Capítulo 33

Hola, hola!!!!!! ¿Qué tal todo, muchachas? ¿Cómo arrancaron octubre? WOWWWWW que bestia como se pasan los días! :O Gracias por estar todo este tiempo acompañándome y haciendo el aguanta historia tras historia… Este agradecimiento llegó a placé porque con las correteaderas y en la rutina que una cae cuando estudia a veces se complica llegar a abarcar todo lo que nos gustaría (lo saben mejor que nadie) PERO MIL MIL GRACIAS por estos dos años, porque a mediados de septiembre, el 14 para ser exactas, arranqué en fotolog con esta locura diaria y les agradezco a ustedes por animarse a leer y a acompañarme! No hay palabras para tan lindo gesto como el que tienen a diario leyendo y comentando!!!! :D Gracias a las que están desde siempre, a las que se suman y siguen sumando porque si ustedes no leyeran esto no sería lo que es! Así que el blog es por y para ustedes!!!! Gracias a mi peque que siempre fue la de los empujoncitos tecnológicos :P Gracias en serio por ser unas lectoras TAN INCREIBLES!!!!! Besos y nos leemos mañana!!!

P.D.: Llegó tarde, pero no podía dejar pasar más porque es imposible no agradecerles... me emocionan día a día con sus comentarios, tweets y palabras lindas! Son personas maravillosas que, pantalla mediante, me encanta conocer y leer!!!! GRACIAS ♥

Twitter: @Caparatodos

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Tras haber visto buena parte del partido de los Pumas en la televisión, y después de haber escuchado todos sus comentarios, Valentina por fin se quedó dormida. Peter pudo llevarla a su cunita sin despertarla. Le puso una mano sobre la mejilla. ¿No estaba demasiado caliente? Se sentó en la mecedora y se quedó observándola. Más tarde saldría a ver cómo estaba Lali y entonces dormiría un poco en el sillón. Por la mañana ella se sentiría mejor y lo sacaría de su casa, pero cuando se recuperara del todo, tendrían que hablar.

Capítulo 33:

Le dolían todos los músculos del cuerpo. Lali se estiró lentamente en la cama. Se levantó con esfuerzo y caminó al baño. Unos minutos después regresó a su cuarto. Seguía sintiéndose muy mal, pero por lo menos estaba más presentable. Eran casi las cinco de la mañana. ¿Había dormido durante diez horas?

Valentina…

Abrió la puerta de par en par y se dirigió a la habitación de su hija. Frenó en seco al llegar a la puerta. Valentina dormía plácidamente.

Peter también estaba allí, dormido en la mecedora. Lali se mordió el labio durante un momento de indecisión. Miró a su hija de nuevo y entonces dio media vuelta. A lo mejor debía volver a la cama y dejarlos dormir un rato más.

Se cambió de ropa y volvió a meterse entre las sábanas. Apoyó su adolorida cabeza sobre la almohada.

La próxima vez que abrió los ojos, habían pasado dos horas más. No había nadie en la habitación de Valentina. Se dirigió hacia la sala de la casa. Al entrar se detuvo en la puerta. Valentina estaba en el piso, sobre su mantita, apoyada en una almohada para que no se cayera hacia atrás mientras jugaba con los juguetes que tenía delante. Llevaba su enterizo color lavanda y unos ganchitos a juego en la cabeza.

Peter estaba sentado en el suelo, delante de ella, haciendo bailar al monito de peluche. La niña se reía y él le cantaba una canción. Parecía que se la estaba inventando sobre la marcha.

—Buen día.

Valentina gritó y pataleó. Estuvo a punto de caerse a pesar de la almohada.

Peter dejó el juguete y se levantó.

—Buen día. ¿Cómo te sientes?

—Mejor.

Peter la miró fijamente y entonces le puso una mano sobre la frente.

—Todavía estás caliente. Yo diría que todavía tienes algo de fiebre.

Ella retrocedió un poco.

—¿Desde cuándo eres doctor?

—No hace falta ser doctor para ver que tienes los cachetes rojos y los ojos irritados. Siéntate. Voy a buscarte algo para tomar. No querrás deshidratarte. ¿Agua o jugo?

—No tienes por qué quedarte. Ahora que descansé un poco ya puedo manejarme sola.

—Me quedaré un rato más. Todavía no desayuné. No me vas a botar teniendo hambre, ¿no?

Era una excusa tonta, pero Lali tiró la toalla.

—Claro que puedes desayunar antes de irte. Es más, puedo hacerte unos huevos o unos tostados.

—Mmm… gracias —dijo Peter, sonriendo—. Pero prefiero que no, señorita Gérmenes. Siéntese y yo lo preparo.

Frunciendo los labios, Lali se sentó en el sofá.

—Entonces soy la señorita Gérmenes, con la cara roja y los ojos vidriosos. ¡Qué lindo!

—Sí —dijo él con una sonrisa compradora—. Eres muy linda.

—Está bien. Puedes hacer el desayuno. Supongo que no tengo que decirte que estás en tu casa.

—Pero yo sí. Por cierto, usé un cepillo de dientes nuevo que encontré en el baño de visitas —le dio el mono de juguete a Valentina y fue hacia la cocina.

—Mamamama.

Lali, rápidamente, tomó a su hija en brazos.

—Lo siento, chiquitita. Te descuidé un poco anoche. Pero parece que te cuidaron muy bien.

Valentina sonrió y se tocó la mejilla con una manito.

Un rato después, Peter la llamó a la cocina.

—El desayuno está listo.

—¿Avena? —exclamó Lali, entrando a la cocina con Valentina.

Él asintió y puso dos platos sobre la mesa.

—Pensé que preferirías algo suave y fácil de tragar. Parece que todavía te duele mucho la garganta.

—Sí. Y esto huele delicioso.

—Le puse un poco de azúcar y canela. Mi mamá siempre me preparaba avena cuando estaba enfermo.

Lali puso a Valentina sobre su sillita de comer y le dio una cuchara de madera para que se entretuviera.

—Mi madre hacía lo mismo. Solía preparar avena porque era el desayuno favorito de Gonzalo. Le gustaba comerla con pasas y nueces.

Peter colocó un vaso de jugo de naranja junto a cada plato.

—Me dijiste que Gonzalo te caía bien, ¿no?

—Era un buen tipo. No tenía nada que ver con mi mamá, evidentemente. No tuvo suficiente paciencia para aguantar sus travesuras, como él las llamaba. ¿Valen ya comió?

—Le di un tarrito de esas papillas para bebé que encontré en la despensa, y una tacita con leche. Pensé que con eso sería suficiente.

Lali parpadeó unas cuantas veces y se sentó.

—Sí. Está bien. Tengo que admitir que me has dejado impresionada haciéndote cargo de todo con tanta eficiencia.

Peter se sentó y agarró la cuchara.

—¿Impresionada o sorprendida?

Continuará…