Capítulo 73

Buen día, chicuelas!!!! ¿Qué tal empezaron el día? Yo bien y feliz, por eso seguramente esté tan temprano por aquí jajaajaja Gracias por sus comentarios y ya ven, ya saben que pedirle a Papa Noel para esta navidad jajaja quién sabe y por ahí Labogada sea buena y tengan una sorpresa ;) ¡Que tengan lindo domingo y lo disfruten! Besos y, firmen firmen que, por ahí, más tarde nos leemos! ;) 

Fio: Hace días que no te leía!!!! Que bueno tenerte por acá! Besos y espero estés bien :D

Twitter: @Caparatodos

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-Oh, Dios… sí –suspiró-. No pares, por favor. Nunca.

-Puedo seguir toda la noche, nena –dijo él riéndose en voz baja-. Ya te lo dije, te tengo. Deja que yo me encargue de todo.

Capítulo 73:

Esa noche, más tarde, Lali se despertó en el sillón, cómodamente acurrucada contra un cuerpo duro y cálido, y entendió que debía de haberse quedado dormida mientras Peter le masajeaba la cabeza.

Él había modificado sus posturas, recostándose a su lado en el sillón, y apoyando la cabeza sobre su hombro. También había cogido la manta que se encontraba detrás del sillón y la había tapado con ella hasta los hombros.

Una podía acabar enamorándose de un hombre que hacía esas cosas.

Levantó la cabeza para contemplarlo en la oscuridad, estudiando las facciones de su cara, semi oscurecidas por la tenue luz de la luna. Su movimiento debió despertarlo, porque se removió, respiró profundamente, y luego parpadeó antes de adoptar una expresión divertida al descubrirla mirándolo.

-¿Qué tal tu dolor de cabeza? –le preguntó con voz grave.

-Mejor –afortunadamente, se había disipado transformándose en un leve dolor mientras dormía-. Deberías haberme despertado –dijo con suavidad-. Ha sido un día increíble para ti, tendrías que estar celebrándolo con Nacho.

-Puedo festejar con Nacho en cualquier momento –Peter extendió una mano y le pasó un dedo por el lateral de la cara. Su voz sonó como un murmullo, apenas más alta que un susurro-. Quiero estar aquí, Lali. Lo sabes, ¿no?

Comprendió que no estaba refiriéndose solo a aquella noche.

-Lo sé –y había algo más que sabía, sin lugar a dudas-. Me alegro de que estés aquí. Estoy empezando a acostumbrarme a tenerte cerca, Lunarcito.

-Buenísimo. Porque mañana vamos a salir. Juntos.

Pese a la sencillez de su requerimiento, nada era tan simple.

-Peter, yo no…

Él la interrumpió.

-No te preocupes. Me aseguraré de que nadie nos vea –bajo la luz de la luna, le sostuvo la mirada, decidido a no aceptar un no por respuesta-. Di que sí, Lali.

Tal vez fue el hecho de que el dolor de cabeza había debilitado sus defensas. O sencillamente que se trataba de él. De cualquier manera, con una somnolienta sonrisa, volvió a bajar la cabeza y la apoyó sobre su pecho.

-Sí.

Lali se pasó la mayor parte del día siguiente revisando los informes de una investigación relacionada con el nuevo caso del que se ocupaba –once chicos se dedicaban a la venta ilegal de armas en un almacén. Sí, sí, una tragedia– mientras trataba de no preguntarse dónde había pensado llevarla Peter aquella noche.

Se había mostrado muy misterioso respecto a sus planes, lo que parecía ser su modus operandi, y la única pista que le había dado era que pensaba pasar a recogerla por el trabajo a las cuatro y media.

-Ahh… Seguro que aparece con un jet privado para llevarte a algún lugar exótico y romántico –le dijo Cande por teléfono.

Lali se encontraba en su oficina, hablando con la puerta cerrada mientras comía. Naturalmente, le había contado a Cande lo de su gran cita.

Por un breve instante, Lali se quedó anonadada al pensar en lo surrealista que resultaba la mera idea de considerar el jet privado como una posibilidad. Sí, había visto su departamento y los trajes caros pero, generalmente no pensaba en el dinero de Peter. Considerando que habían pasado la mayor parte de su tiempo como pareja en el departamento, el hecho de que él tuviera millones y fuese a heredar algún día otro medio billón más, no había tenido demasiada importancia.

Pero ahora que lo pensaba…

Wow. Era una barbaridad de dinero.

-Me parece que tendré que renunciar al jet privado –le dijo a Cande-. Los viajes en avión requieren autorizaciones de seguridad y listas de pasajeros. Y nosotros vamos a ir de incógnito.

-Listas –respondió Cande despectivamente-. Los hombres ricos hacen esta clase de cosas a todas horas. ¿Crees que viajan en clase turista con sus amantes?

-¡Hey! ¿Yo sería la amante en este caso?

-No, solo la perra con suerte a la que un hombre súper sexy va a llevar a algún lugar secreto esta noche. Ah, espera, ¿he vuelto a decirlo en voz alta? –Cande soltó una risita-. ¿Y qué vas a ponerte?

Eso había sido todo un desafío, ya que no le había dado ni una sola pista sobre a dónde iban a llevarla esa noche.

Lali había optado por jugar sobre seguro.

-Un vestido ajustado negro y zapatos de taco. Como me lleve a hacer parapente o a un rodeo, estoy fregada.

Cande comenzó a reír.

-Por favor, ¡ojalá que sea el rodeo! Ya puedo imaginarte montada sobre un caballo con tacos y haciendo girar el lazo sobre la cabeza, mientras amenazas a alguien por teléfono con enviarle una citación.

-Si acaba llevándome a un rodeo, esta será mi primera y última cita con Juan Pedro Lanzani.

-Ay, Lali, ni tú te la crees. Una sonrisa compradora con esos lunares y estoy convencida de que podría convencerte para acabar haciendo cualquier cosa.

Lo más escalofriante de las palabras de su amiga era que Lali estaba empezando a sospechar que esa afirmación podía ser cierta.

Continuará…