Capítulo 51

Hola chicas! Cómo están?! Espero que bien! Les dejo capi y nos leemos mañana ;) Besos y por favor lean el aviso que les dejo abajo!!!!!

Twitter: @Caparatodos

____________________________________________________

Peter esperó mientras Sheila guardaba el documento revisado en una carpeta, luego se encaminó hacia el estacionamiento y a su auto. Antes de acomodarse para analizar las revisiones del contrato, iba a hacer caso a la sugerencia de Gastón y a tomarse una copa. Una copa muy larga.

Capítulo 51:

—Me estás diciendo que está mal que utilice una posible fuente de información sólo porque ésta tiene una historia con el hombre con el que me acuesto.

—Lali, lo único que te digo es que yo me voy a mantener al margen. —Nicolás no se molestó en disimular su sonrisa al mismo tiempo que volvía a revisar los muebles oficina de una lista. Una lista que no iba a enseñarle—. Estoy en la China, estoy muy lejos de todo este asunto.

—Se lo habría dicho si hubiera sido algo importante. Pero ella con las justas vale la gasolina que gasté. —Obvio que, Pamela seguía prácticamente a su merced siempre y cuando tuviera el video de seguridad con el robo del anillo. Pero cuanta más gente tuviera conocimiento de ese tema, menos influencia tendría ella. Por ese motivo mantenía la boca cerrada sobre el trato con Pame—. En realidad, ni siquiera sé qué fue lo que Peter vio en ella.

—Uf, me voy más lejos. Ahora estoy en Australia. Y no me sigas.

Lali dio un giro en la silla de recepción. A pesar de las buenas noticias y de la posible pista del joyero Gugenthal, lo que principalmente captaba su atención y su mente era la estúpida pelea que había tenido con Peter. Claro que lo había hecho enojar que estuviera encontrándose con Pame… tanto si la mujer la estaba volviendo medio loca como si no. Felizmente le había contado lo de Michael Lyon.

—Nicolás, tú eres mi Yoda. Dime algo.

—Hace tres meses te dije que era un error que te involucraras con Juan Pedro Lanzani. Después de eso todo es culpa tuya, enana. Soy yo quien te organizó unas vacaciones pagadas en Venecia. —Revisó el número de serie en un archivador y lo chequeó con su lista.

—No vamos a encontrar a Al Capone en uno de éstos, ¿no? —preguntó, dando un golpecito con los nudillos a uno de los cajones de metal.

—Si apareciera, tú te tendrías que hacer cargo de las entrevistas para la televisión. —Nicolás tomó aire—. Está bien. Un pequeño consejo. Si te gusta Lanzani, y el que tengas contacto con su ex mujer le molesta, no lo hagas.

—Jamás se dijeron palabras más sabias —manifestó una voz con acento procedente de la puerta.

Lali dio la vuelta en la silla. Alto, atlético y rondando los cincuenta, Augusto Pereira entró a la oficina.

—Señor Pereira —dijo, poniéndose de pie.

Le tendió la mano y él la tomó, aunque en vez de estrechársela con un típico «encantado de conocerte», se llevó sus nudillos a los labios.

—Usted debe de ser Mariana Espósito. Me sorprendió su llamada.

—¿Cómo así? —preguntó, retirando la mano.

—Las mujeres que tienen como acompañante a Juan Pedro Lanzani normalmente no necesitan los servicios de otro hombre —respondió, saludando a Nicolás con la cabeza—. Augusto Pereira.

—Rubén Bauer —respondió Nicolás, adelantándose un paso para darle la mano.

Augusto no besó a Nicolás en los nudillos, lo que probablemente era algo bueno. Lali dio una caminata hasta la puerta de recepción y la abrió, indicándole al señor Pereira que la acompañara. Él así lo hizo, contemplando las paredes desnudas, la apagada pintura y la selecta colección de muebles.

—Este lugar perteneció a una compañía de seguros —comentó, siguiéndola hacia su despacho—. Se dice que no pudieron pagar el alquiler.

—Genial —gruñó Nicolás detrás de ellos.

