Capítulo 5

Hola, chicas!!!!! ¿Qué tal? Ojalá que todo bien y disfrutando del sábado! Gracias por leer y espero que capítulo a capítulo se enganchen un poco más! Besos y nos leemos mañana!!!! Buen finde! :D

Sor: jajaja sí, si te había leí pero como dijiste que te ibas a animar a comentar siempre, ameritaba bienvenida :P Es más vi que dijiste que solo comentabas en los finales jajaja Besos y gracias por leer!!!

Twitter: @Caparatodos

____________________________________________________

Con más de novecientos kilómetros entre Lali y él, ¿cómo no iba a poder hacerlo?

Capítulo 5:

—¡Ayyy!

Lali se hundió en su sillón y se enjugó las lágrimas con un pañuelo.

Candela le lanzó un puñado de canchita.

—La película acaba de empezar.

—Ya, pero sé lo que va a suceder —dijo Lali, sonándose la nariz—. Me emociona cada vez que la veo.

—Y el alcohol tampoco creo que ayude.

—Tú eres la que ha insistido en que tomáramos chocolate caliente con licor de menta.

Lali no podía negarlo. Y las copas habían hecho su trabajo. Las dos habían regresado a casa bastante deprimidas después del paseo en carroza. El plan original había sido escoger entre las muchas invitaciones que ambas habían recibido e ir de fiesta en fiesta, con la esperanza de contagiarse del espíritu festivo. Pero, una vez dentro del auto de Candela, ninguna había tenido la energía para ello, y habían terminado en el departamento de Lali, intentando ahogar su depresión en chocolate caliente con menta y viendo Qué bello es vivir.

—¿Por qué no podemos ser como Mary Hatch y conseguir un hombre como George Bailey? —preguntó Lali.

Candela enarcó una ceja.

—Tú no quieres un hombre como George Bailey, a quien le gusta viajar y nunca tiene dinero para arreglar su casa.

—Es una película, Candela —dijo Lali, aunque su amiga tenía toda la razón.

—Tú quieres a Sam Wainwright —agregó Candela, mostrando su comprensión—. El implacable hombre de negocios frente al despreocupado George Bailey.

—No existe ese tipo de hombres.

—Pablo Martínez —apuntó Candela, perspicaz.

—¿Qué pasa con él?

—No hace ni dos horas me has dicho que es el hombre de tus sueños.

—¿Y qué?

—¿Y qué?, que hagas algo al respecto.

Lali se quedó mirándola.

—Estás loca, ¿lo sabías? Fuimos a tomar algo. Compartimos un beso…

—Un increíble beso.

—Pero sólo un beso —recalcó Lali—. No es un romance de novela, Candela.

—Obvio que no, si no lo llamaste al día siguiente para conseguir una cita de verdad.

Era verdad, no lo había hecho, reconoció Lali. Era algo que aún se reprochaba.  A los pocos meses de terminar con Benjamín, debería haberse replanteado el verlo de nuevo.

—Necesitas aprender a ir por lo que deseas, La —sentenció Candela, frunciendo el ceño.

Sus tazas contenían más menta que chocolate, y claramente se les estaba subiendo a la cabeza.

—Si aquella noche sentiste algo entre ustedes, deberías intentarlo.

—Lo único que voy a intentar ahora es convertirme en socia. Si no encuentro un nuevo cliente en las próximas dos semanas, mis posibilidades caerán en picada. Me enteré que Castro está intentando que entre Salvador, ya que quiere un nuevo socio con experiencia en temas de aduana. Castro opina que, como Ugarte es especialista en mediación, yo no soy necesaria.

Aunque los litigios eran una parte importante del trabajo de Lali, cada vez más iba realizando trabajos de mediación, formándose como árbitro de enfrentamientos e intentando ayudar a negociar a las partes para llegar a un acuerdo y evitar así el coste tanto económico como emocional de un juicio. Le encantaba su trabajo, creía en su valor, y le molestaba que Salvador obtuviera puntos como socio sólo porque estaba centrado en Derecho Aduanero.

Aun así, no podía ignorar la realidad. Y si no conseguía convertirse en socia de Ugarte, tendría que buscarse otro lugar, porque no pensaba quedarse en un estudio donde no podía ascender. La idea de buscar trabajo le daba repelús, y dio otro sorbo a su bebida.

—¿Quién dice que no puedes hacer ambas cosas? —dijo Candela, enarcando las cejas—. Un poco de negocios… un poco de placer…

—¡Candela!

—¿No te mereces probarlo al menos?

—Ok. Admito que Pablo Martínez sería un buen partido. Pero está ocupado, sale con la hija de un congresista.

—Ya no —respondió Candela con los ojos brillantes, y dio otro sorbo a su taza—. Terminaron la semana pasada. Tu hombre está disponible.

Lali notó el alcohol revolucionándole el estómago.

—¿Estás segura?

No necesitaba preguntarlo. Como hija de un funcionario público, Candela siempre estaba al día con los chimes de política y sociedad.

—Interesante el dato, ¿no?

Lali frunció el ceño, preguntándose si eso importaba. No tenía ni idea de cómo ir en busca de un hombre como Pablo. Y, aunque le encantaban las fantasías, sabía que las probabilidades de que él le correspondiera eran muy reducidas. Era el tipo de hombre que salía con gente famosa. Jugaba en otra liga.

Dio otro sorbo a su taza y miró con ojos entrecerrados a su amiga, que estaba señalándola con un dedo, muy seria.

—¿Qué? —preguntó Lali.

Candela frunció el ceño, confundida.

—Iba a decir algo, pero se me olvidó. Era profundo e inteligente. Si pudiera recordarlo, sería la clave para que las dos encontráramos al hombre perfecto y fuéramos felices el resto de nuestra vida.

—La navidad es dentro de cinco días. ¿No podría Papa Noel dejarnos ese final feliz como regalo?

—¿Qué le pedirías?

Continuará…