Capítulo 39

Hola chicas!!! Cómo les va?! Tuve un día movidito, les subo rápido y al menos por hoy, no les podré avisar en tw… Sorry! Besos y nos leemos mañana (capi que dejaré programado)

Twitter: @Caparatodos

____________________________________________________

—Las buenas obras no existen —respondió Lali, comenzando a creerle muy a su pesar—. ¿Así que cree que alguien le pagó para tenderle una trampa?

—No sé cómo explicarlo si no. —Alargó la mano y puso de nuevo la foto a la vista—. ¿Me va a ayudar, señorita Espósito?

Capítulo 39:

—No tengo mucha experiencia en materia de chantajes —dijo, esquivando la respuesta, muy consciente de que Nicolás estaría de nuevo esperándola en la oficina lleno de furia.

—Si hubiera sucedido en Londres, habría contactado con personas en las cuales confío para que me ayuden. Aquí, a pesar de que tengo muchos conocidos, no diría, precisamente, que confíe en ninguno de ellos.

—Sobre todo después de que alguien tomara esa foto.

—Exactamente. Y pedirle a mi gente que venga ahora llamaría demasiado la atención negativa. Sé que se encargó de una situación delicada para Lanzani y el instinto me dice que puedo confiar en usted. Cualquier información de por qué ha ocurrido esto sería útil, aunque, naturalmente, sólo recibirá sus honorarios si yo recibo la fotografía original, el negativo, en caso lo hubiera, y una razonable garantía de que todas y cada una de las copias han sido destruidas.

—Si es una fotografía tomada en digital, podría estar bastante cagado, perdone la palabra.

—Sigo queriendo saber quién hizo la foto.

Le caían bien los hombres que trataban de mantener una conexión razonable con la realidad aun cuando sus vidas se estuvieran por arruinar.

—Veré qué puedo hacer —dijo, introduciendo de nuevo la foto en el sobre—. ¿Dónde se está hospedando?

—En el Hilton. Habitación 223.

—Estaremos en contacto. —Se puso de pie luego de terminar su bebida.

—No tendré esto dando vueltas en mi cabeza mientras negocio con Lanzani —dijo con claridad.

¡Ah bueno! ella todavía no un centavo y el tipo ya estaba dándole amenazas y ultimátum… no es que pudiera culparlo por hacerlo.

—Lo llamaré mañana por la mañana —rectificó, colocándose el sobre bajo el brazo y dirigiéndose de nuevo hacia su auto.

Para su sorpresa, cuando salió del ascensor pudo notar que la recepción de su oficina estaba carente de postulantes. Los sofás de piel eran más llamativos y realmente bonitos. Una vez más se preguntó a quién pertenecían.

—¿Nicolás? —llamó, pasando a la parte trasera.

—Aquí —respondió—. En tu oficina.

—Oye, tú tienes tu propia oficina —le reprochó—. La grande que hay allá en la esquina. Deja de robarme mi helado de ment…

Se detuvo al doblar en la entrada. Nicolás estaba sentado en su silla, mirando hacia la puerta. Pamela ocupaba una de las dos sillas que había enfrente, con su rubio cabello recogido en un moño muy parecido al de Lali.

—¿Qué rayos haces aquí?

Pamela se paró con rapidez.

—Sólo quería hablar contigo. Saber qué tal pasaste la noche.

—Está bien. ¿Por qué no salimos a tomar un café? —Si había algo que no deseaba, era que Nicolás supiera en qué había estado metida la noche anterior y por quién lo había hecho… sobre todo después de que hubiera rechazado el trabajito de Venecia. Lo único peor que eso sería que Peter lo descubriera—. ¿Starbucks u otro?

—Ah, sí. —Tras saludar a Nicolás con la cabeza, Pamela se reunió con ella en el pasillo.

—Sí, creció así. Una vez más, ¿qué estás haciendo aquí?

—Quería saber qué fue del anillo. No esperarás que me quede esperando sin hacer nada a que la policía venga a buscarme.

—La esperanza es lo último que se pierde.

—Perdón, ¿cómo dices? Dijiste que me ayudarías. Si crees que puedes utilizar esto para intentar poner a Juan Pedro en mi contra, me encargaré de que te culpen a ti por ello.

Lali se mordió la lengua para no responder. En su conversación con Castillo se había cuidado de no reconocer haber hecho nunca nada ilegal. Con Pamela tenía que tener al menos la misma precaución… sobre todo ahora que había entrado en una casa para ayudar a la ex. Sí, su instinto había sido acertado cuando decidió llevarse el video con la grabación de seguridad.

—Me aseguraré de que la policía no se te acerque, Pame. Sé buena y yo me ocuparé de que todo siga así.

—¿Qué se supone que quiere decir eso? —preguntó Pamela tensándose.

—Espero que no tengas que averiguarlo. —¡Toma! Eso parecía bastante indefinido, considerando que todavía no sabía con exactitud qué había en el video.

—De acuerdo.

—Bueno. Ahora, si no te importa, tengo trabajo que hacer. —Lali presionó el botón del ascensor e inmediatamente después, dio media vuelta hacia la oficina.

—Pero pensé que íbamos a tomar un café.

Lali cerró los ojos por un instante. «¡La pucha!» Ya tenía ganas de hacer pis.

—Una taza —dijo, dándose otra vez la vuelta. El Starbucks que quedaba a un par de cuadras, tenía media docena de mesas agrupadas en la terraza. Cuando llegaron, Pamela se sentó en una de las mesas que había libres.

—Yo voy a tomar un mocha latte —dijo, dejando su bolso Vera Wang sobre sus piernas.

—¿Y? Anda pídelo —respondió, apoyándose contra la pared—. Ni siquiera me gusta el café.

Pamela se aclaró la garganta.

—No me gusta pedir cosas —dijo con voz más baja—. Dentro es todo muy confuso.

Lo más probable era que aquello significara rebajarse. Tras inhalar una profunda bocanada de aire, Lali se apartó de la pared y entró en el establecimiento. Está bien, así que sus motivos para soportar a Pame eran egoístas; sentía auténtica curiosidad por la mujer que había logrado pescar a Juan Pedro Lanzani, por mal que Pame pudiera caerle. Por suerte Starbucks tenía frapuccino de fresa sin café, así que se pidió uno para ella junto con el mocha latte de la ex. Pagó, agarró el pedido y se dirigió a la puerta. Ahora Pamela le debía el café además de su libertad. Pero se detuvo en la entrada.

Continuará…