Capítulo 90

Hola, hola!!!! Ahora sí, con este, "Jugando sus Reglas" llega a su fin!!! :') Gracias, gracias y más gracias por haber estado ahí una vez más con sus locuras, comentarios, buena onda y tiempo! Por compartir conmigo esta pasión que es leer y combinarlo con un poco de Laliter para disfrutarla más! Gracias por ser tan incondicionales con el blog, por ser personas especiales que conozco día a día más a través de sus comentarios y, sobre todo, gracias por permitirme conocerlas un poquito más! Como siempre que termina una nove, me llevo un sabor agridulce... un placer de haberlas ayudado a desconectar, divertirse y disfrutar una historia. Pero, a su vez, un noséqué que me deja una sensación de ansiedad, miedo y nervios por la próxima nove! jajajaja porque, aunque parezca fácil, sufro y me rompo la cabeza buscando los contras para saber en qué puede no gustarles o buscando esa historia que las llene de amor y haga suspirar una vez más! (Y, es acá donde tengo que darle un acuchón a Inma por aguantar mis inseguridades y, muchas veces, tiradas de toalla jajaja ;) TE QUIEROOOO) buenoooo, no la hago más largo ni más sentimental que las aburro... no les digo, termina una y yo sufro igual o más que ustedes! Espero que el día les haya ido bien y ya estén listas y con el espíritu arriba para arrancar con navidad ;) Las quiero y mañana las leo, esperando les guste lo que van a leer!!!! Besos

P.D.: “Jugando sus reglas” ya está en la lista de descargas o acá: https://www.dropbox.com/s/objpta58weaa0d8/Jugando%20sus%20Reglas.doc por si quieren descargarla o leerla completa ;) Quien no pueda, no dude en escribirme acá o al mail caparatodos@hotmail.com que se la mando!!!!! Besos y again, gracias por haber estado una vez más del otro lado!!!! ;)

Twitter: @Caparatodos

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-Buenísimo, entonces. A las tres en punto, Espósito. Pasaré por tu oficina a recogerte.

Capítulo 90:

Alrededor de las seis y media, Lali tomó el maletín y salió de su oficina, formando parte una vez más del grupo de rezagados de la fiscalía que se quedaban hasta esas horas un viernes por la tarde.

Al final, el mundo no se había acabado tras revelar que estaba saliendo con el Terrorista de Twitter. En realidad, solo dos de las personas que componían su mundo –además de Candela- estaban al tanto. Pero, considerando que se trataba de las dos personas cuya opinión más le importaba, estaba decidida a considerarlo una victoria.

No era tonta. Como Pablo le había advertido, surgirían montones de chismes. A partir de ahora, su fama no se limitaría al episodio de la trampilla y el descenso por una escalera desvencijada de cuatro metros. La gente tendría una historia mucho más jugosa sobre la que hablar.

Sin embargo, aunque Labogada Lali sentía cierta tristeza al pensar en la pérdida de su legendario estatus, Acusatrix Espósito no se arrepentía de haber tomado aquella decisión. Pese a los inevitables cuchicheos en los pasillos y a las cejas que probablemente se alzarían, nada iba a cambiar el hecho de que era una excelente abogada. Y ahora, además, era una excelente abogada que podía volver a casa, tras un largo día de trabajo, y encontrarse con un hombre al que admiraba, que la desafiaba, y que era capaz de acelerarle el corazón con una sonrisa.

Y eso era algo que Labogada Lali no había tenido nunca.

Mientras salía por la puerta de la fiscalía y cruzaba la plaza que se encontraba frente al edificio donde trabajaba, Lali decidió tomar un taxi, en vez de volver en subte.

Le envió un mensaje a Peter, diciéndole que había hablado con Emilia y que le daría los detalles en cuanto llegara a casa.

Veinte minutos después, cuando el taxi se encontraba aproximadamente a una cuadra de su departamento, Lali oyó que su celular timbraba y vio que era Peter.

-¿Qué tal te fue? –preguntó él en cuanto contestó la llamada.

-Mejor de lo que esperaba –dijo-. Solo se lo conté a Emilia y a Pablo pero eran las dos personas que más me preocupaban.

-Por favor, dime que Martínez ha puesto la cara que imagino.

-¿Eso significa que no van a tomar cerveza juntos en la fiesta que organiza la fiscalía para fin de año? –el taxi se detuvo frente al departamento de Lali y ella sacó su billetera.

