Capítulo 20

Buenas, chicuelas! ¿Qué tal las trata el sábado? Espero que bien y aprovechándolo a full para cargar energías para la semana ;) Mil gracias por sus comentarios e hipótesis, me encanta leerlas, SÉPANLO! jajajaja Un beso y nos leemos mañana!!!

P.D.: Les dejo un par de noves como recomendación para este finde! ;)

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http://celeluchy.blogspot.com/ (Lu acaba de empezar una nueva nove)

Twitter: @Caparatodos

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-Señor Lanzani.

Peter deslizó su mano sobre la de ella. Pese a tratarse del más inocente de los contactos, resultó bastante provocativo.

Capítulo 20:

El jueves por la tarde, a la salida del trabajo, Lali se reunió con Cande para cenar en Puerto Madero. Ambas habían estado muy ocupadas durante los últimos días, con Lali adaptándose a la nueva oficina, en su primera semana en Buenos Aires, y Cande luchando para conseguir una prórroga, por lo que era la primera vez que se veían desde que Lali se había reencontrado con Peter en el tribunal.

Un reencuentro en el que había pensando a lo largo de los últimos días mucho más de lo que le gustaría admitir.

-No puedo creerme que no hayas dicho nada todavía –inició la conversación Lali cuando el mozo les llevó sus bebidas-. ¿Has leído las noticias esta semana? ¿Y puede que hayas escuchado algo sobre cierto ex-convicto con lunares? –se moría por hablar con alguien sobre la comparecencia en el tribunal y, naturalmente, Cande era la elegida.

Candela bajó la carta que había estado leyendo.

-¡Ay, Dios. Sí! Quiero preguntarte todo desde el martes. Estuve tan ocupada con esa moción de juicio sumario. Me enteré de que el juez redujo la condena de Peter al tiempo cumplido.

Lali sonrió, saboreando el delicioso chismorroteo que estaba a punto de compartir.

-Así es. Pero, ¿deduzco que no has visto ninguna de las miles de fotos que fueron tomadas durante la audiencia? –había una en particular, que había circulado por todas partes, que le preocupaba un poco. Era una foto del momento en el que Peter y ella se habían encontrado en mitad de pasillo de la sala del tribunal. Tal vez estaba siendo demasiado paranoica pero había algo en la forma en que Peter la miraba que resultaba… íntimo. Como si compartieran un secreto.

Lo cual, era cierto.

-Lo siento, no he podido –dijo Candela avergonzada-. He estado bajo una roca desde el lunes.

-Una roca que también te impidió notar el nombre del ayudante del Fiscal que se encargó del proceso, obviamente –dijo Lali.

Estaba disfrutando de lo lindo.

Cande se encogió de hombros.

-Supongo que fue el mismo abogado que llevó el resto del caso.

Lali tomó distraídamente un sorbo del vino que había pedido.

-Habría sido lo más lógico, sí. De no ser porque, por esas cosas de la vida, el abogado asignado inicialmente para el caso tenía otro juicio que no le permitía comparecer y mi jefa tuvo que enviar un reemplazo –sonrió maliciosamente.

Cande la observó por un instante y luego abrió los ojos de par de par.

-Espera. ¿Te mandaron a ti?

-Sí.

-¿Te enfrentaste a Juan Pedro Lanzani en el tribunal? –Cande no pudo evitar reír-. Bueno, curiosa forma de reencontrarse después de diez años. ¿Qué dijo él cuando te vio?

-Me llamó “abogada”.

Cande se reclinó en la silla, decepcionada.

-¿Eso es todo? ¿Y qué dijiste tú?

-Dije: “señor Lanzani”, y le estreché la mano.

-Ahhh… pero eres una genia.

Lali le lanzó una mirada mordaz.

-Estábamos en el tribunal, ante un centenar de periodistas. ¿Qué se supone que tendría que haber hecho? ¿Escribirle mi número de teléfono en la mano y pedirle que me llame?

Cande sonrió.

-Eso habría sido gracioso.

-No soy graciosa. Especialmente en el tribunal –Lali se tomó un momento-. Aunque lo de “abogada” es una especie de broma entre él y yo.

-¿En serio? –el tono de Cande se volvió automáticamente malicioso-. ¿Y qué tal estaba Peter, abogada?

Irresistible, con el terno. Lali se mordió la lengua, simulando despreocupación.

-Tenía el pelo un poco más largo. Aparte de eso, no me di cuenta. Estaba concentrada.

-¿Concentrada en qué?

-En el proceso, claramente.

-Entonces, ¿por qué te estás sonrojando?

Porque, además de la herencia por parte de su mamá, dudaba que existiesen muchas mujeres que no experimentaran una reacción física instintiva hacia Juan Pedro Lanzani. Con su sonrisa compradora y su aspecto demoledor, cualquier chica se vería en serios problemas para no sonrojarse un poco, pensando en él.

No obstante, Lali hizo un gesto hacia su copa.

-Son los antioxidantes del vino tinto. Abren los poros.

Cande sonrió sin creérselo ni por un segundo.

-Por supuesto.... ¿Y qué va a pasar ahora?

-No va a pasar nada. Él es el terrorista de Twitter. Yo una ayudante de la fiscalía que lo condenó. Creo que eso supone el final de la historia.

Cande lo pensó unos segundos.

-Un poco anticlimático.

Lali se encogió de hombros, adoptando una expresión de indiferencia.

-Me acompañó a casa y me besó una vez, hace siglos. Es más, apenas recuerdo esa noche.

Cande arqueó una ceja, suspicaz.

-Hay ciertas cosas que una nunca olvida, La. Y una de ellas es el beso del hombre indicado.

Continuará…