachas? Ojalá que su día haya sido bueno o por lo menos manejable ;) Gracias por ser tan, pero tan lindas con sus comentarios y tws!!!! A ver si el tiempo nos acompaña y el finde hacemos maratón… vamos a ver! Besos y mañana nos volvemos a leer!

Yenifer: Me hiciste reir mucho con tu comentario ajajjajajaj tampoco me agarren de lorna pues! :P

Cielo: Mil gracias por la ayuda!!!! Ahí Ale te cuenta por tw ;) besos y cuando tenga un tiempito me paso a leer tu nove! 

María: Gracias!!! Ahí te mandé un tw :D besos

Twitter: @Caparatodos

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-¿En serio acabas de compararme con las alitas de pollo?

-Lo dices como si fuera algo malo. Las alitas de pollo son lo mejor.

Lali tuvo que luchar contra el impulso de sonreír.

Capítulo 6:

-¿Por qué tengo la impresión de que nunca hablas en serio?

Peter señaló con el brazo el gentío que se agrupaba en la vereda y llenaba la calle. El bullicio que flotaba en el ambiente resultaba casi palpable.

-¿Quién quiere ponerse serio esta noche? Las clases se terminaron, abogada. Vive un poco.

Para ser sincera, no estaba muy segura de qué hacer con Juan Pedro Lanzani. Su lado racional le decía que, considerando que él tenía a su favor el indiscutible punto heredero-billonario-sexy-vestido-con-zapatillas, no podía llegar a considerarla más que otra de las mujeres a las que conquistaba. Sin embargo, mentiría si no admitiera que encontraba su cuidado al menos un poco halagador. Se trataba de un tipo al que montones de mujeres perseguían y él había decidido ir detrás ella.

Por lo menos, durante cinco minutos.

-Mira –le dijo a Peter-. Te agradezco que me acompañes a casa. De verdad. Pero para que quede totalmente claro, eso es todo lo que quiero. Un paseo.

El semáforo se puso en verde y cruzaron la calle juntos.

-No te ofendas pero llegas a ser un poco pesada con tantas normas –comentó Peter-. ¿Nunca te limitas a dejarte llevar?

-Diría que soy más partidaria de planificar las cosas que de comportarme como una atolondrada.

Él gimió.

-Seguro que eres una de esas personas que hacen planes a cinco años.

-El mío es a seis –Lali captó su mirada-. ¿Qué? Es el tiempo que me va a costar llegar a donde quiero –dijo en su defensa-. No todos podemos darnos el lujo de pasar alegremente por los veinte hasta que decidamos que ha llegado el momento de crecer, Juan Pedro Lanzani.

Peter se giró y se detuvo frente a Lali, tan bruscamente, que casi se chocó contra él.

-Mira, voy a pasar por alto el discurso dale-al-chico-rico-su-merecido. Llevo peleándome con él desde el colegio –señaló enfáticamente-, y yo no he pasado por nada alegremente. Para que sepas, esta noche estoy celebrando porque acabo de terminar el examen para mi doctorado.

Lali se enderezó automáticamente.

-Impresionante. En el futuro deberías usar esa frase para empezar las conversaciones, en lugar del típico “deja que adivine de qué te gradúas” –sonrió asombrada-. Si aceptas la sugerencia.

Peter levantó las manos.

-Juro que nunca más. Esto es lo que logras acercándote a una desconocida en un bar. Eliges a la sarcástica.

Volvió a caminar con un ademán de frustración.

Lali lo dejó alejarse unos cuantos metros antes de gritarle:

-Ese no es el camino correcto –cuando él se volteó, dijo con inocencia-. Mi departamento está por allá.

Él cambió de dirección y pasó por su lado con frialdad. Lo observó divertida mientras comenzaba a caminar con rapidez. Casi le gustaba ese lado gruñón de Juan Pedro Lanzani. Resultaba mucho más real que su pose de seductor, en plan Lunarcito.

-No creo que cuente como que estás acompañándome a casa si vas media cuadra por delante –le gritó-. Estoy casi segura de que hay alguna norma que establece una distancia máxima de metro y medio.

