Capítulo 80

Hola, hola!!!! ¿Cómo les va? ¿Qué tal están pasando el sábado? Espero que bien y, la que no tanto, como alguna de mis amigas que sé anda estresada, tómense un respiro y disfruten de algo que les guste o de buena compañía que nunca cae mal reírse un rato y disfrutar un lindo momento! Gracias por estar ;) Un beso y nos leemos mañana!!!

P.D.: Hoy mi día empezó escuchando Color Esperanza así que la comparto con ustedes!!!! :D Buen sábado, chicas!!!!

Twitter: @Caparatodos

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Sus manos y su boca se movieron con ternura sobre el cuerpo de Lali, hasta que consiguió que se arqueara hacia él. Cuando finalmente se situó entre sus piernas y la penetró, llenándola por completo, enredó las manos en su cabello y le susurró con voz ronca al oído:

-Eres mía, Lali.

Capítulo 80:

A la mañana siguiente, Lali se vistió para ir a trabajar mientras Peter atendía una incesante avalancha de llamadas desde la sala. Finalmente, se dio una pausa y entró al baño, justo cuando ella acababa de desenredarse el pelo.

-Por lo que pude escuchar, diría que hay un montón de gente deseando meterse en la cama con el Terrorista de Twitter –bromeó.

-Llegados a este punto, es una auténtica orgía –Peter le deslizó los brazos alrededor de la cintura y le acarició el cuello con la nariz, raspándole ligeramente la piel con su incipiente barba. Aunque Peter se había apropiado de un cepillo de dientes extra que había localizado en su baño, todavía no habían hablado sobre si debía traerse también una máquina de afeitar o cualquiera de sus cosas al departamento.

Cuando él se separó y sus miradas se cruzaron en el espejo, Lali dedujo al ver su juguetona expresión que algo sucedía.

-¿Qué está pasando? Conozco esa mirada.

Peter esbozó una amplia sonrisa.

-Conseguí la portada de Caras.

Lali parpadeó un par de veces.

-Espera ¿de la revista Caras? ¿Vas a salir en la portada?

-Sí. El reportero con el que estuve hablando dice que su editor ha dado el visto bueno. Quieren sacar mi foto bajo el titular “La Nueva Cara de la Seguridad de Redes”. Espero que no usen la imagen de mi ficha policial –bromeó.

-La portada de Caras –repitió Lali. Luego se giró y le plantó un beso en la boca-. Eso es impresionante.

-Y también muy oportuno, dado el inminente lanzamiento de mi empresa –se encogió de hombros-. He accedido a hablarles sobre Twitter, Jamaica, mi condena, la vida en la cárcel. El combo completo, pero supongo que vale la pena.

Instantáneamente, Lali sintió cómo se le encogía el estómago. Se alegraba de verdad por Peter y sabía lo que todo eso representaría para él. Pero la entrevista volvería a sacar a la luz los detalles de su arresto y de su condena, y ella había tenido la esperanza, tal vez  pecando de ingenua, de que sencillamente… todo acabara olvidándose.

Peter había sido muy claro acerca de lo que pensaba sobre el modo en que la fiscalía había manejado su caso, incluyendo el hecho de que lo hubiesen llamado “terrorista” y de que hubiesen pedido para él la pena máxima. Parecía inevitable que el periodista fuera a preguntándole sobre el tema. Y, si Peter respondía a las preguntas con franqueza, temía que no fuera a dejar a la fiscalía muy bien parada.

Ya podía imaginarse la situación al cabo de una semana.

Ella, llegando al trabajo la mañana en que saliera publicada la historia en la revista, el resto de ayudantes comentando por los pasillos. Pablo, pasando por su oficina para comentarle lo molesto que se sentía por haber sido escogido para representar el papel del villano. Emilia, posiblemente muy frustrada, al ver que había vuelto a ponerse en tela de juicio la integridad de su oficina, después de lo duro que había trabajado.

Y Lali justo en medio de todas esas escenas.