Pereira le dedicó una sonrisa de dientes perfectos.

—Personalmente, pienso o que atraían a la clientela equivocada o habían elegido una zona incorrecta para establecer su negocio. Con sus conexiones, dudo que tenga usted algún problema.

¡Ok! Todo el mundo sabía quién era y con quién estaba. Lali se preguntó qué más sabría el hombre.

—Hablando de conexiones —dijo, simulando su tranquilo y firme estilo de conversación—. Resulta que esta tarde estuve en Antigüedades Grimaldo. Por casualidad no tendrá otros joyeros de origen flamenco disponibles, ¿no?

—Ah, qué sutil, señorita Espósito. Felicitaciones.

Ella sonrió.

—Llámeme Lali.

—Jamás me dirijo a una mujer por su nombre—respondió—. Una dama se merece que la traten con más respeto. ¿Podría llamarla señorita Espósito?

—Claro. —Peter raras veces la llamaba Lali, pero supuso que tan sólo era una costumbre. Pero todo eso del respeto… era agradable—. ¿Joyeros?

Tomaron asiento en los lugares para invitados de su oficina, mientras Nicolás volvía a su tarea de revisar los muebles. Lali podría jurar que el sillón de su escritorio había cambiado de estilo un par de veces y de color unas tres más.

—Joyeros —repitió Pereira—. Sabe, una bonita selección de reproducciones de grandes maestros le daría a este lugar un refinado sentido de la elegancia.

Así que quería charlar sobre el tema. De acuerdo, podía hacerlo.

—Ya hay algún Monet en el corredor común.

—Muy europeo —dijo con voz lánguida, pareciendo arrogante—. Algo más cercano. O'Keeffe, tal vez.

—Mmm… no sé no lo veo mucho para este lugar.

El rió entre dientes.

—Entonces, un Diego Rivera.

Lali lo miró con la cabeza ladeada.

—¿Se trata de un concurso sobre arte? Rivera es sudamericano, pero en absoluto es un artista cumbre. ¿Por qué no me seduce con alguien más como Gauguin?

Asintiendo, él se acomodó en la silla y cruzó los tobillos.

—Laura Bedoya-Agüero me dio el joyero hace dos días y me pidió que le hiciera un favor y me deshiciera de él. Dijo que nunca le había gustado, y que con el dinero inmovilizado por el momento, no le vendría mal el efectivo para pagar al personal extra para el velatorio— .Lali se tomó un momento para evaluar su expresión y el tono de su voz. —No lo aprobaba —dijo finalmente. —Bartolomé, algunos hombres más y yo solíamos jugar al póquer los jueves por la noche.

—Le caía bien Bartolomé.

—Sí, así es.

—También a mí —reconoció.

Pereira asintió.

—Y a él le gustaban sus colecciones. Me ofrecí a prestarle a Laura algo de dinero. Ella no tenía motivo para deshacerse del joyero salvo por el hecho de que podía hacerlo. No considero que sea correcto.

—Pero hoy fue a comer con ella.

Su blanca sonrisa volvió a aparecer.

—Uno debe ganarse la vida, señorita Lali. Y hay familias a las que uno no debe hacer enojar si se desea seguir formando parte de la elite bonaerense.

—Conversar conmigo, o con cualquiera, no parece una buena forma de seguir siendo popular —advirtió.

—No, es vital poseer información, y saber con quién se comparte es casi igual de importante. —Extendió una elegante mano para tocar a Lali en la rodilla—. Elijo compartirla con usted.

—¿Por qué?

—Nuestras ocupaciones no son tan diferentes, querida. En gran parte, ambos… vivimos del esfuerzo de otras personas. O usted lo hacía, al menos. Debe avisarme de lo bien que se siente tener una ocupación legal.

Lali comenzó a reír.

—Si supiera de lo que me está hablando, sin duda lo mantendría al tanto.

—Muy justo, aunque le aseguro que soy la discreción en persona. ¿Alguna cosa más?

Ella dudó durante un segundo. Vivir gracias a su instinto nunca antes le había fallado, y tenía la sensación de que podía confiar en Augusto Pereira.