-¿Existe de verdad esa fiesta de fin de año? –preguntó Peter.

-Eso me contaron. Niños, esposos, otros acompañantes significativos… el lote completo -Lali le entregó un billete al conductor-. Quédese con el cambio-. Luego se bajó del taxi y cerró la puerta.

-Ahh, acabo de ver unas piernas increíbles –le dijo Peter al oído, en tono juguetón.

Lali miró rápidamente a su alrededor.

Peter se encontraba al otro lado de la calle, apoyado sobre un deportivo plateado, con apariencia de ser bastante caro.

Representaba… todo un espectáculo.

Lali finalizó la llamada y se acercó, maletín en mano. Con los brazos cruzados, él la observó, con obvia apreciación, mientras se iba acercando.

-Ese abrigo te queda demasiado bien –dijo.

Lali se detuvo ante él e hizo una seña.

-¿Este es tu auto?

-Sí –la observó mientras ella examinaba el vehículo y luego sonrió-. ¡Wow!, mira eso. Te gusta el auto.

¡Cómo no le iba a gustar!

-No está mal –dijo con indiferencia.

-Viniendo de ti, eso es casi un cumplido –la acercó hacia él, para situarla entre sus piernas extendidas-. ¿Y dices que están permitidos los acompañantes significativos con antecedentes penales en la fiesta anual?

Ella comenzó a reír al escucharlo.

-Veamos primero lo que pasa la semana que viene cuando salga el artículo en la revista.

Peter ladeó la cabeza, como si acabara de caer en la cuenta de algo.

-Te preocupa lo que voy a decir durante la entrevista.

Bueno… sí.

-Puedes decir lo que quieras –se trataba de su trabajo y de su empresa y, además, estaba en su derecho, exactamente igual que cuando se trataba de las reglas que ella aplicaba a su carrera.

Peter le acarició la barbilla.

-Seré discreto, abogada. Estamos juntos en esto –sus cálidos ojos se posaron sobre ella-. ¿Y qué me dices de salir a cenar esta noche?

-¿Una segunda cita? La cosa se pone seria –dijo en tono provocativo.

-Nombra un lugar. El cielo es el límite –Peter deslizó las manos hacia su nuca-. Podría mimarte tanto si me dejas, Lali.

No pudo evitarse sentirse un poco embriagada. Mientras se apoyaban contra su auto de súper lujo, le retiró con los dedos un mechón de pelo de la frente. Entonces, repentinamente, notó que todavía les quedaba un asunto pendiente.

Oh, Dios.

Él captó su expresión.

-¿Qué pasa?

-Me preguntaba cómo voy a arreglármelas para explicarle esto a mi madre. Si crees que yo he sido una pesadilla con respecto a tu paso por la cárcel, espera a conocerla a ella.

-Tal vez deberíamos aprender de los míos y ofrecerle la versión saneada de la historia. Una que enfatice mis numerosas cualidades –Peter lo consideró-. Algo del tipo… “Érase una vez un chico, al que conocí en un bar, que llevaba camisas de franela y zapatillas, y resultó ser un príncipe disfrazado”.

En ese momento, un auto lleno de adolescentes frenó al pasar junto a ellos.

El conductor asomó la cabeza por la ventanilla.

-¡Hey, tú, Terrorista de Twitter! –gritó -. A ver qué te parece esto para un tweet. ¡Bésame el culo, idiota! –el grupo al completo comenzó a reír, mientras uno de los chicos del asiento trasero pegaba el trasero desnudo a la ventana del vehículo, antes de que el auto saliera disparado.

Peter y Lali permanecieron en la calle sin decir nada, viendo alejarse el vehículo. Luego, Peter se giró hacia ella con una avergonzada sonrisa.

-Obviamente, no era uno de los “choca esos cinco”.

Sí, lo había imaginado.

-¿Qué voy a hacer contigo, Juan Pedro Lanzani? –Lali le pasó los brazos alrededor del cuello y lo miró a los ojos.

Peter depositó una mano sobre su mejilla.

-Lo que tú quieras, abogada. Quédate conmigo y te prometo que tu vida será siempre una aventura.

Mientras bajaba la cabeza para besarla, Lali decidió que el plan le encantaba.

“No ames a quien no admires. El amor sin admiración sólo es amistad”

-George Sand

FIN