Sí, siempre podía pedirle a Peter que no desacreditara a la oficina durante la entrevista. Pero no parecía justo. Tanto si estaba de acuerdo con él como si no, estaba en su derecho de expresar su opinión respecto al tema; especialmente sabiendo que a Pablo se le había ordenado que se mostrara particularmente duro con él, debido a su apellido y a su situación económica.

Lo que hacía aún más complicadas las cosas entre Peter y ella.

-¿Estás bien? –Peter posó la mano bajo su barbilla-. Has vuelto a ponerte muy seria.

Lali se esforzó por esbozar lo que esperó que pareciera una genuina sonrisa y pensó en alguna clase de broma. Ese era el momento de Peter y no iba a arruinárselo.

-Lo siento. Estoy impresionada. No todos los días tengo la oportunidad de codearme con alguien que es portada de las revistas.

Peter le sostuvo la mirada.

-¿Sabes? Tal vez podrías llegar a acostumbrarte.

El corazón de Lali se aceleró. De repente, parecían que estaban a punto de tener La Conservación. Y, a juzgar por la reacción de su cuerpo, o estaba emocionadísima al considerar la posibilidad dar un nuevo paso en la relación… o iba a sufrir un ataque de pánico de un momento a otro.

Entonces, el celular de Peter volvió a sonar, interrumpiéndolos.

Él insultó por lo bajó.

-Debería contestar. La situación resulta un poco caótica en estos momentos.

-Por supuesto. Anda –Lali exhaló una bocanada de aire en cuanto se fue.

Había terminado de arreglarse y estaba en la cocina, vertiendo cereales en un bol, cuando Peter finalizó su llamada y volvió reunirse con ella.

-Debería irme –le dijo-. Tengo que pasar por casa, darme una ducha rápida, y pasar por mi oficina-. Según Sergio, ya recibimos unas treinta llamadas esta mañana –avanzó un par de pasos para abrazarla-. Esta noche, tengo una cena con mi familia. Es una tradición que Eugenia y yo empezamos hace nueve años, para asegurarnos de que mi papá no estuviera solo el día del aniversario del accidente de mi madre. ¿Puedo llamarte después?

Lali asintió, diciéndose que probablemente no fuera una mala idea que pasaran la noche separados. Tenía un montón de cosas en las que pensar.

-Claro –le acarició la mejilla-. ¿Va a ser un día muy difícil al coincidir con la fecha del accidente?

-Va haciéndose más fácil con el paso de los años –Peter le dio un largo e intenso beso de despedida, y después gimió y se apartó-. Nunca me iré de aquí si no dejo de besarte.

-De todas formas, estaba a punto de echarte. Tengo que presentarme en el tribunal dentro de un rato.

-Ahh, qué sexy. Ahora me pasaré la tarde imaginándote ejerciendo de abogada. ¿De qué tipo de caso se trata?

-Es un secreto.

-Claro. Lo que pasa en la sala, se queda en la sala. Me acuerdo perfectamente del discurso –con un guiño, se giró y abandonó el departamento.

Una vez se marchó, Lali permaneció por un instante allí de pie, mientras su sonrisa iba desdibujándose lentamente conforme iba siendo consciente del peso de su dilema. Obligándose a sí misma a dejar temporalmente el asunto, sujeto la cuchara y se devoró el bol con cereales. Tomó asiento a la mesa y acababa de prender su iPad para revisar los titulares del día cuando se escuchó el timbre de la puerta.

Tal vez Peter se había olvidado, pensó. Con eso en mente, se deslizó de su asiento y salió de la cocina. Atravesó rápidamente la sala y abrió la puerta, esperando encontrarse con un par de penetrantes ojos verdes y unos lunares.

En lugar de eso, se quedó paralizada.

Al otro lado de la puerta, inexplicablemente plantado del otro lado, se encontraba Javier.

-Sorpresa –dijo él, abriéndole los brazos.

Continuará…