—¿Conoce a alguien que tiende trampas a ricachones o turistas con una prostituta y luego saca fotos para chantajearlos?

—He oído rumores sobre una estafa vulgar con una mujer y fotografías. Y algo sobre un código postal.

«¡Bingo!»

—Tengo la sensación de que no fue algo puntual. ¿Ninguna pista de quién anda detrás de ello?

Augusto rió entre dientes.

—Quienquiera que sea, no forma parte de la elite de Buenos Aires. He visto cosas así antes. El bello mundo preferiría pagar antes de dar parte a la policía y denunciarlo.

—Es bueno saberlo. Gracias.

—Ha sido un placer. En realidad es emocionante investigar un asesinato y robo. Me siento como en «CSI».

Lali sonrió. El hombre parecía estar disfrutando verdaderamente de la situación, y sin duda había sido sincero. Una pregunta más no haría daño.

—¿Cree que sus hijos tuvieron algo que ver con el asesinato de Bedoya-Agüero?

Él arqueó ambas cejas.

—Independientemente de mi recién descubierta afición por las emociones, no me involucraría de forma intencionada con asesinos. Entre usted y yo, son unos muchachos malcriados, pero ¿asesinos? No lo creo.

¡Demonios! A empezar de nuevo… aunque no pensaba eliminarlos sólo porque alguien se lo dijera.

—Gracias de nuevo, señor Pereira.

—Llámeme Augusto, por favor. Y manténgame informado, si es tan amable. Lo encuentro fascinante.

—Trato hecho.

Augusto se puso de pie, ofreciéndole una elegante reverencia a la antigua usanza.

—Llámeme siempre que lo desee, por negocios o por placer. —Sonrió de nuevo; un caballero hasta la médula—. Y si le sirve de algo, según mi experiencia, hay dos formas de hacer que un hombre se olvide de una pelea: la comida y el sexo.

¡Apa! la cosa se ponía interesante.

—¿Cuántas compañeras femeninas están al tanto de su extenso conocimiento sobre los hombres?

Le guiñó un ojo y salió por la puerta.

—Tantas como saben que he venido aquí a hablar con usted.

—Lo tendré en cuenta —dijo, con un tono de voz lo bastante elevado como para que él la oyera. Augusto Pereira tenía razón: ambos tenían algunos secretos.

Continuará…

Bueno, saben que no soy de depender de las firmas, es decir, no subo por tantas firmas ni nada de eso, no es mi forma… yo subo porque me gusta y sé que siempre hay alguien al otro lado esperando nove, y agradezco por esas lectoras que siempre están! ;) Pero, si siempre hay un pero, últimamente las firmas han bajado considerablemente. Yo sé que es por falta de tiempo, muchas andan en exámenes, colegio, universidades, etc. y por lo mismo no tienen tiempo de leer… Viendo lo a pique que nos estamos yendo, voy a considerar que esta sea la última novela del blog, al menos hasta noviembre. Es una idea, OJO! Pero yo para irme de viaje estoy preparando otra nove y lo que queda de esta así el mes que no estoy ustedes no se quedan sin nove, pero aunque me moleste decirlo no voy a esforzarme tanto para que menos de 6 chicas la lean… No es que ah! no me importan esas pocas lectoras, porque son las más fieles y aguantadoras pero es por un tema de esfuerzo, tiempo y todo… Vamos a ver cómo se van dando las cosas… Y no es algo de un par de capítulos, es algo que viene desde hace un tiempo ya! Yo les di a elegir y la mayoría quería 2da tempo de APLP por eso la comencé a publicar… no sé si es un tema de que ya no leen noves, que ya no les gusta esta o que… Yo hace un tiempo me dije, porque no me acuerdo si se los dije a ustedes, pero yo sigo con el blog y las noves hasta que ustedes lean… Es ahí donde ahora, empieza mi dilema. Si ya no leen para que se sigue… Espero entiendan mi posición y vamos a ver qué hacemos! Las quiero y GRACIAS a todas las que están ahí siempre haciendo el aguante! Besos