Peter se detuvo pero no se giró. Esperó en silencio hasta que lo alcanzara. Cuando lo hizo, Lali se detuvo frente a él, parándose un poco más cerca que antes.

-Supongo que te mereces mis felicitaciones. Cuéntame lo de tu examen para el doctorado.

-Ah, así que ahora quieres ser simpática –dijo él.

-Lo estoy pensando.

Siguieron caminando en dirección a su departamento.

-Estoy en el programa para graduados en Ciencias de la Computación –respondió Peter-. Me especialicé en la investigación de sistema y redes, más concretamente en seguridad. Protección contra ataques por DoS.

-Eso suena muy… técnico.

Notando su incomprensión, se explicó.

-DoS significa “denegación de servicio”. En términos básicos, es un tipo de piratería informática. Principalmente, las empresas se los toman como una molestia pero mi predicción es que esa clase de ataques seguirá creciendo y se convertirá en algo mucho más avanzado durante los próximos años. Escucha bien lo que te digo, algún día alguien va a causar un montón de pánico y a crear un verdadero caos, como los sitios web no empiecen a tomarse esos ataques en serio.

-Tu padre debe sentirse muy orgulloso de que estés en el negocio familiar –dijo Lali.

Él hizo una mueca.

-En realidad, ese es un tema delicado. No tengo pensado trabajar para él. Me gustaría dedicarme a la enseñanza –al captar la expresión de sorpresa de Lali, se encogió de hombros con aire casual-. No se puede pasar por alto una oportunidad que te deja los veranos libres, ¿no?

-¿Por qué haces eso? –le preguntó.

-Hago, ¿qué?

-Adoptar esa pose despreocupada, en plan no-me-tomes-demasiado-en-serio. Supongo que explica lo de las zapatillas y la camisa.

-No. Uso zapatillas y camisa porque me son cómodas. Aquí no es precisamente necesario el uso de corbata –ladeó la cabeza-. Además, ¿por qué te preocupa tanto la actitud que muestro?

-Porque sospecho que hay más en el famoso Juan Pedro Lanzani de lo que se observa a simple vista.

Se detuvieron al llegar a la esquina, a solo un par de cuadras del departamento de Lali, y un soplo de aire frío vino a recordarle que tenía la ropa empapada. Estremeciéndose ligeramente, cruzó los brazos y se los frotó para entrar en calor.

-No. Sigo siendo el mismo idiota que pensaste que era tras mi lamentable primera impresión.

Sin preguntarle, Peter se quitó la camisa y se la dio. Debajo, tenía un polo gris ajustado, que le marcaba los músculos del pecho, el abdomen y los bíceps.

Lali trató de rechazarla con un gesto, evitando fijarse en su cuerpo. Y falló miserablemente.

-No, gracias. Ya estamos llegando y estoy bien.

-Acéptala. Si mi mamá se enterara que dejé que una mujer vaya caminando hasta su casa, temblando con la ropa mojada, me mataría.

Lali aceptó la camisa y deslizó los brazos por las mangas. Todavía guardaba su calor corporal.

-Veintitrés años y sigues escuchando a mamá. Qué tierno.

Peter se acercó para arreglarle el cuello de la camisa, que se le había quedado enganchado en el escote del polo.

-Veinticuatro. Y mi mamá es bastante insistente, tú también la escucharías –asintió, satisfecho con el arreglo-. Lista.

Lali sintió un ligero revoloteo en el estómago cuando él le rozó el cuello con una mano.

Un cosquilleo.

¡Oh, oh!

-Gracias –dijo. Mientras se recordaba a sí misma con firmeza que Él no. Peter no tenía cabida en su plan a seis años. Bueno, siendo sinceros, ni siquiera tenía cabida en un plan a seis días.

Peter la miró.

-Mentí al decir que te había seguido hasta la barra porque me parecías guapa –le acarició la mejilla-. Te vi reír con tus amigos y tu sonrisa me cautivó en el acto.

¡Listo! El corazón de Lali dio un extraño salto. Perdida en esos increíbles ojos, vaciló por un momento. Y luego pensó, ¿qué demonios? Después del año que pasó, se había ganado un capricho.

Se levantó sobre las puntas de los pies, depositó los labios sobre los de él, y lo besó.

Continuará…