Capítulo 85

Buenas!!!! ¿Qué tal todo? Ya ultimando las cosas para las fiestas, supongo!!!! Espero estén bien y daleeee, chicas, métanle que ya llega el finde y para muchas vacaciones… las que ya están, que sigan disfrutando ;) Gracias por leer… ya no queda nada para el final! Besos y mañana nos leemos!!!!

Twitter: @Caparatodos

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-¿Saben? Prefiero saltarme el postre. Así que sigan sin mí. Creo que voy a salir unos minutos, hay unas cuantas llamadas que debería hacer.

Capítulo 85:

Peter se apoyó contra la pared de ladrillo del extremo más alejado de la terraza del restaurante y admiró el impresionante paisaje nocturno de los edificios que se alzaban a su alrededor. Revisó su buzón de voz, el correo electrónico, y los mensajes que había recibido durante la cena –y se sintió realmente molesto consigo mismo al darse cuenta de que había estado esperando encontrar uno de Lali. No pensaba que fuera a llamarlo, después de cómo habían terminado la conversación. Pero, aún así, su mente había empezado a efectuar toda clase de conjeturas sobre lo que podría haber sucedido cuando él se había marchado del apartamento. Y ninguna de ellas le gustaba demasiado. Tal vez debería de haberlo pensado mejor antes de soltar la bomba, teniendo en cuenta que el tipo con el que había querido casarse la estaba esperando en la cocina. Mientras reflexionaba sobre la genialidad que había demostrado al escoger esa estrategia en concreto, oyó pasos a su espalda.

-Te lo agradezco, Euge –dijo sin voltearse-. Pero no estoy de humor para hablar ahora mismo.

-De acuerdo. ¿Qué te parece una copa?

Sorprendido al escuchar la voz, Peter se giró y se encontró a su padre, con par de vasos con hielo en la mano.

Le ofreció uno a Peter.

-Les he pedido que abrieran una botella de Whisky Blue Label.

Peter aceptó el vaso, con una suave sonrisa.

-Solo lo mejor para Juan Pablo Lanzani.

-Solo lo mejor para Juan Pedro Lanzani –lo corrigió Juan Pablo-. El hombre del momento.

Luego se apoyó en la pared junto a Peter.

-¿Algún motivo en particular por el que me haya tenido que enterar del lanzamiento de Lanzani Network Consulting a través de los periódicos, como el resto del mundo?

Ah, sí. Eso.

-Me hubiera gustado llamarte después del comunicado de prensa pero las cosas empezaron a descontrolarse –Peter efectuó una pausa, tratando de decidir cuál era la mejor forma de explicarse-. Y antes de eso… tenía que encargarme de lanzar la empresa por mis propios medios. Sin ninguna intervención del poderoso empresario Juan Pablo Lanzani.

El mayor resopló, aparentemente indignado.

-Es tu plan empresarial. No me hubiera dedicado a ofrecerte consejos no deseados.

Peter arqueó una ceja.

-¿Te acuerdas de la conversación que hemos tenido hace cinco minutos sobre tomarme mi vida personal en serio y sobre que Nicolás debía convertir a Eugenia en una mujer honrada?

Juan esbozó una sonrisa de arrepentimiento.

-Bueno, puede que a veces tenga la costumbre de verbalizar algunos de mis pensamientos cuando se trata de tu hermana y de ti –señaló con énfasis-. ¿Has visto alguna vez Keeping Up With the Kardashians? Bueno, yo sí. Un día, vi un capítulo en la habitación de un hotel y todavía tengo pesadillas. Dios no quiera que me descuide y ustedes acaben así.

Peter contuvo una sonrisa al escucharlo.

-¿Hay algún capítulo en el que uno de los Kardashians hackee Twitter y vaya a la cárcel durante cuatro meses?

-¿Todavía no has hecho suficientes bromas sobre eso?

-Lo siento.

Juan Pablo miró a Peter de reojo.

-Aunque te las ingeniaste bastante bien para darle vuelta a la tortilla –levantó el vaso, a modo de brindis, y sus ojos brillaron con socarronería-. La nueva cara de la seguridad de redes.

Peter ladeó la cabeza al escuchar las palabras de su padre.

-Esa va a ser la portada de Caras. ¿Lo sabías?

-Claro. Un periodista me llamó esta tarde para preguntarme si quería contribuir a la historia con algún anécdota. Le interesaba saber, sobre todo, cómo me hace sentir que mi hijo vaya a abrir su propia empresa de consultoría.

-¿Y qué le has dicho? –preguntó Peter.

Su padre adoptó una orgullosa expresión.

-Que hace diez años que sé que serás un excelente director general. Y que fue una bendición y un privilegio entrar en la oficina a diario y tenerte como mano derecha –Juan Pablo sonrió con descaro-. También agregué que esperaba que sigas recomendándoles los productos de La Corporación Lanzani a todos tus clientes, sabiendo que protegemos una de cada tres computadoras.

Peter comenzó a reír –por supuesto que se las había ingeniado para incluir ese comentario.

-Gracias, papá.

Ambos tomaron un sorbo de su whisky y luego se produjo una pausa.

Juan Pablo se encargó de romper el silencio.

-Sabes que este es ese momento de la conversación padre-hijo en el que se supone que tengo que hablarte sobre esa chica, ¿no?

Peter dejó su vaso sobre el muro y se metió las manos en los bolsillos.

-Sí. Y también sé que es el momento en el que voy a darte las gracias y a decirte que esta noche ya he hablado todo lo que quería sobre ella. A lo que seguirá la oportuna aparición de la mesera, para preguntarnos si deseamos tomar algo más, dando por zanjada cualquier posible nueva alusión al tema.

En ese preciso instante, se oyó a sus espaldas una voz femenina.

-Discúlpenme. ¿Puedo ofrecerles algo más para tomar?

Su padre miró por encima del hombro y, al ver a la chica rubia que se encontraba tras ellos, miró a Peter, atónito.

Peter sonrió.

-Le pagué para que viniera cuando me viera meterme las manos en los bolsillos. Sabía que Eugenia y tú no podrían mantenerse alejados durante mucho tiempo.

Continuará…